El concepto de coworking está estrechamente relacionado con el esquema de trabajo freelance, en el que profesionales ofrecen sus servicios y productos por su propia cuenta, manejan su tiempo y deciden desde qué lugar trabajar.
Precisamente esos profesionales, que crean desde su casa o desde un café, llamaron la atención del diseñador de videojuegos Bernie DeKoven, el primero en utilizar el término coworking en 1999, para referirse al trabajo colaborativo promovido por las nuevas tecnologías, capaces de conectar a las personas y ofrecer herramientas de intercambio de información.
DeKoven fue quien acuñó el término para lo que hoy conocemos como espacios de trabajo colaborativo: personas que comparten un espacio, que propicia la interacción y la creación de una comunidad para desarrollar proyectos con fines colectivos o particulares, desde diferentes áreas del conocimiento.
Su concepto comenzó a ganar popularidad, sobre todo entre emprendedores y freelancers que buscaban espacios más productivos que su casa. En 1995, antes de que DeKoven hablara del concepto, C-Base abrió en Berlín un sitio denominado hackerspace, un lugar para nerds y fans de la ciencia ficción con talleres compartidos de electrónica, madera, metal y un laboratorio de sonido y aunque ellos no se consideraban un coworking, su filosofía de trabajo era muy parecida.
En 2005 Brad Neugberg, profesional de la industria de software, creó en San Franciso el que se considera el primer coworking, abierto en oposición a los centros de negocios “impersonales y antisociales”. Operaba en Spiral Muse, una casa para el bienestar, que ofrecía entre cinco y ocho escritorios, dos días a la semana, con wifi, almuerzos compartidos, pausas activas y un cierre estricto a las 5:45 p.m. y que en 2006 fue reemplazado por un espacio llamado Hat Factory, un lugar de trabajo colaborativo, utilizado por profesionales independientes para desarrollar sus ideas de negocio.
Contaba con 85 puestos de trabajo, wifi gratis, tours por la ciudad en bicicleta y espacios para meditar; sitios y actividades que generan comunidad, un elemento esencial en los coworking.
Aunque Hat Factory cerró en 2016, este modelo se extendió en Estados Unidos, Inglaterra y Alemania y fue creciendo en popularidad. En 2006, había más de 40 espacios de este tipo y la cifra siguió aumentando. Así mismo, los millenials empezaron a verlo como uno paradigma exitoso por la posibilidad de crear proyectos, socializar y emprender de manera distinta.
Para 2013 había cerca de cien mil personas trabajando en espacios de coworking en todo el mundo. Entre 2014 y 2015, el auge llegó a Latinoamérica y a otros lugares como Australia.