<img height="1" width="1" style="display:none" src="https://www.facebook.com/tr?id=378526515676058&amp;ev=PageView&amp;noscript=1">
Síguenos en:
x
Columnistas | PUBLICADO EL 26 septiembre 2020

El derecho a la sonrisa

Por Ernesto Ochoa Morenoochoaernesto18@gmail.com

La vida se carga cada día de tensiones y amarguras. Como si nunca amaneciera limpiamente, la jornada se cubre, desde su albor, de malas noticias, de oscuros presagios, de situaciones difíciles. Cada amanecer es una grieta que se le abre a la alegría. Y las gentes van por los caminos con la cara fruncida, cansados desde dentro, desesperanzados. Somos un zoológico de seres enjaulados en la desesperanza, haciendo muecas tras las rejas del desencanto.

Hemos perdido el sentido de la risa. Dedicados, como estamos, a trascendentalizarlo todo, a dramatizarlo todo con un regusto trágico, no tenemos tiempo para el ridículo (que ridículo es lo que hace reír) y, si acaso, disimulamos el vacío ametrallando a carcajada limpia (a carcajada sucia, mejor, las más de la veces) los pequeños placeres que nos permite la vida en los ratos libres que nos deja el desespero.

Hemos olvidado el placer del ridículo, que no es otra cosa que saber descubrir bajo la piel de las cosas y de las situaciones un aspecto risible que lo reconcilia a uno con la serenidad. Encontrar esa posibilidad de sonrisa en el mundo que nos rodea es una forma de sabiduría. O de ternura, si se quiere, que es casi lo mismo.

Tiene la risa, más aún la sonrisa, un aspecto iluminador. Es curioso que en griego el verbo “guelao” signifique reír pero también brillar, iluminar. Y “galene”, de donde viene nuestra “galena” (el mineral compuesto de plomo y azufre), con la misma raíz de Galeno, el nombre del famoso médico antiguo con el que se denominan los profesionales de la medicina.

Supongo que el amable lector habrá sonreído ante este inesperado viaje por la etimología para demostrar que la risa y la sonrisa son un estado anímico que ilumina el espíritu. Es un error creer que la risa es solo el fruto burdo de un chiste o de una broma. Es algo más profundo. Es una afloración del espíritu frente a los aspectos ridículos (ridículo: lo que hace reír) de la vida.

Defiendo, pues, el derecho a la risa como posibilidad de redención en medio de la angustia y la tragedia. Hasta Dios tiene una connotación lúdica. Por eso se habla hoy de la teología de la fiesta. Siempre me llamó la atención la afirmación de Víctor Hugo en el libro primero de la segunda parte de “Los Miserables”, al referirse a la batalla de Waterloo, cuando dice que “la sonrisa suprema pertenece a Dios”.

Releo lo escrito. Tal vez he hecho el ridículo con mis torpes filosofías. No importa, lector, si usted ha sonreído. De eso se trataba, de propiciar el derecho a la risa, a la sonrisa

Si quiere más información:

.