viernes
3 y 2
3 y 2
Imagínese usted un país donde hay una señora vieja que tiene dos hijos. Está sirviéndoles el desayuno y tiene una expresión de preocupación. Los hijos le preguntan qué le pasa y ella les responde:
—No sé, pero he amanecido con el presentimiento de que, después de elecciones, algo muy grave va a suceder en este país.
Ellos se ríen. Dicen que esos son presentimientos de vieja. Un hijo se va a jugar al billar y, en el momento en que va a tirar una carambola sencillísima, otro jugador le dice:
—Te apuesto un peso a que no la haces.
Todos se ríen. Tira la carambola y no la hace. Paga su peso y todos le preguntan qué pasó, si era fácil. Contesta:
—Es cierto, pero me ha quedado la preocupación de una cosa que me dijo mi madre esta mañana sobre algo grave que va a suceder en este país después de elecciones.
Todos se ríen de él y el que se ha ganado su peso va a comprar carne. Le dice al carnicero:
—Véndame una libra de carne —y, en el momento en que se la están cortando, agrega—: Mejor véndame dos, porque andan diciendo que algo grave va a pasar después de elecciones y lo mejor es estar preparado.
El carnicero despacha su carne y cuando llega otra señora a comprar una libra de carne, le dice:
—Lleve dos porque hasta aquí llega la gente diciendo que algo muy grave va a pasar después de elecciones, y se están preparando.
Se lleva mejor cuatro libras; y para no hacer largo el cuento, diré que el carnicero en media hora agota la carne y se va esparciendo el rumor. Llega el momento en que todo el país está esperando a que pase algo. Se paralizan las actividades, la gente empieza hablar sobre irse a Miami y, de pronto, a las dos de la tarde, hace calor. Alguien dice:
—¿Se ha dado cuenta del calor que está haciendo?
—¡Pero si en este país siempre ha hecho calor!
—Sin embargo —dice uno—, a esta hora nunca ha hecho tanto calor.
Llega un momento de tal tensión para los habitantes del país que todos están desesperados por irse y no tienen el valor de hacerlo.
—Yo sí soy muy macho —grita uno—. Yo me voy.
Agarra sus muebles, sus hijos, los mete en su carro y atraviesa la calle principal, donde está todo el pobre país viéndolo. Hasta el momento en que dicen:
—Si este se atreve, pues nosotros también nos vamos.
Y empiezan a desmantelar, literalmente, el país. Se llevan las cosas, los animales, todo.
Y uno de los últimos que abandona el país, dice:
—Que no venga la desgracia a caer sobre nuestra casa —y entonces la incendia y otros incendian también sus casas.
Huyen en un verdadero pánico, como en un éxodo de guerra, y en medio de ellos va la señora que tuvo el presagio, clamando:
—Yo dije que algo muy grave iba a pasar, y me dijeron que estaba loca.
***
El cuento original es “Algo muy grave va a suceder en este pueblo”, de García Márquez, no de este mediocre autor