El exministro de Minas y Energía Amylkar Acosta, en entrevista con EL COLOMBIANO, presenta una mirada de la crítica situación del sistema eléctrico colombiano, que se encuentra al borde del racionamiento debido a la sequía, la falta de planeación y la inoperancia de la Comisión de Regulación de Energía y Gas (Creg), a pesar de las recientes lluvias que han caído y el nivel de los embalses ha subido.
Acosta, quien lideró el sector energético durante el Gobierno Santos, analiza el impacto del fenómeno de El Niño en la generación hidroeléctrica, la dependencia del país de las fuentes de energía renovables intermitentes y la necesidad de una transición energética planificada y gradual. También aborda la controversia en torno al papel de las plantas térmicas y las contradicciones con la agenda del Gobierno Petro.
En una de sus recientes columnas, que tituló La amenaza de racionamiento de energía, analiza varios factores para llegar a esa conclusión, ¿cuál es el argumento que lo lleva usted a dar esa alerta?
“Me atengo a la alarma que emitió el consejo que opera el Sistema Interconectado Nacional (SIN), dado que le enviaron una comunicación al viceministro de Energía alertando sobre la baja sensible del nivel agregado de los embalses, de los 24 embalses que le sirven al SIN, a consecuencia del fenómeno de El Niño.
También le solicitaron al Ministerio de Minas y Energía, y a sus dependencias, tomar medidas urgentes tendientes a conjurar el riesgo de un eventual razonamiento. De manera que ahí están los elementos que llevan a plantear la necesidad de que se dispongan todas aquellas medidas que impidan que se materialice ese riesgo”.
Desde mediados del 2023, el país sabía que se tendría un fenómeno de El Niño moderado – fuerte para que se preparara, pero hoy uno ve esta contingencia, percibe que faltó previsión. ¿Considera que este gobierno no preparó al país para ahorrar agua y energía en tiempos de sequía?
“El Gobierno tuvo el tiempo para prepararse y no lo hizo. Creo que, con suficiente antelación, empresas, el sector energético, academia y gremios, desde mediados del año pasado, ya advertían sobre el advenimiento de El Niño, que oficialmente reconoció la ministra de Ambiente en septiembre. Eso derivaba en medidas para mitigar el impacto, pero no se percataron de que era un riesgo inminente y que debían tomarse las medidas apropiadas en este momento. Se están tomando algunas medidas, pero son tardías, que han debido tomarse con anticipación.
Además, recordemos que en febrero el ministro de Minas y Energía, Andrés Camacho, le informó al país que ya el fenómeno de El Niño estaba llegando a su final, lo mismo dijo la ministra de Ambiente, esos mensajes para las hidroeléctricas significan que debían seguir operando como si nada”.
¿Estos ministros no fueron prudentes?
“No fueron prudentes y eso generó que las hidroeléctricas no guardaran agua para cuando llegara el momento de mayor intensidad, que es el actual. Es decir, el agua que se pudo haber embalsado no se guardó para este momento que exige más y requiere disponer de agua”.
En otras palabras, ¿no se guardó el agua suficiente pudiendo hacerlo?
“El agua que se gastó en aquel momento es la misma que nos está haciendo falta hoy”.
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Hace poco el Gobierno pidió al parque de generación térmica operar al máximo, ¿eso será la salvación?
“Prácticamente, las 72 plantas de generación térmica están operando a plena capacidad, generando aproximadamente entre 110 y 112 gigavatios hora/día, cuando su máxima capacidad es 120 gigavatios. Esto evitará en parte el racionamiento”.
Hasta ahora se está exhortando a los usuarios a que ahorren energía y agua, ¿considera que ya es tarde?
“Esto no es un tema de buena voluntad, debió haberse implementado un plan como el que se ejecutó en el 2015, con la política de ‘Apagar paga’, porque hay que darle incentivos a las personas para que ahorren, para que bajen el consumo de agua, y al mismo tiempo establecer castigos, por llamarlo así, a quienes se excedan en el consumo de agua. Eso es lo que se debió implementar con antelación. Incluso, hasta hace poco se suspendió la exportación de energía a Ecuador, eso tenía que hacerse antes y no esperar a que empezara a escasear la energía en nuestro país.
