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Columnistas | PUBLICADO EL 13 octubre 2022

Fortaleza energética

América Latina ofrece ejemplos de países cuyo potencial energético no ha podido hacerse realidad por culpa de un arreglo institucional deficiente.

Fortaleza energética
Por Rodrigo Botero MOntoya - redaccion@elcolombiano.com.co
Infográfico

Si alguien tenía dudas acerca de la importancia de la seguridad energética, Vladimir Putin se ha encargado de disiparlas. La invasión rusa a Ucrania ha trastornado el mercado mundial de energía. A causa de la suspensión de suministro de gas ruso, los consumidores europeos tendrán que pagar precios descomunales por la energía. La necesidad de encontrar fuentes alternativas de suministro de combustible a corto plazo se convirtió en un problema de seguridad nacional. Parafraseando a Pambelé, Mejor tener energía que no tenerla, y cuando uno no tiene energía, está débil.

Además de disponer de una dotación favorable de recursos energéticos, Colombia cuenta con una institucionalidad adecuada que, por un proceso de ensayo y error, se ha construido durante más de tres décadas. Esta es una combinación afortunada. América Latina ofrece ejemplos de países cuyo potencial energético no ha podido hacerse realidad por culpa de un arreglo institucional deficiente.

La mayor parte de la matriz energética colombiana está conformada por energía hidroeléctrica, es decir, proviene de fuentes de energía renovables, no contaminantes. El exministro de Hacienda, Diego Calle, definía el negocio de Epm como el de vender aguaceros. Ese es un beneficio que obtiene el país de su agreste topografía. Adicionalmente, el mundo nos compra, a precios altamente remunerativos, todo el carbón y el petróleo que podamos producir.

Una situación energética, al parecer privilegiada, y que algunos países envidiarían, esta siendo puesta en tela de juicio esgrimiendo argumentos ecológicos. Aspectos de la dotación energética del país que podrían ser considerados como positivos son percibidos como defectos del sistema que sería necesario eliminar. Hay grupos que se oponen a la construcción de represas, líneas de transmisión de energía eléctrica o gasoductos. Colombia cuenta con abundantes fuentes de energía eólica y solar en La Guajira. Pero esos recursos no pueden llevarse a los centros de consumo si se impide la construcción de las líneas de transmisión eléctrica correspondientes para unirlos al sistema nacional interconectado. Otros grupos consideran como una maldición tener yacimientos de hidrocarburos y carbón. Si bien es natural que estas opiniones se expresen en una sociedad democrática, es un motivo de preocupación que se incorporen a las políticas gubernamentales sin haberlas sometido a un amplio debate publico y sin contar con una cuantificación precisa de sus implicaciones. Parece paradójico que personas que se escandalizan por el hecho de que haya importaciones de alimentos concentrados para animales, miren con ecuanimidad la perspectiva de que el país pierda la autosuficiencia energética a causa de planteamientos ideológicos.

Sin ser perfecto, el ordenamiento institucional existente es complejo. Cubre los aspectos de planeación, producción, transmisión y distribución de energía. Está estrictamente regulado. Reformarlo requiere conocimientos técnicos y coherencia conceptual. No es algo que pueda encomendarse a la voluntad de un funcionario. Conviene tener presente que lo que está de por medio es nada menos que la seguridad energética del país

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