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Columnistas | PUBLICADO EL 10 abril 2019

Joven, ¡Cristo Vive!

PorCarmen Elena Villa

¿Qué piden los jóvenes a la Iglesia? Muchos no piden nada. Simplemente porque no les interesa, incluso, como reconoció el Papa Francisco, “muchos piden expresamente que se les deje en paz ya que sienten su presencia como molesta y hasta irritante”. Y teniendo en cuenta esta realidad, el Papa publicó el pasado 2 de abril la exhortación apostólica Christus Vivit (Cristo vive) como fruto del Sínodo de obispos sobre los jóvenes y el discernimiento vocacional que se realizó en el Vaticano del 3 al 28 de octubre de 2018.

En Christus vivit el Pontífice habla de cómo la Iglesia siempre puede mostrar un mensaje bello y lleno de sentido a los jóvenes y cómo también existen muchos de ellos que han invertido los mejores años de su vida en iniciativas y actividades que hacen significativa su juventud y que, a la vez, rejuvenecen a la Iglesia. Algunos incluso han llegado a los altares y menciona entre ellos al beato Pier Giorgio Frassati, quien murió de poliomielitis en 1925 a los 27 años. Un joven con una alegría contagiosa que se dedicó al servicio de los indigentes y más necesitados. O la beata Chiara Badano, quien falleció de cáncer en 1990 a los 19 años y en lugar de quejarse, supo aceptar y ofrecer esta enfermedad que la agarró sorpresivamente y se la llevó tan pronto.

Francisco invita así a los adultos a no dejarnos llevar por una actitud pesimista hacia las nuevas generaciones. A que evitemos la cerrazón o desconfianza hacia ellos, sus proyectos e iniciativas. Más bien, nos invita a apostar por los jóvenes, a mostrarles que en la Iglesia hay espacio para ellos, que pueden, con su dinamismo, energía y creatividad, rejuvenecer la Iglesia y, como lo ha dicho en otros discursos y documentos, es conveniente que exista una retroalimentación entre los jóvenes y los ancianos, quienes pueden aportarles desde su sabiduría y a la vez dejarse llenar de su juventud y vitalidad.

Es hermoso ver a los jóvenes como “callejeros de la fe”, como lo ha dicho el Papa. Ellos se hacen protagonistas cuando encuentran en la Iglesia un espacio en el que pueden vivir su fe y traducirla en obras. Las misiones con los pobres o las obras sociales son iniciativas que les despliegan y les permiten donar lo mejor de sí. Y muchos descubren allí un llamado a vivir el resto de sus días de esa manera, en la entrega a los demás y de este modo que florecen las vocaciones a la vida religiosa y sacerdotal. Por ello se entiende que, aún en medio de situaciones difíciles y escandalosas, haya jóvenes ingresando al seminario, a casas de formación religiosas o existan tantas parejas jóvenes que se casan por la Iglesia, conscientes de la promesa que se están haciendo y sin temer a un compromiso de por vida y a la certeza de poder formar una familia. Por ello el Papa les reitera a todos los jóvenes del mundo: “La Iglesia necesita de su entusiasmo, sus intuiciones, su fe. ¡Nos hacen falta! Y cuando lleguen donde nosotros todavía no hemos llegado, tengan paciencia para esperarnos”.

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