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Columnistas | PUBLICADO EL 20 febrero 2021

Alerta

Por Julián Posadaprimiziasuper@hotmail.com

Uno espera cordura, decencia y sensatez de quien dice dirigir los destinos de esta ciudad rota en un país que olvida que el alfabeto empieza con la letra A de Amazonas y en el que ese departamento limítrofe con el Brasil pasa de ser el primero de la lista a ocupar cualquier lugar, pero que esperar de quienes desprecian lo que no sean fotos y oropel. Uno esperaría acciones de un presidente que al parecer no ha entendido que la debacle de Medellín es la ruina de Antioquia y que ella será también la de Colombia, el efecto dominó hacia el futuro será devastador, la toma que se ha iniciado desde la Alpujarra transformará nuestro mapa político para siempre. Dice el Registrador delegado que cuando íbamos en 50 solicitudes para la revocatoria de igual número de alcaldes colombianos estas le costaban al erario doscientos mil millones de pesos, es decir un promedio de cuatro mil millones por evento, es verdad que en un país con semejantes problemas sociales esa cifra es enorme, pero es que acaso nos hemos preguntado cuánto nos cuestan tres años más de la familia que hoy nos (des) gobierna.

“Medellín ya no les pertenece”, exclama a los cuatro vientos el mal ganador. Porque hay malos perdedores, pero son peores los que ganan, desconocen los derechos democráticos del resto y “gobiernan para imponer una visión equivocada del modo de gobernar”. No se trata de derrocar a nadie para elegir a cualquiera de los que perdió en una campaña plagada de desaciertos, no se trata de bucear en los escombros de los derrotados, se trata de mantener estructuras que aunque deben ser revisadas y evaluadas han permitido tejer una red que ha convertido a Medellín en modelo de procesos ejemplares, se trata de gobernar con ideas y proyectos y no de tergiversar el lenguaje y hacer maromas lingüísticas y financieras para acomodar la realidad al antojo de quien gobierna y descalificar a los opositores para socavar la confianza y la cohesión social que tantos años nos ha costado articular. No se borra con un trino la labor de instituciones con décadas de rigor, sacrificio, conocimiento y experiencia. Aunque los amigos del electo no lo cuestionen, algunos ciudadanos preguntan.

Medellín es el resultado de una construcción colectiva, esta ciudad que padecemos ha elegido desde hace muchas alcaldías candidatos alejados de cierto tipo de modelos de gobernanza que prevalecen en el resto del país. Las sombras se ciernen sobre esta ciudad gótica gobernada por un Guasón al que todo parece funcionarle, pero como dijo Adriana Cooper “La oscuridad es temporal y, aunque algunos decidan esparcirla o acabar a otros en vida con sus palabras y desde el poder de su cargo, una falla humana no es suficiente para acabar una historia de generosidad”.

Los que creemos que Medellín es posible estamos alerta. Dice Wislawa Szymborska “Mirad qué felices: ¡si disimularan aunque fuera un poco, / si fingieran aflicción para animar a los amigos! / Escuchad cómo ríen. Es insultante. / Qué lenguaje utilizan, aparentemente comprensible. / Y esas ceremonias suyas, esas celebraciones, / sus rebuscadas obligaciones de unos para con otros, / ¡parece una conspiración a espaldas de la humanidad!” Así no será

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