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En Colombia la izquierda y la derecha han contribuido, cada una a su manera, a sacar el “capitalismo” de la agenda académica y pública. Intelectuales del establecimiento, siguiendo planteamientos de grandes sociólogos, filósofos y economistas liberales, propusieron que en lugar de “capitalismo” se hable de sociedad abierta o de democracia de mercado. De este tipo de eufemismos no se valió la izquierda, pero fomentó una forma manifiestamente “economicista” de ver la sociedad al reducir toda explicación de la realidad a la economía.
En Colombia, como en muchos otros países, los intelectuales se distanciaron de la economía política de origen marxista, pues la veían como un paradigma ortodoxo, esclerótico y “mamerto”. Incluso muchos abandonaron las filas de la izquierda militante para caer en el lecho acogedor de la derecha con sus puestos y beneficios. Sin embargo, parece ser que ese distanciamiento está llegando a su fin. Tanto el “economicismo” como la acérrima defensa del neoliberalismo están en franco declive.
Desde la crisis económica de 2008 hay, a nivel global, un nuevo interés en el capitalismo y la justicia social. La percepción por parte de la ciudadanía de los efectos negativos que ha producido esta crisis, —el estancamiento de la actividad productiva, la inequidad extrema, las deficiencias en la asistencia social, el cambio climático, y el bloqueo de la democracia—, ha llevado a un resurgimiento de una economía política, no economicista, que busca comprender las estructuras profundas de la economía y el poder, sus contradicciones y posibilidades de liberación.
Y entonces, ¿justicia social o justicia del mercado? Los ideólogos neoliberales que han conceptualizado la justicia del mercado afirman que la distribución de bienes que resulte del funcionamiento del mercado es la única distribución justa. El mercado no es un agente, ni puede ser objeto de responsabilidad moral, y en su capacidad distributiva no es ni justo ni injusto. Se afirma además que el capitalismo debe ser considerado como algo natural que no se puede cambiar, que la libertad política debe reducirse a la libertad económica y que el ciudadano debe ser sustituido por el sujeto trabajador y consumidor.
Revertir los elementos negativos producidos por la justicia del mercado al desplazar la justicia social es la alternativa que se debería seguir si además de paz queremos justicia. Frente a un capitalismo sin justicia social se debería intentar repensar un capitalismo sometido a los imperativos de justicia social a nivel nacional y global. Cuando se tratan cuestiones de justicia, es necesario señalar que el objetivo político de esta no es solamente qué bienes deben ser distribuidos, como lo propone el liberalismo social, sino que se debe plantear el problema del poder, es decir, cómo las estructuras de producción y distribución de bienes han sido establecidas (Forst, 2015).
Han de quedar claras dos cosas: el capitalismo es el asunto que debe ser estudiado para comprender qué está sucediendo en el mundo; y las facultades de economía y ciencias sociales deben salir de su dogmatismo neoliberal o economicista-mamerto para reflexionar sobre el capitalismo en crisis.