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Columnistas | PUBLICADO EL 06 mayo 2021

Carta abierta para Jacobo y Pedro

Por Diego Aristizábaldesdeelcuarto@gmail.com

Amados sobrinos, cada que siento la turbulencia y la angustia que puede generar un país como Colombia, donde ustedes nacieron hace menos de un lustro, antes de lanzar mis afirmaciones, antes de enojarme contra el sistema, de tomar partido por este o por aquel, pienso en ustedes dos, en cómo será el futuro de ambos, qué deberían tener en cuenta para que ante la desazón siempre guarden una esperanza.

El ser humano es tan complejo como el universo mismo, ya ustedes lo han visto en los libros que hemos leído juntos. Cada uno de nosotros guarda una galaxia en la mente y el corazón, un lado muy oscuro y una luz que es contundente para seguir buscando el sentido de muchas cosas. También guardamos vacíos, dudas y miedos. Abrumarnos ante el universo y esta vida que nos tocó es normal, pero siempre, no importa lo que pase, hay que saber que somos pequeños destellos y podemos hacer de nuestro efímero paso algo maravilloso.

Así como es imposible que un hombre llegue al espacio solo, sin la ayuda de nadie, así mismo deben comprender que a este país no lo podrá salvar una única persona, así muchos lo crean. Dejarle todas las expectativas a alguien es anularnos como seres humanos pensantes que podemos aportar, cuestionar y construir. Las sociedades necesitan de todos, y en el momento cuando entregamos las responsabilidades a un único salvador nos vamos ahogando lentamente. No dejen que les vendan falsos salvadores, construyan relaciones con sus compañeros. Escuchen las ideas, analícenlas, respétenlas, así nos las compartan, no se traguen el cuento de que sobre política y religión no se habla. Eso es también matar la sociedad. Como seres humanos, desde lo poco que sé, lo importante es poder escuchar todas las vertientes posibles, sorprendernos, respetar e ir construyendo un criterio propio. Incluso, ustedes dos también pueden estar en desacuerdo, pero por eso no se dejen de querer, celebren la diversidad.

Sobrinos de mi corazón, procuren jamás juzgar, sé que es complejo, yo mismo me equivoco en esto, pero hagan el intento, no olviden nunca que, por triste que parezca, el gris también es un color. ¿Qué hemos hecho para llegar a la situación en la que estamos, cómo superar la desigualdad y la injusticia?, son preguntas que, espero, me ayuden a analizar con calma.

Les confieso algo, por más complejo que vea lo que pasa en nuestro país, siempre guardo una ilusión, esa ilusión son ustedes dos. Me sentiría muy mal si ya, en este preciso instante estuviera desahuciado. El mundo es mucho mejor porque ustedes lo habitan, porque los demás niños con los que juegan y aprenden, incluso aquellos que no conocen, pueden ayudarnos desde ya a que como sociedad tengamos más oportunidades, lejos de la destrucción y de la muerte, de la amargura y el rencor, el odio y la violencia que muchos quieren clavarnos en el corazón. Los quiero eternamente. Tío Diego.

Diego Aristizábal

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