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Columnistas | PUBLICADO EL 03 agosto 2020

El centenario de Otto Morales

Por Eduardo Durán Gómezredaccion@elcolombiano.com.co

El siete de agosto próximo se cumple el primer centenario del nacimiento de Otto Morales Benítez, uno de los colombianos más influyentes de la segunda mitad del siglo XX y parte del XXI.

Nacido en Riosucio, Caldas, se trasladó a Medellín donde cursó sus estudios de Derecho en la Universidad Pontificia Bolivariana, para iniciar luego su extenso periplo profesional y político.

Pronto llegó al Congreso a representar a su departamento, y allí comenzó una brillante carrera gracias a su enorme capacidad de estudio, que lo colocaba rápidamente en el centro de los más importantes debates, en los que podía destacarse como un aventajado erudito, en medio de sus condiciones de orador, de jurista y de hombre de letras, poseedor de una cultura universal de grandes proporciones.

Otto, con su inteligencia, preparación, y con la influencia de su atrayente personalidad, se convirtió en toda una celebridad del Congreso de Colombia y de allí lo sacaron en dos oportunidades los presidentes de turno para que fuera ministro, primero de Trabajo y después de Agricultura. En esas carteras se compenetró con el país entero; su contacto con trabajadores de las ciudades y con campesinos, lo convirtieron en un hombre capaz de entender todos los fenómenos sociales del país, cuyos análisis los tradujo en cientos de textos en donde reflejaba el sentimiento de la Colombia humana y mestiza, y que supo llevar a los más encumbrados foros internacionales, en donde su pensamiento logró consolidarse con una dimensión continental.

Fue una persona muy cercana a presidentes como Eduardo Santos, Alberto Lleras, Carlos Lleras y Belisario Betancur, este último su compañero inseparable desde las bancas universitarias y mutuamente se decían con jocosidad “godo” y “cachiporro”.

Después de haber dirigido el Partido Liberal y de haber sido candidato a la presidencia de la República, ocurrió su retiro político.

Falleció a los 96 años, en pleno uso de sus facultades y cuando Colombia entera lo identificaba como uno de los intelectuales más valiosos de todos los tiempos. Dejó 140 libros publicados, perteneció a todas las academias importantes del país y le dio lustre a todos los escenarios a los que estuvo vinculado.

Otto Morales exhibía una enorme sonrisa que inmediato contagiaba de alegría a todo el auditorio. Siempre encontraba gracejos para dirigirse a las personas o como preámbulo a sus intervenciones, y todo el mundo quería escucharlo, estar cerca de él, disfrutar de su enorme personalidad que tanto impactaba.

(Colprensa)

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