Los nombres de tres funcionarios de la Dian surgieron en medio de una investigación interna para identificar a las personas corruptas dentro de la entidad. El Ojo de la Dian se puso a prueba, está a punto de desenmascarar al zar del contrabando en Colombia y por primera vez la opinión pública sabrá de él.
Durante varios meses, los funcionarios de la Dian han sido observados, por decirlo de algún modo, por un software que funciona como un virus, que fue puesto en sus computadores y sistemas. Las 24 horas del día, durante el último año, los patrones de comportamiento de todos los funcionarios fueron identificados. Si un empleado buscaba información exógena de casos diferentes a los suyos saltaban las alertas de fiscalización; lo mismo ocurría cuando, por ejemplo, se pedían devoluciones de IVA sospechosas, o cualquier otra conducta que no estuviera acorde con sus funciones.
Lisandro Junco, director de la entidad, le llama al virus cariñosamente “el Ojo de la Dian”, pues en sus oficinas todo lo ve.
Y aunque ya dio sus primeros frutos, con la reciente imputación de cargos a varios funcionarios por presuntamente recopilar de manera ilegal la información privada de los obligados a declarar para venderla con fines de extorsión, o para entregarla a empresas del sector financiero para que les ofrecieran sus servicios; en los próximos meses el Ojo de la Dian dará un golpe maestro: caerá una gran empresa de textiles y confección –con sede en la Costa– que durante más de 20 años ha ingresado contrabando al país por más de 20 millones de dólares anuales.
Así se cocina un gran golpe
El Ojo de la Dian lanzó alerta sobre varias decenas de funcionarios que consultaban información de terceros no vinculados con sus procesos y en la mayoría de los casos la fiscalización identificó que estos empleados averiguaban por personas famosas, de la farándula, de la política, o de los negocios, en un interés más cercano al chisme que a la ilegalidad. Pero en seis casos había algo común: la información consultada estaba relacionada con empresas que tenían el mismo domicilio en la ciudad de Barranquilla.
Así es como la fiscalización buscó a todas las empresas que aparecían registradas en ese lugar y encontró que en los últimos 20 años se han constituido allí más de 30 empresas dedicadas a la importación, fabricación o comercialización de prendas textiles. Ya solo ese dato daba para sospechar que allí se fraguaba algún delito camuflado en empresas de papel.
Las 30 empresas habían cumplido su objeto social en algún momento determinado como proveedoras de una gran compañía, habían gestionado ante la Dian devoluciones de IVA y muy rápidamente se liquidaban y desaparecían.
Una de esas empresas estaba funcionando para el momento de la investigación, entonces la Dian le hizo un allanamiento. ¡Bingo!
Además del historial de las empresas de papel que habían sido utilizadas, los peritos encontraron una libreta en la que aparecían los cálculos que hacían sobre el pago de sobornos a los funcionarios de la Dian para que les entregaran las devoluciones de IVA.
Por ejemplo, en la cuenta más voluminosa, correspondiente a una devolución de IVA de 2020, dicha empresa estaría reclamando 11.205 millones de pesos y para lograrlo estaba repartiendo una coima del 7%, correspondiente a 784 millones de pesos entre varios funcionarios, cuyos nombres coinciden con los identificados previamente por el Ojo de la Dian.
En la libreta se daba cuenta de anticipos de entre 50 y 180 millones de pesos, y de abonos menores de entre 4 y 18 millones de pesos, con el correspondiente nombre del funcionario.
En otras oportunidades los sobornos eran de 5% o del 3%, aún no es claro de qué dependía el monto. Lo que sí ha logrado identificar la fiscalización es que estos funcionarios hacían la solicitud al sistema para que a la empresa le fuera devuelto el dinero que supuestamente había pagado por concepto de IVA en su cadena de producción.
EL COLOMBIANO tiene en su poder imágenes que corroboran la existencia de la libreta, así como parte de uno de los interrogatorios que los funcionarias le hicieron a la representante legal de la empresa para justificar las devoluciones de IVA.
El asunto era que esos impuestos no habían sido pagados a la Dian, porque la materia prima y muchas veces las prendas listas habían entrado al país como contrabando, pero las empresas fachada habían servido como “proveedores” para armar todo el teatro y lograr las multimillonarias devoluciones.
Ese dinero no ha sido devuelto, porque el sistema de la Dian no lo ha permitido. Así que los funcionarios recibieron los anticipos de las coimas pero no le han cumplido a la empresa. “Estos funcionarios resultaron más criminales que los contrabandistas y lavadores de dinero más grandes de este país”, advierte una fuente cercana a la investigación.
Realizar todos estos operativos le ha tomado a la Dian un año, la fiscalización ha sido larga y la planeación difícil, porque no solo depende de sí misma sino de la Fiscalía y la Policía. Además, la logística es complicada porque para llegar a Barranquilla siempre tenían que aterrizar en Santa Marta o Cartagena y llegar por tierra de sorpresa, para que las empresas no fueran advertidas antes, como les ocurrió la primera vez que llegaron a la ciudad. “Teníamos todo listo y cuando llegamos no había nadie, se habían acabado de ir avisados por uno de los funcionarios corruptos”, cuenta una fuente.