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Un seminarista al que le encantaba fumar, sorprendió a un compañero haciéndolo, aunque estaba prohibido. Acercándose le preguntó: ¿por qué fumas si yo le pregunté al Superior si podía fumar mientras rezaba y él dijo que no? Y el compañero respondió: hiciste mal la pregunta, yo le pregunté si podía rezar mientras fumaba, y así no podía negarse.
Por estos días de incertidumbre, algunos reclaman que la economía no debe sacrificarse por una epidemia que no extinguirá la raza humana, y que el remedio no puede ser peor que la enfermedad. Hagamos un ejercicio simplificado, meramente ilustrativo, y veamos cómo responder según la pregunta. En 2017 la tasa de mortalidad total en Colombia fue del 0.055%. Pregunta 1: ¿Sabiendo los altísimos costos que conlleva paralizar la economía por los aislamientos, usted tomaría esa decisión si no hacerlo provocaría que la tasa pase solamente del 0,055% al 0,056%? Visto así parecería que una pendejésima no justifica una recesión económica.
Cambiemos la forma de la pregunta. Supongamos que la tasa de mortalidad sobre todos los infectados de covid-19 en Colombia sea apenas del 0,7%, porque mi Dios nos quiere mucho y hay que ser “optimistas”. Como podemos estar seguros de la prudencia de los colombianos, pues somos una población tan educada y disciplinada como la japonesa pero no tan envejecida, y que la teoría de la “inmunidad colectiva” es tan confiable como la palabra de JuanMa y las Farc, entonces no serían necesarias medidas drásticas como el confinamiento. Así las cosas, para mayo podríamos tener unos 750.000 infectados, y con esa tasa de mortalidad “solo” tendríamos unos 5.200 muertos, que “escasamente” elevarían la tasa de mortalidad total. Entonces Pregunta 2, que es igual a la 1 pero de forma distinta: ¿Si usted es el presidente de Colombia, para no afectar la economía asumiría la responsabilidad de 5.200 muertos, con la posibilidad que usted o su papá estén en la lista?
No digo que la economía, los empleos y las empresas, que tanto cuestan crear en un país con casi todo en contra para que ello suceda, no importan. Pero los enfermos y los muertos ni trabajan ni compran mucho y si no se restablece la confianza de coexistir unos con otros, a cualquier distancia, la economía es solo una ficción teórica.
Si no destruimos el virus, ni siquiera la discusión sobre cómo hacer correctamente las preguntas es pertinente, porque enfrentaremos preguntas que no tendrán la posibilidad de cambiarse y menos responderse, como por ejemplo: ¿si no hay respiradores suficientes a quién dejamos morir? La ética médica sugiere que debe salvarse “el mayor número de vidas posibles”. Pero eso podría entenderse también como que hay que salvar el “mayor número de años de vida posibles” y entonces: ¿desconectamos el ventilador de su mamá, que estadísticamente no vivirá muchos años más, para salvar a su hijo?.