viernes
0 y 6
0 y 6
El coronavirus se ha convertido en un casino. Todos predicen y juegan en las mesas en donde se apuestan las cifras que en materia de salud pública y economía nacional e internacional, arrojará al final de cuentas, el microscópico bicho. Toda clase de apostadores –académicos, científicos, especuladores, charlatanes– se juegan los restos con sus vaticinios por lo general catastróficos. Todos difieren en conceptos y guarismos. Los más serios, arriesgan el pellejo de su credibilidad. De acuerdo con la evolución de la pandemia, cada vez que apuestan, cambian de fichas para ver si aciertan en esta ruleta alucinante.
El coronavirus se va a quedar por buen tiempo causando destrucción y llanto. Y tiene confinados a niños y ancianos –arrinconados como muebles viejos–, víctimas principales de la casa por cárcel. Hace estragos con muertes a montón. Destruye empleos y agranda las desigualdades. Y sobre tantos destrozos, crecen las especulaciones sombrías que están disparando los niveles de estrés, pánico y toda clase de enfermedades síquicas.
Si la política es dinámica, eufemismo con que se cubren los desertores, sí que lo es la economía. Cada día nuevos pronósticos. La ruleta se agita. Se mueve con gran velocidad sin que aún se detenga en algún número que dirima las diferencias de tantos apostadores. Sigue moviéndose en el mercado de las especulaciones de los profetas que cada día atrae más jugadores al casino para apostarle a la cifra de la caída de todos los sectores de la economía.
Para confirmar toda esta maraña de confusión, miremos sin necesidad de lupa. El Fondo Monetario Internacional dijo que la economía colombiana caerá este año en el 2,4 %. Fedesarrollo, sostuvo que la caída será del 3,5 %. El economista jefe del banco BNP Paribas aforó su descenso en el 3 %. Es decir, sacó promedio entre el Fondo Monetario y Fedesarrollo. Y el Banco de la República abrió un paréntesis mayor –para que el margen de error lo salve de cuestionamientos– al calcular que decrecerá entre el 2 y el 7 %. Eso nos trajo al recuerdo de un cazurro amigo que en reuniones políticas para analizar problemas y estrategias de partido, hablaba siempre de último para promediar los argumentos expuestos por sus camaradas y así exponer su ecléctica conclusión.
En esta feria de cifras, acerca del comportamiento que se espera de la economía para el final y los próximos años, habrá rebrote similar al que se espera en la pandemia. Los desplomes son un hecho. Se adivinan nefastas consecuencias en lo laboral y social, que podrían originar no solo movimientos explosivos de masas causados por la multiplicación del desempleo y pobreza que conducen irremediablemente a la hambruna. El hambre desata violencias como históricamente se ha comprobado, luego de pandemias tan severas como la que hoy vivimos.
Mientras la pandemia brota, rebrota y rebota como pelota de caucho, persistirá la baraúnda de los estadígrafos que con sus cifras aspiran aproximarse a la realidad. Parecería que el coronavirus estuviera garabateando cálculos para crear más incertidumbres en este juego de ruleta envenenada.