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Columnistas | PUBLICADO EL 02 julio 2021

Esto es lo que no queremos

Por Ramiro Velásquez Gómezramirovego@gmail.com

Más muertos por robarles el celular y unos pesos. La vida en Colombia no vale nada. Alguien conocido de una red social, estudiando ahora en el exterior, expresó que esa es la gran diferencia con donde reside por ahora.

No es solo la vida, aunque es lo más importante. Hay otras cosas que no valen nada: los bienes, la decencia, ir de frente, por ejemplo.

Hasta aquellos que se llaman gente de bien y creen y juran que todo está bien andan en autos con vidrios negros, sin joyas y escondiendo celulares.

A pesar de la riqueza de nuestras tierras, de personas e iniciativas demasiado valiosas, de nuestra diversidad cultural y biológica, hay situaciones que afectan, mucho, la vida normal, más para los de a pie.

En Medellín existen más de 350 bandas. Roban, matan y extorsionan. Tan arraigadas están que se aceptan en muchos barrios y les pagan por una supuesta vigilancia que el Estado no brindará.

A miles de campesinos les quitaron su tierra. Y si aún hoy reclaman los matan asesinos que en diversas regiones cuentan con aval de políticos.

Nada menos EL COLOMBIANO esta semana describía cómo en unas zonas rurales los ilegales son ley: solucionan diferencias, castigan al que “se porta mal” y hasta multas imponen.

Hace rato se nos perratió la decencia y a pocos importa. Si se añaden mentiras a la hoja de vida se asegura un buen cargo. Si se hace trampa hasta de ministro se termina. Y las falsedades ayudan a saltar la fila y vacunarse o hacer lo que sea.

A quien expresa su pensamiento, diferente al de otros, lo insultan y vilipendian.

Si se es mujer no puede ir tranquila por ninguna calle ni parque, sea en barrio rico, sea en uno pobre. Lo mínimo que debe soportar son obscenidades o la tocan y persiguen con la mirada como si fuera objeto en exhibición.

Acá más de la mitad se queda sin educación, la salud hay que mendigarla y ni la cosecha pagan bien al campesino.

Si se sale a protestar por todo esto y pedir una vida digna, se puede morir a manos de la misma fuerza pública.

Hay que proseguir en la lucha para que esto cambie, para que se respete la vida, impere la decencia y haya oportunidades para todos, tengan dinero o no.

Tarea difícil, de largo aliento y contra el querer de los beneficiados por la fortuna.

Maullido: resalto la valentía de los jóvenes que siguen protestando pidiendo dignidad (no comparto el vandalismo de algunos)

Ramiro Velásquez Gómez

Si quiere más información:

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