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Mi sugerencia es superar el abuso de las narrativas falsas con hechos y datos, no dejándose llevar por discursos populistas y contrastando las cifras.
Por Jose Manuel Restrepo Abondano* - Jrestrep@gmail.com
Uno de los riesgos de las autocracias 3P, esas de populismo, polarización y post-verdad (mentiras), es que tienen una habilidad infinita para establecer narrativas. No importa si ellas se sustentan en mentiras o falacias. No importa si son solo trinos, discursos o influenciadores pagados en redes. Ejemplos en Colombia son los datos de incautaciones o producción de coca, donde se evita la relación entre incautación a la producción potencial de coca, que es el indicador más preciso. Dicho de otra manera, puede que las incautaciones crezcan, pero se desconoce que la producción de coca también y en esa relación la incautación relativa tiene el peor dato en la historia reciente del país. Otro ejemplo son las decisiones sobre el petróleo (no firmar nuevos contratos de exploración o impedir por razones ideológicas la explotación no convencional), desconociendo la necesidad de una transición energética ordenada. O también relativizar el crecimiento desbordado en secuestros, terrorismo o extorsión, como ejemplo de inseguridad.
Pero en economía, la búsqueda de victoria en las narrativas, está cometiendo un error de bulto y denota un espejismo en las cifras económicas. Es verdad que el PIB crece al 3,6% y que eso es aceptable, pero desconoce el efecto denominador de más de 3 años de caída de comercio, industria, minería, construcción y parte de los servicios. Cuando el denominador es malo, cualquier numerador muestra crecimiento en la fracción. O peor aún, es un crecimiento soportado en más de un 50% en el derroche fiscal, que nos lleva en este año y el siguiente al récord histórico de déficit fiscal y deuda pública. Por tanto, es un crecimiento aceptable pero no sostenible, porque la fuente clave, que es la inversión privada, tiene en relación con el PIB, el peor dato en las últimas dos décadas. Es también verdad que el desempleo disminuye, pero desconoce que pasa lo mismo en casi todos los países de América Latina y donde menos baja es acá o peor aún, que en los últimos dos meses 61% de las razones del mejoramiento dependen de la precarización del empleo (rebusque) y el aumento en la burocracia estatal. De nuevo es un empleo no sostenible o menos deseable. Y también es cierto que la tasa de pobreza baja, justamente por los dos cambios anteriores, pero la inequidad y la pobreza multidimensional son casi estables o empeoran en temas claves relacionados con política pública como salud, educación, vivienda o servicios públicos, demostrando que la política social no está dando resultados.
Mientras tanto, los problemas estructurales crecen y crecen. La inseguridad medida en extorsión y terrorismo avanza, la crisis fiscal se complica a pasos agigantados, los riesgos de un apagón energético se esperan a 1 o 2 años por decisiones de política pública de hoy, el acceso a crédito educativo subsidiado a los más vulnerables cae en más de un 80%, en salud el acceso a medicamentos completos es del 10% y crecen exponencialmente quejas y tutelas por el mal manejo en salud.
Mi sugerencia es superar el abuso de las narrativas falsas con hechos y datos, no dejándose llevar por discursos populistas y contrastando las cifras. Es desafiante, pero en una democracia es necesario.
*Rector Universidad EIA