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Columnistas | PUBLICADO EL 10 julio 2022

Futurofilia

Tejer nuestro futuro es fuente de gozo y de esperanza, enciende el brillo en nuestros ojos.

Por David Escobar Arango* - david.escobar@comfama.com.co

Querido Gabriel,

¿Qué los hace soñar en este momento?, preguntó ella, apenas comenzando la comida. Los comensales se miraron. Rápidamente comprendieron que se trataba de un juego que les permitiría sostener una conversación sobre asuntos bellos y constructivos, sin necesidad de hablar de la gente o de pasarse la noche contando anécdotas nostálgicas. Un primer valiente comenzó e inauguró una cena inolvidable.

El académico sueña con superar su ego, integrar espiritualidad y ciencia. La líder social aspira a movilizar la transformación de la agricultura en su región. El gestor cultural añora retornar a una región que ama para abrazar a sus amigos. La artista invoca una nueva creación, alquimia del tiempo. Fue hermoso ver esos rostros radiantes al regalarnos un vistazo a su alma y disfrutar de las miradas cómplices ante cada sueño que se lanzaba al infinito como una bengala de esperanza e ilusión.

En estos tiempos hay muchos que no logran ver el futuro, mucho menos crearlo. Quizás debido a la política, la violencia, la pandemia, la guerra o la inflación. Problemas no faltan, pero también hay miles de razones para creer. En medio de tantos desafíos, ¿no será este el momento justo para hablar de nuestra actitud hacia el futuro? Hablemos sobre por qué y cómo ser futurofílicos, sobre caminar por la vida con una mirada posibilista.

Tener una relación sana con el tiempo es esencial para el progreso y el bienestar, explica el profesor emérito de Stanford Philip Zimbardo, quien propone aprender del pasado, disfrutar el presente y, sobre todo, aproximarnos al futuro con un optimismo moderado. Las personas que se hacen cargo de su porvenir tienden a ahorrar, estudiar y cuidarse. A pesar de los obstáculos, asumen responsabilidad sobre su vida. Cultivar proyectos de largo plazo, además, parece tener alguna correlación con la longevidad, la salud mental y las relaciones perdurables.

Tejer nuestro futuro es, por otro lado, fuente de gozo y de esperanza, enciende el brillo en nuestros ojos. ¿Recuerdas el libro El hombre en busca de sentido, de Víctor Frankl? Las visiones que más nos emocionan e inspiran contienen una mezcla sana de bienestar individual con servicio al colectivo. “Solo somos felices cuando creamos”, le oí alguna vez a Pablo d’Ors.

La vida se renueva y florece al inspirarnos en nuestras visiones del futuro. Sin embargo, no se trata de descuidar lo único que realmente tenemos: el momento presente. Para esto, Zimbardo propone navegar la existencia con cierto hedonismo, disfrutando de placeres simples y de encuentros significativos. Del gozo proviene la energía para seguir imaginando y construyendo.

Hagamos la tertulia con gente que tenga distintas perspectivas. Ojalá logremos elevar la vista al horizonte y sacudirnos el exceso de pesimismo, la fracasomanía y las angustias. Te sugiero provocar la conversación con esta frase, llena de humor, que escuché esta semana en una canción del uruguayo Martín Buscaglia: “¿Por qué tengo miedo de todo?, ¿por qué siento angustia por todo?, ¿por qué me molesta todo, si soy tan inteligente? Será que no soy tan inteligente...” 

David Escobar Arango

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