Este país, entre muchos problemas económicos, le debe a dos sus principales dolores de cabeza: la dependencia a las materias primas y las pocas oportunidades laborales. Se han hecho varios intentos para cambiar el primero, y en cuanto al segundo se han dado facilidades para la creación de compañías a micro, pequeña y mediana escala, que ayuden a mejorar los indicadores de desempleo e informalidad.
En ese contexto las Micro, Pequeñas y Medianas Empresas (mipymes) –así como las grandes firmas– han funcionado como una salida para aquellos que no tienen la oportunidad de acceder a un empleo. Datos del gremio que las agrupa en Colombia, Acopi, dan cuenta de que hoy el 96 % del sistema empresarial nacional corresponde a este tipo de empresas.
De ahí que la crisis generada por el coronavirus mantenga en alto riesgo de fractura financiera a gran parte de la red corporativa nacional, en la que están industrias como la manufactura, textiles y confecciones, automotor y servicios en general, entre otros.
Crisis que tiene a los empresarios con una angustia doble: no dejar morir el que ha sido el sueño desde hace dos, cinco o 20 años, mientras se las arreglan para que sus trabajadores sientan el menor golpe posible a causa del aislamiento preventivo.
“Pienso siempre primero en los trabajadores. Miro la manera de cómo vivir financieramente por mi cuenta, tengo otros ingresos que me pueden ayudar, pero la prioridad son ellos”, explica Mónica Quiroz, representante legal de Los Especialistas, una firma que arrancó hace cinco años ofreciendo servicios de control de plagas y que mutó para brindar desinfección de espacios por el virus.
Mónica ve con buenos ojos el futuro, es optimista frente a lo que pueda pasar y las oportunidades para transformar su negocio, en el que, por ahora, sólo emplea a dos personas mayores de 40 años, y a quienes les ha podido responder por el sueldo utilizando ahorros de la compañía, pero también gracias a facturas por cobrar de algunos acreedores.
Sin embargo, la suerte que corren los empleados de Los Especialistas no la vive la gran masa de este tipo de compañías en Colombia, y de ahí que los ahorros o se estén acabando, o el dinero que llega desde los bancos no sea suficiente para mantenerse a flote. Lo que no les daría ni para otros dos meses de trabajo.
El gran reto
Rosmery Quintero, presidenta de Acopi, le dijo a EL COLOMBIANO que la necesidad más urgente está en que el Gobierno se plantee la posibilidad de asumir el salario de 7,8 millones de empleados (los más vulnerables), del total de 17 millones de personas que trabajan en mipymes de Colombia. Lo anterior porque las cajas están vacías y el poco dinero que queda se reparte entre pagar lo que se debe por créditos anteriores, o hasta dos (en el mejor de los casos) de las quincenas que ha comprendido el actual aislamiento preventivo (ver Opinión).
“Desde el Ministerio de Hacienda nos han dicho que el modelo se ha dado en países europeos, pero que en la región no. Dicen desde el Gobierno que no hay maniobra fiscal para ese subsidio. Yo diría que sí la tienen porque se dan 12 billones de pesos para respaldar garantías, hay 3 billones para capitalización, más otro billón en ayudas específicas: la propuesta de parte de nosotros para el pago de nómina es de 6,8 billones de pesos, al mes, tomando como base el ingreso del salario mínimo para todos los actores”, explica la dirigente gremial.
El ejemplo al que se refieren desde el Gobierno son los 300.000 millones de euros que se han entregado a las pymes a través del Banco Europeo de Inversiones para que estas solventen sus obligaciones más urgentes.
La propuesta sale desde Acopi en vista de que las firmas locales han visto restringido el acceso a los créditos y facilidades anunciados por el Gobierno, oportunidades que se entregarán a través de los bancos y sobre las que el presidente Iván Duque dijo que hará seguimiento para que no se pongan en riesgo los salvavidas financieros para esta fuerza productiva.
Édgar Gómez es de Santander, pero hace poco más de 10 años vio la oportunidad de generar empresa y empleo en Antioquia. Desde ese momento el empresario creó Confecciones Favela, firma que emplea a 12 personas, vendió 900 millones de pesos durante el año pasado, y que ahora busca nuevas oportunidades.
“Nos cogió de imprevisto. En el momento todo el personal está en la casa. Se pudo pagar la primera quincena, pero en adelante no. Nosotros comercializamos a nivel nacional, la gran mayoría de ventas son a crédito. Las cuentas están congeladas y por eso hay que empezar a mirar por dónde vamos a cambiar el modelo de la empresa”, añade Édgar.
