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El presidente Petro ha vivido mortificado con el gobernador Rendón por los reiterados reclamos que le ha formulado para lograr la terminación de obras regionales de beneficio nacional, compromisos consagrados en acuerdos de Gobierno.
Por Alberto Velásquez Martínez - opinion@elcolombiano.com.co
Contundente respuesta la del gobernador de Antioquia, Andrés Julián Rendón, al temerario cargo que le hizo Gustavo Petro en la reunión de gobernadores. Lo acusó de “buscar la paz a través de la muerte”. Una sindicación más de las muchas que, como provocaciones, salen a diario del caletre presidencial contra quienes discrepan del manejo extravagante que le está dando a un país que marcha al garete en su ética, en su orden público, en su salud, en sus cuentas fiscales, en su eficiencia administrativa y en sus relaciones con los otros poderes del Estado.
El gobernador respondió a ese agravio con carácter. Explicó que no concurrió a la reunión de sus pares en Boyacá –donde Petro los dejó esperando cinco horas– porque su responsabilidad primordial era la de enfrentar en su territorio los ataques de una subversión a la cual se le han dado todas las garantías que se les niegan a los ciudadanos de bien. Demostró Rendón, con su respuesta al agravio petrista, el mismo valor de aquellos gobernantes paisas que en momentos de confusión le recordaron al gobierno central que esta región no es de paniaguados. Es respetable y debe ser respetada.
El presidente Petro ha vivido mortificado con el gobernador Rendón por los reiterados reclamos que le ha formulado para lograr la terminación de obras regionales de beneficio nacional, compromisos consagrados en acuerdos de Gobierno. Y por defender los derechos de Antioquia ha provocado las iras del Sinaí centralista, encarnado en un mandatario que no disimula su aversión hacia los intereses del pueblo antioqueño, seguramente nacida de sus reiterados fracasos electorales en esta comarca. Busca su revancha oponiéndose a todas las obras de progreso que aquí se desarrollan, así sea dentro del marco de provecho nacional, y agrediendo al mandatario paisa y a su pueblo.
El gobernador Rendón ha entendido la responsabilidad de Antioquia con el país y su destino y vocación por defenderse de la política centralista, que solo conduce a la acumulación de poder desmedido y abusivo, máxime cuando quien hoy ejerce como cabeza de la máxima autoridad del Ejecutivo lo hace con maliciosas estratagemas para romper la unidad regional y la nacional, así sea violando el mandato constitucional de garantizar como Jefe del Estado el mantenerla viva y operante.
La democracia se ejerce y se prueba con un pueblo que piense, que obre y que decida con sensatez y vigor. “El mundo pertenece a los que se tomaron el trabajo de cambiarlo”. Y esta máxima, adoptada como estado de alma, la requiere el país. Que haya gobernantes con carácter que se tomen el trabajo de atreverse a darles a nuestras instituciones mayor dinámica, sacarla de la modorra y la obsolescencia, para imprimirles un perfil de modernidad con menos extravagancias y saltos al vacío. Sellarlas de justicia en la distribución y reconocimiento de los recursos y bienes que se producen y se trabajan en la propia tierra donde la naturaleza y la tecnología –fuerzas movidas por la voluntad del hombre– se han sabido conjugar y modelar para crear el bienestar del ciudadano.