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Columnistas | PUBLICADO EL 06 mayo 2019

EXPORTACIONES SOÑADAS

Por Enrique López Encisoealopezen@gmail.com

Diversificar las exportaciones es el sueño inalcanzable de quienes piensan en una política de desarrollo para Colombia. Primero fue el Estatuto Cambiario, Decreto 444, con su tasa de cambio deslizante para estimular el desarrollo exportador. En un momento se pensó que la apuesta por la apertura de la economía iba a permitir el desarrollo de las exportaciones industriales y agroindustriales porque se tendría una industria más eficiente y competitiva.

Con el tiempo se vio que la apertura no pudo mantenerse y la economía se fue cerrando con el uso desmedido de la protección no arancelaria como han demostrado los trabajos de García y Montes. El desarrollo exportador tampoco se dio, si bien en un momento en los noventa se alcanzó a tener una estructura exportadora donde nuestros bienes primarios iban al mundo desarrollado y los manufacturados a países en desarrollo, eso no se mantuvo.

Lo que diferentes trabajos están mostrando es que el sector exportador colombiano se estancó y otra vez depende sobre todo de los bienes primarios. Para que eso sucediera confluyeron varios elementos. Lo primero ya se dijo, cerrar la economía afectó la productividad del producto colombiano. Después con el superciclo de los precios de las materias primas que llevó a que se disparara el valor de nuestras exportaciones de petróleo y el ingreso de dólares a la economía, se esfumó la competitividad de nuestra producción no petrolera.

Nuestra canasta exportadora pasó a ser dominada por el petróleo, mientras que las exportaciones no minero-energéticas cedieron el terreno que habían ganado, su logística y su trabajo, y se perdió la oportunidad de participar en las cadenas de valor modernas. No es sorprendente que al cambiar completamente la situación macroeconómica las exportaciones no respondan al estimulo de la tasa de cambio, cuando más se les necesita.

El trabajo de Cepeda-López y sus coautores (“Apertura e integración de Colombia a la red mundial de comercio: mucho ruido y pocas nueces”) muestra otra faceta de ese proceso utilizando la técnica novedosa de las redes. Así, Colombia hace parte de una red de comercio y ya no es vista aisladamente. Hace transacciones comerciales y ocupa un lugar en la red mundial de comercio de acuerdo con ellas.

Los principales resultados del trabajo son bien interesantes. Si bien Colombia incrementó el número de socios comerciales y el valor de sus exportaciones e importaciones, no mejoró en su importancia en la red mundial de comercio. Si se le compara con países como Chile o Perú, el país incluso retrocedió.

Pareciera que están mal las cosas en la integración del producto colombiano a los mercados mundiales, para que permitan obtener los beneficios que sobre el crecimiento de una economía tiene el comercio internacional. Los pares (Chile, Perú), como dice el trabajo, sí van bastante bien y hay razones para pensar que Colombia también se merece esa suerte si logra estar en secciones más dinámicas del comercio internacional y se aleja de la dominancia de las exportaciones minero-energéticas.

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