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Columnistas | PUBLICADO EL 18 febrero 2021

Colombia, a aprovechar
lo que tiene, ¡ya!

Por Luis Carlos Villegas E. redaccion@elcolombiano.com.co

El mundo está endeudado. Varios países desarrollados cuentan con créditos públicos que superan el 100 % del PIB; es decir, deben todo lo que producen y más; el ingreso per cápita de los europeos y norteamericanos está comprometido con deudas de sus Estados, sin contar las privadas. Así, los espacios para el ahorro y la inversión son pocos y por ende, se afectan crecimiento futuro y viabilidad del pago de las acreencias.

En Colombia, el endeudamiento público ha llegado al aterrador 65 % del PIB: de cada diez pesos que producimos, casi siete están comprometidos con deuda pública; de los USD $5300 de ingreso por habitante, a donde cayó el PIB el año pasado por la pandemia, USD $3550 es lo que cada uno debe a nombre del Estado en pesos y dólares. Es el doble de hace ocho años: se aceleró en 2019 y, dramáticamente, en 2020.

Lo grave no es que crezca la deuda, lo grave es que crezca tanto, con decrecimiento de la producción, rebaja en el ingreso por habitante, subida de la pobreza y aumento de la población, con alto desempleo. Nos prestan afuera porque aún tenemos grado de inversión y un récord impecable de pagos; y adentro porque el Estado es el mejor cliente de los bancos. Al menos por el momento.

La pregunta es cómo vamos a retomar la senda de un crecimiento que mejore la relación deuda-producto y deuda-ingreso. Con aguacates, cafés especiales, flores, manufacturas livianas, turismo y aceite de palma solamente, no lo vamos a lograr; en el mediano plazo creceríamos al modesto y tradicional 3 %, con un pico del 4 % este año, y así nuestra capacidad de ahorrar como personas, empresas y Estado estaría muy limitada.

La única solución es hallar en nuestra economía activos adicionales que refuercen el camino exportador que tan difícilmente hemos trazado en estos años. Me refiero a nuestros recursos naturales no renovables. El petróleo, el gas, el oro, el hierro, el mismo carbón, el fósforo, las tierras raras, la plata, las piedras preciosas y demás, deben salir ya a la palestra como el medio más seguro para evitar un colapso de nuestro sendero hacia la prosperidad y el desarrollo, seriamente entrabado por el año 2020 y su virus sin fin.

El mundo desarrollado, si no hay más novedades de salud pública, volverá al consumo alto de energía y de materias primas en 2021, 2022 y siguientes; el horizonte de largo plazo es afortunadamente el de las energías renovables, en las cuales también tenemos potencial; pero en el mediano y corto plazo petróleo, carbón y gas tendrán precios crecientes y en todo caso rentables para el ahorro del Estado y para la exploración de nuevas fuentes.

Colombia tiene estos activos; son para usarlos en el mejor momento y este ha llegado; el momento para pagar la deuda y crecer; para desarrollarnos a base en nuestras propias riquezas naturales, agregadas al gran esfuerzo nacional que ha significado ser un país de ingresos medios, miembro de la OCDE. El gran empujón de desarrollo de este siglo lo dio el uso de nuestra naturaleza generosa; repitámoslo, mitigando más los riesgos ambientales. La humanidad ha usado sus recursos cuando los ha necesitado y, con responsabilidad, es nuestro día de aprovecharlos o colapsar

(Colprensa)

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