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Tan audaz como temeraria la propuesta de Petro de movilizar el martes 14 al populacho para tomarse las calles y construir en ellas los escenarios para presionar la aprobación de las reformas que ha bosquejado y que en concreto aún no se conocen. Con una arenga salida de su catecismo populista invita “a las fuerzas del gobierno del cambio a discutir en las calles las reformas que se avecinan”. Hinchando su pecho y su mentón a la manera mussolinesca, sentencia específicamente sobre la reforma a la salud, que con ella “ningún viejo morirá más de frío en la calle”. Sigue desarrollando su bien conocido libreto populista que llena de ilusiones a un pueblo manipulable, cansado y desesperanzado.
Esas invitaciones petristas carecen de sindéresis. En su mismo gabinete ministerial hay discrepancias. El ministro de Educación, Alejandro Gaviria, plantea dudas sobre la seriedad y viabilidad de la reforma a la salud, que en vez de sanar lo que no funciona, destruye lo que opera con eficiencia. “El esquema propuesto por la ministra Corcho no define el control del gasto y del recaudo, luego el impacto fiscal sería enorme... y la quiebra del sistema, inevitable”. Crearía un caos de proporciones incalculables que sí podría llevar a una verdadera revolución social dados los desbordamientos en las calles de miles de personas indignadas al carecer de instituciones eficientes, de hospitales y clínicas, quebradas por la fuerza de la improvisada reforma para enfrentar las emergencias y tratamientos adecuados en la salud.
¿Pero será que esa invitación a las masas amaestradas y vociferantes para salir a las calles, solo tiene como fin defender las propuestas de gobierno? ¿O tendrá otros alcances, como los de ir abonando el terreno para presionar y hasta cerrar el Congreso si no le marcha a las exigencias del gobierno central o se atreve a pedir que se le suba más la dosis de mermelada para continuar con los apoyos incondicionales al Ejecutivo? ¿Acaso pretende convocar a una constituyente a través de atajos constitucionales para reformar la Carta y prolongar el actual mandato para Petro o para alguno de sus validos? ¿Acaso vamos hacia un Estado de opinión, capitalizando la inconformidad popular, sustituto del Estado constitucional de Derecho? ¿Esta regla de juego será la nueva modalidad de gobierno para imponer desde la calle criterios y directrices? ¿Desde allí, sin deliberación alguna, se sentenciarán los destinos del país?
Pero las dudas y los interrogantes no dan tregua. ¿Son tan débiles nuestras instituciones jurídicas, especialmente las altas cortes de justicia y el Congreso, que toda esta pirotecnia verbal del actual gobierno podría recibir el respaldo de los decepcionados que se cuentan a montón? ¿Le dará mayor razón a Petro para definir en las calles los grandes temas de Nación, la afirmación del exsenador y novelista Gustavo Bolívar, de que “más del 60% del Congreso es corrupto”? ¿Esa sentencia pondrá en bandeja de plata la estrategia gobiernista de manipular las montoneras para consagrar el mandato de Lenin de acudir a todas las formas de luchas para lograr sus objetivos?