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La bancarización obliga que la mayoría de las compras y servicios se paguen con tarjeta de crédito o débito, aun las de poco valor, siendo Alemania, Francia y el Reino Unido los más exigentes en el uso de esta práctica.
Por Armando Estrada Villa - opinion@elcolombiano.com.co
El contacto con el viejo mundo, tan lleno de espacios y monumentos esplendorosos, constituye una estupenda experiencia.
Junto con familiares cercanos, conocimos, reconocimos y disfrutamos varios países europeos durante el mes de junio, fin de la primavera y comienzo del verano. Luego de visitar Berlín, en Londres iniciamos el recorrido en bus que pasó por París, Frankfurt, Heidelberg, Lucerna, Zúrich, Innsbruck, Venecia, Padua, Florencia, Roma, Pisa, Cannes, Barcelona, Zaragoza y llegó a Madrid. Además, visitamos Versalles y Toledo. Viajamos por excelentes carreteras unos 4.000 kilómetros.
Como siempre, siguen imponentes las torres de Berlín y París, la Basílica de San Pedro, la Capilla Sixtina y el Museo Vaticano, los palacios de Versalles y Buckingham, los templos de Notre Dame, Sacre Coeur, Virgen del Pilar y la Sagrada Familia, las plazas de la Concorde, Navona, Mayor, San Marcos, Alexander y la Fuente de Trevi, los monumentos Arco del Triunfo, Altar de la Patria, Puerta de Brandenburgo y Coliseo Romano, entre otras obras, que muestran la evolución de la arquitectura y el arte desde la Edad Antigua hasta la Contemporánea. También atravesamos las cadenas montañosas de los Alpes y los Apeninos, apreciamos el mar Mediterráneo y cruzamos los ríos Spree, Támesis, Rin, Po, Sena, Ebro, Tíber, Tajo y Manzanares.
Sin embargo, quiero centrar mi atención en vivencias y hechos de la vida cotidiana que admiten alguna comparación con lo nuestro. Así, en calles, avenidas y parques se ven más niños que perros, más bicicletas y patinetas eléctricas que motocicletas; los andenes son cómodos y seguros, excepto los que se conservan en losetas y adoquines construidos en la Edad Antigua y Media; la tecnología avanzada está presente y en peajes y gasolineras no hay empleados, pues todo se maneja con Flypass; en unos aeropuertos para recibir el pasa bordo y embarcar maletas, basta con tocar con el pasaporte una máquina y la comunicación vía WhatsApp supera la distancia.
Pero hay más. La bancarización obliga que la mayoría de las compras y servicios se paguen con tarjeta de crédito o débito, aun las de poco valor, siendo Alemania, Francia y el Reino Unido los más exigentes en el uso de esta práctica; vallas y afiches de todos los candidatos al Parlamento Europeo tenían igual y reducido tamaño y cero pasacalles; la pobreza parece avanzar, pues es normal encontrar personas pidiendo limosna en calles y parques; los robos y atracos crecen y el combate al calentamiento global hace que se impulsen la generación de energía eólica, solar y la economía circular, pero el desperdicio de la energía convencional es enorme, al igual que el de plástico y papel; se venden camisetas con el rostro de Pablo Escobar, sobre todo en España.
Por otro lado, los controles y requisas en los aeropuertos y puestos fronterizos han aumentado; el alto consumo de vapeadores y cigarrillos se ve a simple vista en calles y avenidas, corroborado con la inmensa cantidad de colillas en el suelo; abundantes grafitis hay en el ingreso a las ciudades, menos en calles y avenidas y por respeto ninguno en los monumentos; igual que en Colombia, marcas y empresas globalizadas de todos los sectores se ven por doquier como McDonald's, Burger King, Coca Cola, Ford, Chevrolet, Mercedes, Toyota, Nike, Adidas, Dior, Siemens, Sony, City Bank, BBVA, Hilton, Marriott, Decathlon, Shell, entre otras.
Y lo mejor, regresar a casa contentos y enriquecidos culturalmente, a enfrentar sus realidades, por duras que sean y tratar de aportar a las soluciones.