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Respetado senador:
Me parece absolutamente irresponsable de su parte pedirnos a los colombianos cumplir con un falso proceso de paz y le sugiero enterarse de la realidad colombiana por fuentes confiables.
Nací y he vivido toda mi vida en Colombia, 80 años, lo que me permite presentarle una visión anclada en el conocimiento de mi país. Empiezo por decirle que este “pseudo” acuerdo de paz fue promovido por un presidente que dicen que se hizo reelegir con toda clase de trampas, desde desprestigiar al más probable candidato presidencial con falsos montajes o el uso de recursos de la multinacional Odebrecht, pero ahí no paran las trampas que utilizó para cumplir su funesto plan. Se hizo un referendo democrático y a pesar de haber gastado en publicidad, en dinero para los periodistas y en “mermelada” (término acuñado en ese gobierno para soborno) cientos de millones de dólares, fue derrotado por un NO y una vez pasado el referendo lo desconoció e hizo toda clase de artilugios legales para hacer que su acuerdo de paz tuviese visos de decencia.
Este no es un acuerdo de paz, simplemente es una estrategia de la izquierda latinoamericana para hacerse con el poder en Colombia, los viejos jefes de la guerrilla más sanguinaria del continente, se irían para el Congreso de la República y se desmovilizarían los frentes que no fuesen productivos económicamente. Los frentes que controlaban el narcotráfico –que tanto daño hace a nuestros dos países– continuarían con esa enorme maquinaria para producir recursos que una vez llegaran las futuras campañas políticas, utilizarían para sus fines electorales el ala “política” del movimiento. Incluso conservan su nombre Farc partido político y Farc supuestamente disidentes.
Lo que muchos colombianos queremos es una paz verdadera, no queremos impunidad sobre los delitos que hoy la JEP que usted en su desconocimiento apoya. Estamos de acuerdo en indultar todos los delitos que tengan conexidad con la guerra, pero jamás la violación sexual sistemática de niños y niñas secuestrados del seno de sus familias indígenas y campesinas. ¿Le perdonaría usted los delitos de violación y secuestro a un terrorista que atentó contra el legítimo gobierno norteamericano? Venga y hable con la Corporación Rosas Blancas, conformada por exguerrilleras que fueron sometidas a toda clase de vejámenes por esos mismos jefes guerrilleros que hoy se sientan en nuestro Congreso de la República, y después hablamos.