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¿Ser ambiciosos es malo?, me preguntó un amigo por estos días. Dándome ejemplos de personajes de la vida pública y empresarial, resaltó cómo una carrera alimentada por un ego desbordante termina haciéndole daño profundo a la colectividad. “La ambición es ciega”, le contesté a mi amigo, “a no ser que esté vinculada a un propósito superior”. Cuando la ambición está alineada con una visión inspiradora y positiva se convierte en un motor esencial. Como ejemplo le conté a mi amigo la historia de Brett Hagler, un joven emprendedor social dedicado a la innovación.
Brett creció en Florida, en una familia acomodada y con bastantes privilegios. Al terminar la universidad, con un grupo de amigos, fue a visitar varias comunidades de Haití, la isla que unos años antes había sido duramente golpeada por un terremoto. Brett y sus amigos quedaron impresionados al ver que después de una década muchas familias, con niños pequeños, todavía vivían de manera precaria, en ranchos de madera y techos de hojalata. Las miradas y las sonrisas de los niños les robaron el corazón. Fundaron una organización sin ánimo de lucro, recogieron fondos, y luego de unos meses lograron dar una casa de cemento a cinco familias. Brett y sus amigos por un lado estaban satisfechos, pero por otro lado se dieron cuenta de que al ritmo al cual marchaba la construcción de las casas no iba a resolver el problema de la vivienda digna, no solo en Haití sino en el mundo. De hecho, Brett y sus amigos, al descubrir que en el mundo alrededor de 1600 millones de personas habitan en casas inadecuadas y 900 millones en asentamientos informales o campamentos, tanto en países pobres como ricos, decidieron resolver el problema mundial de la vivienda digna. Esto se convirtió, así, en el propósito superior de Brett y de sus amigos. La ambición de convertirse en líderes empresariales capaces de ser disruptores en el sector de la construcción.
La alineación consciente entre ambición y propósito es una mezcla poderosa que puede dar vida a soluciones innovadoras, que contribuyen a la resolución de problemas complejos y globales. Es así que, buscando una respuesta sostenible y factible al problema de la vivienda digna en el mundo, Brett y sus amigos encontraron la posibilidad de construir en solo veinticuatro horas casas de cemento utilizando una innovadora impresora en 3D. De esta manera, pudieron empezar a construir nuevos barrios para la población de estrato bajo en una zona de México, logrando entregar en un mes casas de cemento a cincuenta familias; para Brett y sus amigos esto es solo el comienzo de una revolución que quieren sea mundial, creando soluciones necesarias a problemas complejos, haciendo empresa. Esto es lo que puede pasar cuando la ambición se conjuga con un propósito superior, porque la ambición está radicada en el impulso innato de crecimiento y dominio. Se trata en este caso de una ambición lúcida. Por el contrario, la ambición ciega, desligada de un propósito superior, solo alimenta la codicia, la corrupción, el fraude