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Colombia ganadora

hace 8 horas
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  • Colombia ganadora

Por Luis Diego Monsalve - @ldmonsalve

Acabo de terminar de leer Colombia Ganadora: una estrategia emergente, el más reciente libro de Alejandro y Sebastián Salazar, y lo recomiendo especialmente. Es un texto que incomoda, sacude y propone. Su tesis central es clara: Colombia enfrenta una crisis profunda, estructural, que no se resuelve con retórica ni promesas tecnocráticas. Se necesita una nueva forma de pensar el país, desde una estrategia adaptativa, pragmática y centrada en nuestras ventajas reales.

Tuve la oportunidad de compartir con Alejandro y Sebastián hace un par de años los ejercicios de conversación y análisis colectivo que dieron origen a Antioquia Emergente. Ya entonces me impresionó su capacidad de articular pensamiento estratégico con comprensión del entorno. Este nuevo libro recoge y proyecta muchas de esas ideas, ahora en clave nacional y con mayor urgencia.

En un contexto internacional cada vez más volátil, marcado por la fragmentación del orden global, el libro plantea que Colombia debe abandonar fórmulas heredadas —planes rígidos, dogmas ideológicos, discursos desconectados de la realidad— y adoptar una estrategia emergente. Una que reconozca nuestras capacidades y límites, que actúe desde el presente, y que entienda que la competencia global es feroz, pero también llena de oportunidades.

Coincidí en su lectura con dos columnas recientes que ilustran lo que está en juego. En El Colombiano, Juan Manuel del Corral nos recordó que el país que soñamos es uno donde se pueda confiar en la palabra, caminar tranquilos y ver que el esfuerzo vale la pena. En El Tiempo, Germán Vargas Lleras escribió “Los pusilánimes”, una crítica a quienes prefieren callar ante la gravedad del momento. Ambas lecturas, desde orillas distintas, coinciden en algo esencial: no es momento para el silencio.

Callar hoy no es opción. Las voces que denuncian y confrontan lo que ocurre son necesarias dentro de una oposición firme. Pero también hacen falta voces que propongan, que ayuden a imaginar y construir una Colombia mejor. Una Colombia ganadora.

Como observador estudioso de temas internacionales, he visto cómo otros países —desde el sudeste asiático hasta Europa del Este— han progresado no solo con reformas económicas, sino con visiones de largo plazo ancladas en su realidad. Lo que los une no es el modelo exacto, sino su capacidad para alinearse alrededor de una agenda nacional pragmática, con propósito compartido.

Colombia no está condenada al fracaso. Tenemos activos únicos: diversidad geográfica, talento humano, una economía abierta, y aún, una democracia que resiste. Pero hemos perdido demasiado tiempo en guerras ideológicas estériles y en gobiernos más centrados en el relato que en los resultados. Como bien se dice en el epílogo del libro, no importa tanto quién sea el próximo presidente, sino qué hace, y más aún, qué hacemos nosotros como sociedad.

El mundo no nos va a esperar. Estamos en competencia global por inversión, talento y sostenibilidad. Los países que ganen serán los que logren coordinar de forma inteligente Estado, empresa y sociedad civil. Para eso se necesita liderazgo, sí, pero también una ciudadanía exigente y propositiva, capaz de reconocer ventajas emergentes y construir sobre ellas.

Colombia Ganadora no ofrece fórmulas mágicas. Es una invitación a salir del idealismo paralizante, a dejar de esperar salvadores, y a activar, desde donde estemos, un proceso continuo de construcción estratégica. Tenemos una oportunidad. Pero, como bien dicen los autores, la cuenta regresiva ya empezó. Y solo ganaremos si sabemos movernos con inteligencia, propósito y sentido de realidad.

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