De modo que hemos estado en una confluencia de circunstancias que nos han llevado a un punto en el cual el riesgo de racionamiento no se descarta y es inminente, porque los niveles en los embalses están a solo dos puntos porcentuales del 27%, que es considerado por XM, el operador y administrador del Sistema Interconectado Nacional, el nivel crítico”.
¿Si llega ese nivel crítico, lo primero es el racionamiento?
“A partir de ese nivel ya es inexorable que se tomen medidas para empezar a racionalizar y a racionar el suministro de energía. Por lo tanto, en este momento ya no estamos dependiendo de las decisiones que tome el Gobierno, porque las tomaron tarde, sino del capricho de la naturaleza”.
Se reanudaron las lluvias, ¿con eso se aleja el fantasma del apagón?
“El propio ministro de Minas y Energía dio la buena noticia, según su pronóstico, que estamos ante el regreso de las lluvias, de manera que solo si llueve nos libramos del racionamiento de energía”.
Menciona que el fenómeno de El Niño del 2015 - 2016 se usó la estrategia de ‘Apagar paga’, que dio sus frutos porque se ahorró, ¿por qué no se replicó ahora?
“El ahorro fue del 5 % en el consumo. Si bien no tuvimos racionamiento en el 2015, sí tuvimos un autorracionamiento, porque los usuarios respondieron a esa estrategia de gobierno, que se echa de menos en este momento”.
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El Niño pasado fue más fuerte que el actual, ¿por qué, entonces, no se dieron esas estrategias claras de parte del Gobierno y ahora Colombia depende de las lluvias?
“El margen de maniobra que tiene el sistema es muy limitado porque el fenómeno de El Niño pone en estrechez la oferta de energía y la demanda, sobre todo en momentos cuando el consumo de energía está creciendo casi al doble de lo que se tenía proyectado al 4%, hoy ronda los 8,3%. Entonces, esa estrechez entre oferta y demanda es la que contribuye a que el margen de maniobra sea muy reducido. Insisto, el Niño ha sido el detonante de esto, pero no su causa”.
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Retomando su columna, al final de esta menciona la interinidad de la Creg (Comisión de Regulación de Energía y Gas), más aún en este periodo crítico, ¿considera que esto es una de las causas de esta crisis energética?
“Creo que la crisis en que está sumida Colombia, en parte, se debe a la inoperancia de la Creg, que es el nudo gordiano de esta crisis. Este nudo, solo el Gobierno lo puede desatar. Incluso, la Procuraduría le ha requerido al ministro que se provean los expertos comisionados, que se nombren en propiedad, como lo manda la ley. Es más, hasta una investigación le abrieron al ministro por no hacerlo en el Tribunal de lo Contencioso de Cundinamarca. Pese a ello, transcurrieron prácticamente tres meses sin que la Creg se haya podido reunir en pleno para tomar decisiones porque no contaba con quórum.
La semana pasada finalmente le extendieron el encargo a uno de ellos, se hicieron dos nombramientos más y uno de ellos también en calidad encargado y otro en propiedad. De manera que, de los seis integrantes como expertos comisionados de la Creg, hoy contamos con 4, solo dos de ellos en propiedad, los otros están en calidad de encargados”.
¿Esto resta criterio?
“Esto le resta autonomía para tomar decisiones como lo manda la ley, lógicamente decisiones que han debido a tomarse en materia regulatoria como las que hacemos alusión: ahorro de energía y parque térmico, así como contrarrestar la falta de aporte hídrico en los embalses. Nada de eso se pudo tramitar a tiempo porque ya la Creg estaba interinidad e inoperancia”.
Usted hace una analogía entre lo que le pasó al sector salud y lo que le puede pasar al sector energético, ¿reafirma que este Gobierno está llevando a una crisis inducida y expedita?
“Así es, hoy pareciera que se estuviera cocinando y fraguando eso mismo, de llevar al sector energético a una crisis, para que luego el mismo gobierno asuma control mediante decretos y normas, y meter por esa vía sus reformas. Por ejemplo, la inoperancia de la Creg es algo deliberado, que se suma también a los anuncios tanto de la Superintendencia de Servicios Públicos como del propio ministro de que la única respuesta para tratar frenar la escalada alcista de precios es un cambio de modelo, que ellos consideran neoliberal y que propicia esa alza desproporcionada en las tarifas.
