En Medellín y el Valle de Aburrá ya no solo se consume bandeja paisa. La oferta gastronómica se ha venido diversificando y los antioqueños se han arriesgado a probar nuevos sabores.
A estas tierras han llegado —desde el siglo pasado— cocineros internacionales que se han convertido en una especie de patrimonio y han logrado sostenerse en un mercado altamente competitivo.
Aunque no hay una cifra desagregada, según la Cámara de Comercio de Medellín para Antioquia, solo en el área metropolitana, existen más 13.000 establecimientos en el sector de alojamiento y comidas.
Salón Versalles es uno de esos negocios con sabores de afuera que se han hecho icónicos y sigue vigente tras seis décadas de haber sido fundado por el chef argentino Leonardo Nieto.
Con el pasar del tiempo, han sido más y más los extranjeros que se han asentado en territorio paisa y han logrado expandir sus negocios. En ese contexto, vale preguntarse: ¿qué tiene esta ciudad que tanto llama la atención de los cocineros foráneos?
“Los negocios extranjeros pegan en Medellín porque nadie es profeta en su propia tierra, así suene cliché, el hecho de que una persona hable y se comporte diferente llama la atención. Además, muchos extranjeros llegan con una experiencia e ideas innovadoras a las que les pueden sacar provecho”, explica el pastelero Agustín Adelardi y docente en la Escuela de Gastronomía Mariano Moreno.
El toque argentino
Agustín Romero es otro de los tantos argentinos que reedita la historia de don Leonardo Nieto. Hace diez años llegó a Medellín a laborar como parrillero para después darle vida a su propia empresa. Se trata de Los Porteños, una panadería y repostería que le ha permitido ganar prestigio y estar en boca de los comensales curiosos.
Para arrancar, invirtió un millón de pesos. En los primeros tres años no tuvo empleados y todo lo hacía desde su casa: preparaba las masas y los productos y atender a los clientes.
Su jornada laboral era de 4:00 de la mañana a 11:00 de la noche., Pero ya en la actualidad tiene 17 trabajadores y su propia planta de producción. Además, un local en donde ofrece 40 productos de panadería, entre medialunas, alfajores, empanadas, tortas y canastas.
Uno de los factores que lo animó a probar suerte lejos de su patria fue la devaluación de la moneda argentina. Además, considera que “Medellín es un buen vividero y muy buena plaza gastronómica. En comparación a lo que se veía hace cinco años, ahora el colombiano es más exigente a la hora de comprar pan, el paladar lo ha ido acostumbrando a nuevas delicias”.
Otros sabores
Andrea Duz vive en Medellín desde 2008 y el año pasado fundó Le Mani in Pasta, un negocio de pizzas a domicilio. En la carta se lee que ofrece 15 variedades (sabores) de este producto que viene, por ahora, en un solo tamaño: 27 centímetros de diámetro.
“Yo sí creo que Medellín es una buena plaza para montar negocios de comida porque aquí a la gente le gusta comer, se les da algo distinto y están felices”, cuenta Duz, quien comenzó la empresa con 500.000 destinados al primer lote de ingredientes.
Pero esta no es la única historia de un emprendedor gastronómico de origen italiano radicado en Medellín: Lorenzo Luciano hace siete años montó Arte Dolce, una repostería en la que produce 25 sabores de helado artesanal y 30 variedades de postres. Empezó solo con su esposa y hoy la nómina la conforman diez empleados en el punto de venta en el barrio Provenza.
“Aquí por primera vez me atreví a hacer sabores de frutos tropicales que no conocía como maracuyá, mango y borojó. Una ventaja es que acá puedo trabajar todo el año, no me preocupo por el invierno o el verano como ocurre en Europa”, señala Lorenzo.
Estos son algunos casos de emprendedores que vieron en Antioquia un destino para materializar sus sueños, los mismos que quizás en sus países habría sido casi que imposibles hacer realidad.
Sabor japonés que cautiva a los paisas
En 2017 el japonés Koji notó que en Medellín estaba pasando algo: el incremento de visitantes y residentes extranjeros. Entonces eso lo convirtió en una oportunidad para montar su propio restaurante llamado Douraku, ubicado en el barrio El Poblado.
Empezó el negocio con seis platos de ramen y en este momento ofrece nueve, y los precios están entre $22.000 y $29.000. La carta también incluye entradas y postres.
“La ventaja de emprender aquí es que no hay muchos restaurantes de comida asiática, hace cuatro años éramos menos de cuatro de comida japonesa en la ciudad. La única dificultad es tener buenos materiales para este tipo de comida porque hay ingredientes que no se encuentran aquí”, dice este emprendedor.