Pico y Placa Medellín
viernes
3 y 4
3 y 4
Por Daniel Restrepo - opinion@elcolombiano.com.co
Uno de los grandes desafíos que vive un emprendedor es la inevitable asociación de su SER con su HACER, es decir con su Startup. Casi que el apellido del emprendedor es la marca misma. La persona que crea un emprendimiento termina, con el tiempo, vinculando su valor personal a ese proyecto. En mi caso, me sucedió más de una vez. Mi primer emprendimiento fue TallerA, y durante años muchas personas me reconocían como Daniel TallerA. Tomar la decisión de retirarme fue difícil, no solo porque no sabía qué iba a hacer después, sino porque tampoco sabía quién iba a ser después. Había confundido mi identidad con lo que hacía desde TallerA.
Con el tiempo, he descubierto que no era el único. En conversaciones con otros emprendedores, he visto cómo muchos viven lo mismo: al consolidarse como fundadores o CEOs de una startup, su identidad termina fusionada con la de la empresa. Y cuando, por distintas razones, llega el momento de salir —una decisión de la junta, un cambio de propósito, una diferencia con los socios—, aparece el miedo a desaparecer. Ese miedo a no saber qué hacer o pensar que su valor personal radica en su hacer. Muchos se preguntan ¿Y ahora, qué me pongo a hacer?. Lo duro incluso de esto es que muchas veces los CEO dieron y sacrificaron todo: tiempo, familia, recursos y, cuando sucede que deben dar ese paso al costado, es posible que se lamenten.
Es importante entender que, no siempre vas a ser el CEO de la organización. A veces las decisiones son abruptas, otras veces la vida simplemente te lleva por otro camino. En mi caso, en TallerA coincidió un cambio profundo en mi propósito de vida con una conversación difícil entre socios. Años después, como CEO del Club del 1%, la Junta Directiva decidió que no debía continuar en el cargo. Para ese momento ya había pasado de ser Daniel TallerA a Daniel del Club. Fue un golpe duro, pero con el tiempo logré encontrarle sentido.
Porque entendí que soltar no es fracasar, es evolucionar. El valor de un emprendedor no está en el cargo ni en el logo que representa, sino en la capacidad de crear, reinventarse y volver a empezar. Ser fundador no significa quedarse atado para siempre. A veces el mayor acto de liderazgo es dar un paso al lado para permitir que algo siga creciendo sin ti. Y en ese proceso, reencontrarte contigo mismo: sin el título, sin la tarjeta, sin el nombre de la empresa al lado del tuyo o, también entender que por una decisión que toma una organización, su junta directiva, etc, decisión que hace que tengas que dejar de ser eso que creías que lo era todo, con el tiempo tendrá sentido.
Hoy sé que no somos las marcas que creamos. Somos las historias, los aprendizajes y las personas que fuimos en el camino. Los proyectos cambian, evolucionan o terminan, pero la esencia de lo que somos permanece. Y esa esencia, cuando se libera del miedo a “dejar de ser alguien”, puede convertirse en el punto de partida para todo lo que viene. Así que si por alguna razón, estás dudando en si continuar con tu startup ya que tu sentido de vida ha cambiado, puedes hacerlo; Si por alguna razón, llevas años dedicados a tu startup que, con el tiempo evolucionó y ya no haces parte de esa evolución, no pasa nada. Sos más que la marca.