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Ha sido noticia en estos días la transformación de la Fábrica de Licores de Antioquia (FLA) en una empresa industrial y comercial del Estado, después de algunos tropiezos, ya que necesitó de tres intentos para aprobarse. Esta es una medida necesaria para que la empresa pueda adaptarse a las condiciones actuales del mercado y afrontar nuevos retos, empezando por el sistema de distribución que es bastante oscuro, y obedece al arcaico sistema de monopolios que tienen los departamentos sobre la venta de licores.
Pero por más necesario que sea, no debería ser esa la prioridad de esta administración. Creo que el gobernador, después de poder estar nuevamente al frente de su despacho, debería enfilar todas sus baterías en la educación para evitar un daño irreparable en las generaciones futuras.
La alternancia finalmente llegará, pero no a los más necesitados, en esas regiones tan lejos de Medellín. Nos debería inquietar el porvenir de los niños y niñas de los pueblos y veredas del Urabá y el Bajo Cauca porque cuando hablamos de las causas del conflicto, de las causas de la violencia, de la pobreza, de la desigualdad, de la falta de oportunidades, hablamos precisamente de esto. De darles educación a los que no están accediendo, de darles herramientas para su futuro, de no dejarlos a merced de los grupos criminales, que los reclutan y los utilizan, y garantizar que no pasen hambre.
No podemos dejar de luchar por una Antioquia, como la de las historias de los abuelos, como decía Tomás Carrasquilla en Grandeza; “esa Antioquia que se agita, se revuelve, en busca de ideales. Vibra a todas las corrientes, palpita a todas las novedades, se abre a toda idea; sin pensarlo, sin quererlo, tal vez entra en la evolución”.
No podemos permitir que muchos niños nunca vuelvan a estudiar, que se queden trabajando, otros van a ser presa de las estructuras criminales o a desviar su camino; el embarazo adolescente va en aumento. Ellos son el futuro de la sociedad, contábamos con ellos, y ellos deberían poder contar con nosotros.
Si el problema es que las sedes físicas de las escuelas tienen fallas estructurales, llevemos las escuelas a las canchas deportivas o a los parques municipales. Si el problema es que no hay agua, entonces llevemos carrostanque y baños portátiles. Si el problema es que los maestros no quieren dar clases consigamos estudiantes universitarios y voluntarios que quieran aportar su granito de arena. Si el problema es que no hay recursos pidámosle ayuda a los empresarios que tantas labores sociales han emprendido y que recientemente han sido muy estigmatizados. ¡Cuando se quiere se puede!
P.D.: Buena noticia para la región y para la educación los nombramientos de Claudia Restrepo en Eafit y Federico Restrepo en la U. de M. .