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Colombia está hoy mejor conectada económica y logísticamente con Estados Unidos y el Caribe que con el Cono Sur.
Por David González Escobar - davidgonzalezescobar@gmail.com
A nuestro país le hacen falta ideas y visiones originales, que trasciendan los lugares comunes.
Por eso me alegra la publicación de Colombia Ganadora, el nuevo libro de los Alejandro Salazar en coautoría con Sebastián Salazar: un texto que —independientemente de que se compartan su estilo o todas sus tesis— ofrece una visión distinta sobre cómo entender a Colombia y sobre el futuro que deberíamos construir como nación.
Creo que donde el libro mejor logra ese propósito es en el capítulo 9, en el que plantea que Colombia debe dejar de lamentarse por sus “desventajas selectivas” —aquello que parecía condenarnos— y reconocer que, de ellas, ya germinan ventajas competitivas que deberíamos potenciar cada día más:
• Colombia ya no es el “Tíbet de Suramérica”. Aunque la geografía montañosa que nos convirtió en un país de regiones aisladas y con poca inmigración sigue ahí, en las últimas décadas hemos pasado a ser un hub continental que enlaza norte y sur, Pacífico y Atlántico. Lo confirman dos activos de infraestructura desarrollados mediante APPs: el aeropuerto El Dorado, que en 2024 registró el mayor tráfico de América Latina, y el puerto de Cartagena, uno de los más productivos del mundo.
• Más que un país suramericano, somos un país al sur de Norteamérica. Colombia está hoy mejor conectada económica y logísticamente con Estados Unidos y el Caribe que con el Cono Sur: tenemos la oportunidad de consolidarnos como líder regional entre México y el Ecuador.
• Pasamos de ser un país con baja inversión extranjera a un hub inversionista. Hoy, multinacionales usan Colombia como base regional y compañías nacionales se han transformado en multilatinas, especialmente activas en el Caribe. El ecosistema startup también resulta más vibrante que en otros países de la región.
• Colombia tiene el potencial de convertirse en una “meca” de contenido. Dejamos de ser meros consumidores de cultura para transformarnos en un país donde nuestros músicos encabezan las listas globales de Spotify y donde múltiples productoras establecen su base para crear contenidos de Netflix.
• Ya no somos un país de campesinos, sino una economía de servicios. Mientras el agro aporta apenas el 13% del empleo, Colombia se ha urbanizado y hoy la mayoría de la población vive en ciudades cuyo tejido económico se conecta con el mundo mediante servicios. Remesas, turismo, exportación de servicios y propiedad intelectual pesan ya más que varias exportaciones tradicionales, tendencia que se profundizará.
• Es hora de pasar de un país centralista a un país de ciudades. Aunque muchas decisiones aún se toman en Bogotá, gracias a la descentralización política y económica de la Constitución del 91, Medellín, Cali, Barranquilla, Cartagena y Bucaramanga han consolidado modelos de desarrollo propios y formas diversas de conectarse al mundo.
• Colombia ya no es un país pobre. El crecimiento económico de lo que va del siglo XXI nos ubica cerca de las treinta economías más grandes del planeta y con un PIB per cápita de ingreso medio.
• De ser uno de los países más violentos podemos pasar a ser el aliado regional de seguridad para Estados Unidos. La experiencia interna en inteligencia y combate otorga a nuestras Fuerzas Armadas una ventaja competitiva en la agenda hemisférica contra el crimen organizado, hoy un problema mayor en México y Ecuador.
Un libro que, sin duda, dará de qué hablar.