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Por José Hilario López - redaccion@elcolombiano.com.co
Durante la actual campaña presidencial, caracterizada por mutuos ataques personales entre los candidatos que hoy puntean en las encuestas y por las escasas propuestas orientadas hacia reformas progresistas que requiere el país, me había prometido no inmiscuirme en el debate con opiniones que pudiesen agudizar la malhadada confrontación. Sin embargo, el abuso del populismo me obliga a incumplir mi promesa, en especial cuando se abordan temas técnicos que han sido objeto de mi interés, como es el caso de Hidroituango, proyecto este que es absolutamente necesario para la seguridad energética del país.
Después de superar los ataques a Hidroituango del anterior gobernador del departamento de Antioquia, agudizados con la llegada de Daniel Quintero a la Alcaldía de Medellín, cuando el pasado mes de diciembre las aseguradoras reconocieron a EPM la reclamación por la contingencia de abril de 2018, parecía que, por fin, Hidroituango podría encarrilarse hacia su terminación y puesta en marcha. Vana ilusión, como lo muestra un reciente video, divulgado por las redes, del candidato presidencial del Pacto Histórico, quien encabeza las encuestas sobre intención de voto, anunciando que lo más conveniente para el país es desembalsar y abandonar el gran proyecto hidroeléctrico.
Nadie espera ideas elaboradas en los candidatos en una campaña electoral, pero sí se les reclama mayor responsabilidad cuando expresan sus ocurrencias ante situaciones cruciales, como lo es el futuro energético del país. Cuando un personaje con responsabilidades políticas tenga que referirse públicamente a un tema técnico, debe haber madurado su ocurrencia, primera impresión que uno se forma de una situación, mediante un proceso de discusión con sus pares, asesores y expertos, que le permita formarse una opinión, que no una idea elaborada, a la que solo se llega más adelante mediante un análisis riguroso con amplia participación de los agentes involucrados, que permita formular la viabilidad técnica, económica, ambiental y social de la solución propuesta. Las ocurrencias lanzadas como globos al aire son propias de los populistas, las ideas consensuadas son propias de los demócratas liberales.
Veamos punto por punto los elementos involucrados en la eventualidad de abandonar el proyecto Hidroituango, como lo propone el candidato Petro.
Para desmantelar a Hidroituango se requiere, antes que todo, disponer de un sistema de desembalse controlado del represamiento, sistema este que todavía no existe y que técnicamente es inviable, considerando la longitud y diámetro de los túneles requeridos, las condiciones de alta presión bajo las que se deberían construir, sin precedentes a nivel mundial, así como sus costos exorbitantes, o volver a desviar las aguas por la casa de máquinas, donde ya se han instalado nuevos y costosos equipos, casi listos para entrar en operación a mediados del presente año.
Después de desembalsar se entraría a demoler la presa, conformada por un muro de unos veinte millones de metros cúbicos de material pétreo y arcilloso, que habría que trasladar y disponer en un sitio adecuado de depósito, localizado por fuera del cañón del río Cauca, lo que significaría un trabajo de magnitud casi comparable a la construcción de una nueva presa. Adicionalmente, para que el río retorne a su cauce natural habría que taponar los túneles de conducción y demás ductos ya construidos. Sobre la inviabilidad técnica del desmantelamiento de Hidroituango ya se han expresado muchos expertos en la materia.
Si Hidroituango no empieza a generar a plenitud en el año 2024, se crearía un déficit en la oferta de energía eléctrica para el Sistema Interconectado Nacional (SIN) del orden del 17,5 % de la capacidad instalada actual, que tendría que ser atendido con térmicas a carbón o a gas natural, muy seguramente importado, lo que se traduciría en incrementos significativos en las tarifas que pagan los usuarios y en mayores emisiones de CO2, lo que el candidato Petro debería rechazar para ser consecuente con su otra ocurrencia de suprimir la exploración de hidrocarburos en Colombia.
El abandono de Hidroituango significaría la quiebra de EPM y la pérdida de los ingresos del Instituto para el Desarrollo de Antioquia (Idea) y del epartamento de Antioquia, socios del proyecto, así como los traslados que el ente autónomo hace anualmente al Municipio de Medellín, de los cuales, en gran parte, dependen los programas sociales que benefician las comunidades más vulnerables de nuestra ciudad.
En las cuentas del candidato Petro se deben comparar, de un lado, los costos de terminación versus los ingresos futuros que generará Hidroituango y, del otro, los costos de desembalse y desmantelamiento, sin ingresos futuros. Una propuesta de tal magnitud debería haber sido el resultado de un profundo análisis de factibilidad técnica, económica, ambiental y social, elaborado por expertos en las diferentes disciplinas involucradas. Nunca podrá ser el resultado de una ocurrencia u opinión no calificada y sin ningún análisis.
Nuestro compromiso sigue siendo: ¡Salvar a Hidroituango!