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Columnistas | PUBLICADO EL 08 septiembre 2022

Educación para tiempos pandémicos

El cambio profundo de una sociedad lo produce la educación; ella transforma, abre oportunidades, estrecha brechas y permite avanzar como humanidad.

La pandemia ha llevado a grandes reflexiones y a resignificar distintos ámbitos de la vida. La parálisis del mundo entero que significó desempleo, pobreza y muerte no puede pasar en vano. Esto invita a entender que la educación debe evolucionar, pero no solo por los perversos efectos que tuvo la pandemia en el aprendizaje, sino también por los imperativos que surgen de comprender varios aspectos de la misma.

Diversos estudios han mostrado que el coronavirus afectó el aprendizaje, siendo los indicadores aún más adversos para las poblaciones de menores ingresos y para el sector rural. La Universidad de Boston mostró que 60 % de los estudiantes estadounidenses de una muestra representativa presentó algún tipo de enfermedad mental durante la pandemia. Es urgente adelantar un plan que ayude a superar los menores y desiguales resultados de aprendizaje e incluir apoyo psicológico. Estas tareas son urgentes en el caso de nuestro sistema educativo, en especial en básica y media.

El cambio profundo de una sociedad lo produce la educación; ella transforma, abre oportunidades, estrecha brechas y permite avanzar como humanidad. Pero la educación no consiste solo en preparar a las personas para un competitivo desempeño laboral, pues la pandemia demostró la necesidad de una enseñanza que forme ciudadanos, seres compasivos y solidarios, y que esté orientada a su desarrollo integral. En palabras de Savater, una educación humanista da la posibilidad de “aprender a discutir, refutar y justificar lo que se piensa, fomentando el espíritu crítico, la curiosidad y la sensibilidad para apreciar las más altas realizaciones del espíritu humano”. Su pluralidad permite que sea “un artificio contra el destino de nuestra cuna”. Una educación, como diría Estanislao Zuleta, que no nos ahorre la angustia de pensar. Una educación que necesariamente tiene que cerrar sus enormes brechas en resultados de aprendizaje entre ricos y pobres, población urbana y rural.

Se requiere también fortalecer una enseñanza que promueva el cuidado y la preservación del medio ambiente. Quammen señala que las alteraciones del hombre a los ecosistemas han ocasionado la dispersión de distintos virus, incluyendo quizás el coronavirus. La educación hoy debe contribuir decididamente a un nuevo relacionamiento del ser humano con la naturaleza; como afirma el filósofo coreano Han: “de la tierra nos llega el imperativo de cuidarla bien, tratarla con esmero”. Es necesario que los planes de estudio amplíen la consciencia sobre el cuidado de la tierra y los límites al capitalismo salvaje, así como la necesidad de cuidar el acceso al agua, y a los alimentos y al disfrute de la naturaleza. Colombia lo ha intentado a través de un modelo educativo de competencias transversales, pero quizás es insuficiente.

Por último, conviene desempolvar los desafíos señalados por Juan Luis Mejía en la Misión de Sabios (sesión del Parque Explora) en 2019, al afirmar que la educación, en sí misma, debe estar en un permanente proceso de aprendizaje y reflexión, cuyo pilar fundamental sea un concepto amplio de integridad 

Mauricio Perfetti del Corral

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