A buscar salidas
De acuerdo con Francisco Cubillos, profesor de la Escuela de Administración de Empresas de la Universidad del Rosario, hay otra cualidad que los emprendedores de las firmas más pequeñas le inyectan al sistema productivo nacional: la creatividad, la capacidad de innovar y el olfato por siempre estar buscando cómo diversificar el portafolio.
“Es en la crisis en donde se conoce el verdadero carácter del empresario. Si no se puede mantener una idea de negocio rápidamente hay que empezar a mirar por dónde se puede hacer el giro, porque navegar en las mismas aguas afecta a cualquier compañía: siempre hay que encontrar salidas”, explica Cubillos.
De hecho en esa misma línea Édgar menciona que ya están estudiando la posibilidad de empezar a fabricar tapabocas, o accesorios para el sector salud. Aunque denuncia otra dificultad: “Hemos averiguado por los materiales, por las telas, pero nos hemos encontrado con que mucho material está siendo acaparado, eso nos está poniendo mucho más difíciles las cosas”.
Y como el acceso a los créditos (según denuncias de los mismos empresarios y Acopi ) está siendo cada vez más complicado, también se analizan otras salidas para, de alguna manera, encontrar un camino de reinvención. Por eso es que empezar a renegociar las deudas y plantear acuerdos de pago es una de las propuestas.
De ahí que desde Acopi estén planteando, desde ya, la posibilidad de que varias de las empresas entren en proceso de insolvencia y de esta manera se encuentren alivios para incrementar las expectativas de vida a esta crisis y las que pudieran desprenderse una vez termine el aislamiento preventivo obligatorio. “Todavía no hay un número de firmas que entren en esa normativa, pero hay que irse preparando para lo que venga”, afirma Quintero.
Sin embargo, recuerda Cubillos que esta debería ser la última salida que puedan ver los empresarios, y que desde el Gobierno se deben priorizar herramientas para que las compañías que aportan el 80 % del empleo formal en Colombia, no toquen fondo y terminen agudizando la pérdida de puestos de trabajo que, de acuerdo con el Dane, pueden llegar a ser 1,14 millones.
Margarita Cadavid es propietaria y administradora de Creaciones Sedas y Modas, una firma que confecciona prendas para el sector desde hace 21 años, pero que por la crisis ya está viendo la opción de acogerse a la ley de insolvencia como última salida para salvar una empresa que ella misma se echó al hombro.
De los 14 empleados que tiene, 12 son madres cabeza de familia y sólo con una de estas trabajadoras ha hecho todo el proceso desde que inició operaciones en Medellín. El pago promedio para sus empleados es de un salario mínimo legal vigente y cerrar puertas, aunque no es una opción, genera la misma incertidumbre que es común ver por estos días en los emprendedores del país.
“Es muy difícil. La lucha que lideramos está en tratar de acoger a las personas que han laborado con nosotros. Por ellos hay que tener esperanza de que las cosas van a salir mejor. Por ellos hay que intentarlo, por seguir dándoles una oportunidad de vida”, dice Margarita.
Y aunque los más recientes anuncios de un aislamiento preventivo inteligente, que permita a sectores manufactureros volver a desempeñar algunas funciones, puedan ser positivos, estos empresarios creen que el cambio y la recuperación tardarían más de lo esperado.
“Ahora vamos a tener que estudiar cómo hacer nuevas inversiones para garantizar las normas de salubridad, pero también modificar esquemas asociados a los horarios laborales”, puntualiza Quintero.
“Si el consumo no se reactiva, no habrá muchas posibilidades. La moda también se vende por la interacción social. Eso no está pasando y para el retorno de esa normalidad también hay un panorama de incertidumbre”, precisa Margarita (ver Radiografía).
Ayuda extra
Un apoyo fundamental es el que le toca dar a los consumidores, aquellos que tienen la posibilidad de hacer un gasto más allá del necesario. Incentivar el comercio de parte de la masa de personas que tiene recursos para generar ingresos a las mipymes será vital.
De ahí que el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, de la mano de Colombia Productiva, lidere la iniciativa Compra Lo Nuestro, idea que permite a consumidores potenciales acceder a estos bienes y servicios. En ese sentido las mipymes tendrán otra plataforma que generará nuevos negocios: “El empresario necesita sentirse respaldado por la carga que está llevando”, concluye Cubillos .
80 %
del empleo formal lo dan las mipymes en Colombia, según datos de Acopi.
1,6
millones de micro, pequeñas y medianas empresas hay en el país.