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Columnistas | PUBLICADO EL 15 marzo 2023

La cosa no está clara

¿A dónde quiere llevar el actual gobierno el sistema económico de libre empresa? ¿A reforzar el Estado paquidermo, lento y lerdo, y a golpear al sector privado y volverlo el enano del circo?

Por Alberto Velásquez Martínez - redacción@elcolombiano.com.co

Hay zozobra en el país por lo que podría ser un cambio de modelo económico por vías poco democráticas. El objetivo, inflar más el Estado y debilitar la actividad privada. Llenar al Estado de recursos y responsabilidades, en tanto se le restan a la iniciativa personal y colectiva. Una estatización que rompa –en vez de vigilar– las leyes del mercado, ¿no es un absurdo?

Hay síntomas que inquietan en estos dos primeros meses del año. Las alzas de los precios de la mayor parte de los productos nacionales e importados se aceleran. La canasta familiar se encarece. El poder de ahorro se va agotando en las clases medias. Las tasas de interés suben, encareciendo el crédito que requiere el sistema productivo nacional para expandirse, generar riqueza y empleo. La economía, que creció el año pasado un 7.5%, este año se prevé que a duras penas llegue a un 0,2%. El panorama es preocupante.

A estas dudas se le suma la desaceleración económica, que según los expertos, es ya un hecho. El panorama se agrava con el incremento en las últimas semanas de la percepción de riesgo país, indicador que mide las probabilidades de incumplimiento en las obligaciones financieras de una sociedad. Toman nota las calificadoras internacionales de riesgo que ya tienen a Colombia en la mira y no con las mejores calificaciones que se requieren para garantizar sus flujos normales de crédito externo.

¿A dónde quiere llevar el actual gobierno el sistema económico de libre empresa? ¿A reforzar el Estado paquidermo, lento y lerdo, y a golpear al sector privado y volverlo el enano del circo? ¿Va a conducir al país a un escuálido modelo estatizador que ha sido abandonado por naciones que ayer estaban en el atraso y luego entraron al desarrollo a través de estímulos y respeto por la iniciativa privada?

Arroja una encuesta de la Andi un desaliento en la inversión privada, habida cuenta de los bandazos e improvisaciones que salen de la Casa de Nariño. Un alto porcentaje de empresarios congelan sus planes de inversión y reinversión a la expectativa de mejores señales de estabilidad jurídica y económica en los negocios. Hay confusión y dudas. Y estas, de rebote, frenan no solo la inversión productiva nacional sino el ingreso de capitales extranjeros para asociarse o crear más industria y comercio como generadores de riqueza y empleo. Se necesita seriedad en el manejo de la economía y un ambiente de serenidad para devolverle al hombre de empresa su capacidad de emprendimiento.

La industria de los hidrocarburos está en un limbo. Hay días en que el gobierno le decreta la pena de muerte. En otros se la conmuta para alargar su agonía. Han hecho de esta actividad extractiva una bandera populista para alegrar el oído de no pocos intransigentes ecologistas. El desorden se opera con el talante autocrático de Petro, que se impone sobre los conocimientos y sensatez del ministro José Antonio Ocampo

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