En consecuencia, plantean que la salida para que se pueda superar este escollo es que se apruebe por el Congreso un proyecto de ley, largamente anunciado, pero que aún no lo han presentado ni radicado, una reforma de la Ley 142 de 1994 o la Ley de Servicios Públicos“.
¿Qué trae esa reforma?
“Sencillo, atribuirle al Ejecutivo todas las facultades y competencias en materia regulatoria, de tal manera que, en ese contexto, las comisiones de la Comisión de Regulación de Energía y Gas se quedarían sin sus funciones y competencias. Por lo tanto, en esto hay un propósito o, mejor dicho, un despropósito que es bloquear el funcionamiento del sistema, que puede llegar a colapsar y luego atribuírselo a lo que ellos han venido diciendo que el sistema está fallando. Pero el mejor sistema si no se opera bien, pues no da los resultados esperados en la puesta en funcionamiento y en operación”.
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En medio de esta crisis quien termina pagando los platos rotos, como se dice popularmente, son los usuarios con el alza en las facturas, ¿cree que esta incertidumbre presiona el precio en bolsa?
“De hecho, el precio en bolsa ha venido incrementando, entre otras razones, porque cada vez la participación de la generación térmica es mayor, prácticamente estamos en un 50%, cuando lo normal es que participe con el 15% y esta generación con carbón, gas y diésel es más costosa que la hidráulica.
Además, Colombia se enorgullece de su matriz eléctrica limpia, basada principalmente en energía hidroeléctrica (66%). Sin embargo, esta dependencia la hace vulnerable al cambio climático, especialmente a la sequía asociada al fenómeno de El Niño. La situación se agrava por el retraso en la ejecución de proyectos de expansión eléctrica. Se esperaba que entre 2018 y 2021 entraran en funcionamiento 4.000 megavatios de nueva capacidad, pero solo se han completado 1.200 megavatios de Hidroituango. Los parques eólicos de La Guajira, previstos para 2022, aún no han comenzado a operar y la línea colectora para integrarlos a la red no estará lista hasta 2025.
Este atraso estructural, sumado a la precaria situación de la expansión de redes de transmisión, ha provocado un estrés en el Sistema Interconectado Nacional (SIN). El margen de maniobra no supera el 10 %, lo que ha presionado al alza los precios de la energía en bolsa y, por ende, las tarifas para los usuarios finales”.
Con este panorama de fondo, ¿cómo ve el futuro del sistema?
“La subasta de oferta de energía en firme (OEF) busca aumentar la oferta de energía, pero los resultados podrían poner en riesgo la confiabilidad del servicio. La mayor parte de la energía asignada (99%) proviene de fuentes intermitentes como la energía solar fotovoltaica, lo que requeriría un respaldo del parque térmico de generación y las hidroeléctricas. Esto podría generar un déficit de energía en firme frente a la demanda proyectada.
Hay que advertir que, si no se toman medidas correctivas, Colombia podría enfrentar restricciones de suministro de energía en firme a partir de 2027, o incluso antes. Se propone una transición energética híbrida que no ponga en riesgo la seguridad y soberanía energética del país, como ocurrió en Alemania al apresurarse en el cierre de sus centrales térmicas.
Entonces, la dependencia de la energía hidroeléctrica, el retraso en proyectos de expansión y los resultados de la subasta OEF ponen en riesgo la confiabilidad del sistema eléctrico colombiano. Se requiere una transición energética planificada y gradual que garantice la seguridad energética del país”.
Para finalizar, ¿considera que es contradictorio que el parque térmico le esté salvando el día al Gobierno cuando este quiere prescindir de los combustibles fósiles?
“No es contradictorio, es irónico que las plantas térmicas que funcionan con gas, carbón y diésel estén operando casi al 100 %, aportando más al sistema para evitar un racionamiento, pero contaminando más, cuando el Gobierno Petro ha centrado su mensaje en dejar de explorar y explotar hidrocarburos”.
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