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La educación pública en Colombia ha experimentado una transformación acelerada en los últimos años, tal como lo señaló el director de educación de la OCDE. Sin embargo, cuando una institución educativa busca mejorar su calidad, el verdadero desafío es la claridad sobre qué factores deben intervenirse primero. Con frecuencia, la buena intención impulsa a empezar por lo más visible: construir un colegio nuevo, pintar las paredes, o arreglar los jardines de la entrada. Y aunque estas acciones pueden ser necesarias, en el corto plazo cuestan entre 10 y 20 veces más que invertir en lo que realmente transforma el colegio: el trabajo profundo y muchas veces silencioso con maestros, rectores, estudiantes y familias. De ahí que la pregunta crítica es dónde está el punto de apalancamiento que produce cambios sostenibles en la calidad de la educación del plantel, y la respuesta no es la infraestructura.
En nuestro largo recorrido nos hemos topado con una verdad de a puño: nunca, en ningún lugar, existe un gran colegio sin que detrás haya un gran rector en todo el sentido de la palabra. Un rector líder, que conozca la pedagogía al derecho y al revés gracias a sus años de experiencia como maestro; que sepa quién es cada uno de sus docentes, no solo en lo profesional sino en lo socioemocional; que comprenda el desempeño de cada cohorte de estudiantes y tenga claridad sobre sus brechas y las rutas para cerrarlas. Solo así, año tras año, puede lograr resultados extraordinarios que permitan que sus estudiantes se conviertan en ciudadanos éticamente formados e intelectualmente sólidos, preparados para continuar sus trayectorias en la educación técnica, tecnológica y universitaria.
Cundinamarca, por su parte, dio un gran salto en calidad en el 2025 para convertirse en el departamento #1 a nivel nacional en Pruebas Saber con 7 puntos adicionales en 200 colegios de 93 municipios no certificados. Ya en el 2024 habíamos avanzado del 6° al 4° puestos subiendo 5 puntos. Un logro alcanzado gracias a la financiación de los cinco componentes clave del PROMCE (PROgrama de Mejoramiento de la Calidad Educativa) por parte de la Gobernación de Cundinamarca: liderazgo educativo, competencias socioemocionales, formación docente, escuela de familias y fortalecimiento de los aprendizajes de los estudiantes. Los explicaremos en detalle en una próxima columna.
Pero, ¿cómo fue posible? Primero, Cundinamarca estructuró una estrategia de acompañamiento por parte de un asesor pedagógico para 200 colegios. Cada uno encargado de 25 instituciones y articulado directamente con la Secretaría de Educación. El trabajo de estos asesores se guía por los cinco componentes del PROMCE mencionados arriba.
Basados en los simulacros aplicados a los estudiantes de 9° y 10° en todas las áreas de conocimiento, los asesores elaboran un mapa de oportunidades de aprendizaje, permitiendo orientar el acompañamiento a los docentes.
Segundo, la cultura de tomar decisiones basadas en evidencia ha crecido profundamente entre los directivos de los colegios. Así, el número de colegios en C y en D disminuyó en el 2025 en un 28%, vs. 2.8% planteado para el 2027.
Finalmente, Cundinamarca cuenta con Cajicá como municipio modelo, el mejor del país, con todos sus colegios en categoría A y dos de ellos en A+, un ejemplo de excelencia que demuestra lo que es posible cuando la calidad se gestiona con rigor y visión.
Es un camino, habrá muchos otros. Por lo pronto seguiremos puliendo este.
