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Columnistas | PUBLICADO EL 20 febrero 2023

La ciudad sí puede salir del tremedal

Esta ciudad, poblada por una mayoría de gente sensata, no puede volver a descuidarse para que la castiguen con una goleada tan amarga.

  • La ciudad sí puede salir del tremedal
  • La ciudad sí puede salir del tremedal
Por Juan José García Posada - juanjogp@une.net.co

La gente de Medellín tiene en las elecciones de este año la gran oportunidad de librarse del mal gobierno local, frenar el desmantelamiento acelerado de la ciudad y escoger a un alcalde que no siga dividiendo y cometiendo desafueros de aprendiz irresponsable. Un alcalde que piense y obre con criterio de veracidad y sin engaños ni embustes y que no se rodee de piratas glotones e ignorantes de cuestiones esenciales de la ética política. No desperdiciar la oportunidad de elegir a un ciudadano capaz de actuar con liderazgo innovador, altruista y respetable, en el que la gente crea y confíe como restaurador de un estilo y unas estrategias enfocados en el bien común y no en las ganancias particulares.

En la semana última hubo dos hechos que pueden catalogarse como avisos, llamadas de alerta y motivos potentes para abrir los ojos y pensar con optimismo realista en la necesidad apremiante de reunir ánimos, voluntades y razones para hacer a un lado intereses de segunda categoría como los que precipitaron la toma del poder local por una barra de amigos capaces de brincarse normas, principios y modos de gobernar una ciudad tan grande y enredada, pero poblada por una mayoría de gente sensata que no puede volver a descuidarse para que la castiguen con una goleada tan amarga.

El primer episodio significativo: videos y fotografías muestran la enorme concentración en la marcha del miércoles 15 de febrero, la más grande entre todas las ciudades donde las hubo, señalada por el comportamiento general respetuoso y civilizado. Fue una expresión de protesta reveladora del sentimiento colectivo frente a la combinación de todas las formas de arbitrariedad y desgobierno. El otro episodio: la virtual privación de libertad de la secretaria de Educación, sindicada de la comisión de varias acciones delictivas. La rectora distrital de la instrucción pública, acusada de ilícitos más graves y escandalosos por tratarse de quien se trata. Tiene todo el derecho a defenderse, a demostrar su inocencia y a que se le respete el debido proceso, pero la sola actuación judicial es motivo de alarma en la ciudad.

En conclusión, Medellín puede organizarse a tiempo. Esto tiene qué cambiar, como decía un recordado líder progresista, cuando el progreso era “el nuevo nombre de la paz”. Precandidatos hay como veinte. Sería increíble si no se escogiera a uno de ellos, al que se evalúe como el mejor, para que sea el próximo alcalde. Las que antes se llamaban fuerzas vivas pueden reunirse y unirse, para rescatar el diálogo eficiente entre el Estado, el sector privado y el educativo y universitario e integrar con tiempo una gran coalición que respalde a un ciudadano conocido, reconocido, digno de confianza, capaz de sacar la ciudad del tremedal, de organizar un gran equipo de trabajo, de mostrar que la realidad por seguir construyendo puede ser superior a los eslóganes y borrar el impacto y los efectos de la derrota apabullante de la institucionalidad

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