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Por Viridiana Ríos
Andrés Manuel López Obrador se ha propuesto algo aparentemente imposible: aumentar la recaudación de México sin una mayor carga impositiva. O como él lo llama, “una reforma fiscal, sin subir impuestos”. Su equipo ha dicho que la medida no tocará a los asalariados y que se concentrará en cobrarles impuestos a las empresas más grandes.
Para abrir la discusión, el Servicio de Administración Tributaria (SAT) presentó públicamente un documento que resultó una bomba. Mostraba que la tasa efectiva de impuestos que pagan las empresas en México no es del 30 %, como estipula ley, sino de apenas un 6 %.
La figura es muy alarmista y probablemente bastante exagerada, pero aún así es evidencia de lo que López Obrador está dispuesto a hacer: aprobar su reforma cabildeando desde la opinión pública.
La reforma fiscal de López Obrador tiene dos características: facilitar el pago de impuestos para la mayoría de los contribuyentes y reducir la evasión y elusión fiscal de los más ricos. Ambos son temas muy importantes.
Los pocos datos que existen sobre elusión fiscal muestran que en México se eluden 8.300 millones de dólares anuales debido a abusos corporativos de la ley fiscal. Esto es, un 6 % del total de la recaudación. Esta cantidad es enorme y coloca a México como el décimo segundo evasor fiscal más grande de 179 países. Las corporaciones mexicanas son responsables de 2,4 de cada 100 dólares eludidos en el mundo.
Una reforma fiscal que reduzca estos abusos ayudará a que el terreno de juego se homologue entre empresas pequeñas y grandes corporativos, y creará un México más progresivo. Si no se había hecho antes es porque pocos políticos tienen el arrojo que ha mostrado López Obrador en estos temas.
El centrar la reforma en que paguen más impuestos los más ricos es acertado. En México, el 1 % más rico concentra el 34 % de la riqueza del país. Tan solo la fortuna de los 13 billonarios mexicanos que viven en la Ciudad de México representa el 33 % el PIB. Esto hace a la Ciudad de México la tercera del mundo con una mayor diferencia entre el ciudadano promedio y sus billonarios, solo superada por Bangalore y Mumbai.
El problema es que la reforma fiscal que López Obrador plantea, aun si fuera exitosa, se quedaría corta. México llegaría a tener una recaudación de 17 puntos del PIB, lo cual lo dejaría todavía por debajo del 53 % del mundo. Países como El Salvador, Nicaragua y Chile continuarán recaudando más que México