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Columnistas | PUBLICADO EL 02 febrero 2021

Julio Roberto y el diálogo social

Por Luis Carlos Villegas E.*redaccion@elcolombiano.com.co

Fueron muchas las reuniones que hasta la madrugada compartí con Julio Roberto Gómez, presidente de la Confederación General de Trabajadores (CGT): para la negociación del salario mínimo; para discutir algún proyecto gubernamental; para acordar decisiones sobre competitividad que presentaríamos al gobierno; para analizar los espinosos temas de Colombia en la Organización Internacional del Trabajo (OIT) de cuyo Consejo de Administración terminó siendo miembro, el más sobresaliente de América Latina en el grupo de los trabajadores, como lo es hoy Alberto Echavarría, vicepresidente de la ANDI, en el grupo empleador.

Se vinculó al movimiento sindical no marxista e hizo carrera en la CGT, fundada en 1971 como contrapeso a los extremos laborales de derecha e izquierda. Julio Roberto aspiró a la Asamblea Constituyente, sin éxito, pero ese ejercicio le dio conocimientos del funcionamiento de nuestro sistema político. Hizo parte del Polo, en su ala moderada con Luis Eduardo Garzón y Antonio Navarro; apoyó a Santos y a Angelino Garzón en la segunda vuelta de su primera elección, y se enfrentó a la CUT cuando, influenciada por las posturas politizadas y radicales de Fecode, se pasó a la actitud de bloqueo y francotiro de todo esfuerzo de concertación social. Se unió al Paro Nacional contra Duque, rechazando la violencia.

Con Julio Roberto era posible el diálogo, inclusive el social. Ese que se requiere en toda sociedad democrática moderna para conciliar intereses entre los actores más disímiles y contrapuestos; ese diálogo que permite luchar por los propios ideales, respetando los de los otros; que abre puertas a las convicciones respetando las de los demás; ese que deja construir proyectos con consideración por los que no están de acuerdo dadas sus convicciones, o simplemente porque temen al cambio, como pasó con el TLC con los EE.UU.

Con él y Lucho Garzón fue posible usar como insumo de la negociación del salario mínimo, liturgia que disfrutaba mucho Gómez, el índice de productividad que hoy permite tener una base objetiva para esa decisión de tanta influencia en la economía.

“Claridad y uno conserva los amigos”, decía en la primera reunión de la Comisión de Concertación, y todos sabríamos a continuación si habría posibilidad de acuerdo en salarios o no.

Muere otro colombiano ilustre en manos de la Covid, aquí huérfana de vacuna. Los empresarios deben honrar su memoria como la de un compatriota sensato, alejado de la polarización y constructor de consensos. Los trabajadores han perdido un buen ejemplo; el Estado un buen líder y los gremios un buen interlocutor en el avance social. A todos nos hará falta

* Expresidente de la Asociación de Empresarios de Colombia, Andi.

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