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Columnistas | PUBLICADO EL 26 mayo 2020

Capitalismo, sociedad y mercado

Por Francisco Cortés rodasfranciscocortes2007@gmail.com

Indudablemente el capitalismo ha producido progreso, crecimiento, ha estimulado la investigación científica, la innovación tecnológica, aumentado el bienestar y contribuido a la calidad de la vida moderna. Pero ha provocado consecuencias negativas, algunas de las cuales se han manifestado de forma dramática y claramente en los efectos que ha generado la pandemia del covid-19 en el mundo entero: pérdida del trabajo; precariedad de los servicios de salud; aumento de la pobreza extrema. No se trata de decir de forma simple y superficial o que el capitalismo ha triunfado o que ha llegado a su fin. Estas dos posiciones están equivocadas.

Voy a ejemplificar esto refiriéndome al asunto de la salud y el trabajo. Desde Aristóteles se había pensado que el sistema económico quedaba absorbido en el sistema social. Los críticos del capitalismo —Marx, Karl Polanyi, Escuela de Frankfurt— consideraron que el problema de la economía de mercado, —que se desarrolló en el siglo XIX y que posteriormente se articuló en el neoliberalismo— consistió en la separación de la economía de la sociedad. Según Bentham y Burke, la economía de mercado no requiere, en virtud de esta separación, de las instituciones de la sociedad, ni del Estado, ni de organizaciones internacionales, para regular las relaciones entre los hombres, porque estas son puramente económicas y se determinan por el beneficio.

Para Polanyi, “un mercado autorregulado no podría existir sin destruir físicamente al hombre y transformando su ambiente en un desierto”. Esto es efectivamente lo que hizo el capitalismo inglés en el siglo XIX y lo que ha hecho el neoliberalismo mediante la destrucción o debilitamiento de todas aquellas instituciones sociales que protegían a los trabajadores y a la sociedad como los sindicatos, los subsidios, los derechos sociales. Esto implicó que la sociedad, es decir, la masa de los trabajadores, los campesinos, los pequeños comerciantes quedaran completamente desprotegidos.

En esta situación estaba “el trabajo” en el capitalismo contemporáneo cuando surgió la pandemia del covid-19. La globalización neoliberal había creado un “precariado global” formado por millones de personas en todo el mundo que carecen de seguridad social. Uno de estos grupos precarizados es el de la salud que lleva años sometido a la lógica de la rentabilidad y a la paulatina destrucción de las condiciones de seguridad social para médicos, enfermeras. Mediante la privatización de clínicas y hospitales la salud quedó en manos de los mecanismos del mercado. Las graves deficiencias en la atención a los contagiados en muchos lugares del mundo, la incapacidad para hacer pruebas masivas, han incrementado el número de fallecidos. Por estas razones, la salud debería quedar protegida de la mercantilización. Si no se quiere que el capitalismo liquide a la humanidad, deberá subordinarse a los requerimientos de la naturaleza del hombre en varios ámbitos: salud, trabajo, democratización de las empresas y protección de la naturaleza. Esto significa que el sistema económico tendría que quedar nuevamente anclado en el sistema social, lo que quiere decir que el capitalismo ya no se basaría en el mercado, sino que tendrá una base distinta.

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