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Columnistas | PUBLICADO EL 08 diciembre 2020

Formación digital

Por juan camilo quinterojuanquinterocti@gmail.com

Es claro que el encierro durante la pandemia hubiera sido otro sin la virtualidad. Las facilidades que nos brindaron plataformas para reuniones virtuales permitieron la comunicación con nuestros familiares, amigos y nos ayudaron a cumplir con temas laborales. Esta pandemia que no deja ganadores, sí beneficio a las plataformas de comercio electrónico y de entretenimiento. Basta ver las cifras de Amazon o de Netflix por solo mencionar la más conocidas.

Sin lugar a dudas, los cursos masivos en línea, más conocidos como Mooc´s, no reemplazan la educación universitaria pero sí la complementan y abren espacios de aprendizajes para las artes, oficios y actualizaciones en temáticas especializadas. De manera sorprendente las plataformas educativas virtuales crecieron este año, a decir verdad, varias de ellas ya habían acumulado una gran tracción en años anteriores, pero sin temor a equivocarme el 2020 ha sido su mejor año. Solo para la muestra, Quizlet hoy día acumula más de 20 millones de estudiantes en el mundo. Udemy ha desarrollado más de 65.000 cursos cortos. Skillshare ha montado más de 20.000 clases y ni hablar de las rondas de series de inversión que han alcanzado a la fecha, logrando decenas de millones de dólares en cada una de ellas.

La flexibilidad, el bajo costo de cada curso, el nivel de los profesores hace de los Mooc´s la oportunidad perfecta para la formación complementaria. Hace poco realicé en Babson College un curso de Capitalismo Consciente dictado por el profesor Raj Sisodia, maestro en la materia y en una gran Universidad. Este mismo curso, hecho de la manera tradicional hubiera requerido una inversión millonaria, en esta plataforma el costo fue menos de US$70.

Las grandes universidades están creando sus propias plataformas de Mooc´s o se montan en ya creadas como Coursera, buscando de esa manera capturar la enorme masa de personas que, más allá de un título, están buscando actualización en sus intereses académicos y de ocio.

Platzy es nuestro ejemplo en Colombia, plataforma creada por Fredy Vega y su socio guatemalteco Christian Van Der Henst, quienes siguiendo el mismo camino de las grandes plataformas globales, han ido escalando no solamente en financiación, sino también en geografías y hasta el año pasado alcanzaba un millón de estudiantes. Pareciera que cada vez esta startup logra más tracción, no solo por sus cursos, sino también por su pertinencia, a tal punto que alrededor del 70% de sus estudiantes mejoran sus ingresos y aproximadamente el 20% toman el camino del emprendimiento.

En un año complejo donde la educación universitaria está golpeada por la disminución de matrículas y especialmente cuando las nuevas generaciones buscan aprender, aplicar el conocimiento y ganar dinero a la vez; parece una gran oportunidad para que las universidades tradicionales estructuren alianzas con plataformas locales e internacionales. De igual manera, tal vez sea la oportunidad para reivindicar la formación técnica y tecnológica, y empecemos a valorarlas y a entender que la única opción de emplearse no es solamente alcanzando un título universitario. En esta nueva lógica, un joven que se forma en Platzy, en diferentes cursos en un año, sale con competencias digitales buenas y puede estar ganándose fácilmente 3 salarios mínimos. Un sueldo que universitarios con experiencia muchas veces no alcanzan a tener.

Juan Camilo Quintero

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