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Columnistas | PUBLICADO EL 23 mayo 2020

Armonía

Por JULIÁN POSADAprimiziasuper@hotmail.com

Las agendas del odio y la mentira son globales y se resisten al cambio, son inmunes a este y todos los virus, poco a poco y mientras los días de ... ¿cómo llamarlo?, encierro, aislamiento, confinamiento o cuarentena extendida parecieran estar llegando a algún fin, las noticias acerca de lo poco que aprendemos vuelven a estar ahí en ese primer plano que siempre encandila. Dice el refrán popular que las cosas se parecen al dueño, e imagino que muchos de los funcionarios de este Estado también han de parecerse a él y a esas políticas que ha diseñado para nosotros como sus enemigos, producen indignación y vergüenza los funcionarios que discriminan, insultan e irrespetan a las comunidades indígenas del Cauca, algo similar sumado a un inmenso dolor se siente con los agentes de policía que desalojan y agreden a humildes ciudadanos que sólo tratan de esquivar el hambre, con tristeza escucho que Medellín lidera las cifras de sobrecostos en contratación durante la crisis, leo los trinos del Alcalde alterando cifras de inversión en cultura y las de probables muertos, las manipula para autoelogiarse, hoy solo aspiro a un poco más de dignidad y a un mundo en el que la belleza de la humanidad y de los gestos sea posible.

Cada uno es el Atlas de su vida y lleva encima lo que puede o quiere cargar, el privilegio que da la seguridad de estar a salvo debería permitirnos construir, como lo hacen los artistas frente al lienzo vacío, un mundo paralelo en el que habiten la belleza y los sueños, he tratado de hacer de estos días de refugio una experiencia y una expedición hacia los pequeños e infinitos placeres que alimentan el alma y la vida, según la escritora y activista india Arundhati Roy: “Históricamente, las pandemias han obligado a los humanos a romper con el pasado e imaginar su mundo de nuevo. Este no es diferente. Es un portal, una puerta de enlace entre un mundo y el siguiente”. Sería hermoso pensar que en este rito de paso la dignidad y la belleza fuesen las invitadas de la imaginación.

Mi buena amiga Ana me regala el poema XXVI de Alberto Caeiro heterónimo de Fernando Pessoa, “A veces, en días de luz perfecta y exacta / cuando las cosas tienen toda Ia realidad que pueden tener, / me pregunto a mí mismo despacio / por qué siquiera atribuyo / belleza a las cosas. / ¿Acaso una flor tiene belleza? / ¿Tiene belleza acaso un fruto? / No: tienen color y forma / y existencia tan solo. / La belleza es el nombre de algo que no existe / que yo doy a las cosas a cambio del agrado que me dan. / No significa nada. / Entonces ¿por qué digo que las cosas son bellas ? / Si, incluso a mi, que vivo solo de vivir, / vienen invisibles a encontrarme las mentiras de los hombres / ante las cosas, / ante las cosas que simplemente existen. / ¡Qué difícil ser uno mismo y no ver sino lo visible!”.

Hoy aspiro y busco la belleza más que antes, abogo por una ética plena de estética, por una belleza digna y con decoro, por un lugar en el que habite la armonía.

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