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Columnistas | PUBLICADO EL 12 septiembre 2022

Antioquia sí está amenazada

No es regionalismo arcaico, ni exageración folclórica, ni prevención injustificada, ni complejo de superioridad. Tendría uno que ser demasiado inocente para negar que Antioquia es objeto de amenazas.

Habló como tenía que hablar el gobernador Gaviria al replicarle al alcalde Quintero en el congreso nacional de exportadores y en presencia del presidente Petro. Esa obsesión adanista del mandatario local, exasperada con su ánimo pendenciero y su manifiesto aborrecimiento a lo que han sido y son Antioquia y Medellín, ha prolongado una leyenda negra infame que celebran todos aquellos que se sienten solidarios con cualquier estrategia o campaña soterrada contra la integridad de nuestra región y su capital.

No es regionalismo arcaico, ni exageración folclórica, ni prevención injustificada, ni complejo de superioridad. Tendría uno que ser demasiado inocente para negar que Antioquia es objeto de amenazas, unas potentes y otras insignificantes, y de una animadversión muy arraigada, que se remonta a viejas temporadas en las cuales han vuelto a surgir intentonas separatistas. Unas veces han pretendido con Urabá; otras, como ahora, con el Magdalena Medio. Hace medio siglo, como reportero de EL COLOMBIANO, recorrí Turbo, Apartadó, Chigorodó y otros pueblos en los que indagué y comprobé que la tentativa separatista de entonces carecía de resonancia y los que la alentaban desde Bogotá y Medellín tenían oscuros intereses. La publicación de aquella serie periodística nos causó obvios maltratos, pero poco a poco fue bajando la agresividad de los enemigos de Antioquia. Que la hubo y está reapareciendo, de eso estoy convencido.

No es sino atar cabos y establecer la posible conexidad de varios episodios que no son sólo coincidentes. Las arremetidas políticas, económicas, financieras, literarias, administrativas, centralistas, contra los valores, tradiciones y vocación futurista de Antioquia y el liderazgo ejemplar de su dirigencia podrían converger en un solo proyecto destructivo. La ominosa leyenda negra se basa en una mentira monumental: Que a los antioqueños nos han criado y formado sobre todo para conseguir plata a toda costa. Otra cosa es que haya un influjo ancestral que aviva el ingenio y el esfuerzo legítimos para vivir bien y no satanizar el dinero bien habido, que no se gasta, sino que se invierte con austeridad y espíritu emprendedor. Claro, con desgraciadas excepciones que han marcado momentos muy duros de inequidad y desprestigio.

Y creo que lo que siempre ha fallado es la educación para saber lo que es Antioquia y defenderla con argumentos contundentes. Hay que enfatizar la enseñanza de Historia y Geografía para fortalecer el amor por lo antioqueño, sin vergüenza de ser paisas. Al cumplirse el 4 de septiembre el bicentenario del polímata Manuel Uribe Ángel presenté en la Academia Antioqueña de Historia y en el Coloquio de los Libros una ponencia sobre ese personaje paradigmático y su Geografía general y compendio histórico del Estado de Antioquia. Es un libro tan voluminoso como sapiente. El autor se anticipó incluso a teorías modernas sobre la ciencia geográfica. Para que la gente conozca a los pensadores e investigadores que fundaron la cultura antioqueña, hay que leerlos, estudiarlos, justipreciarlos. Así se aprende a defender a Antioquia y estar listos para conjurar tantas amenazas  .

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