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Constructora antioqueña es la décima más grande del país

La historia detrás de una discreta constructora hecha a pulso y kilómetros de vías y concesiones.

  • Luz María Correa Vargas es la presidenta de Construcciones El Cóndor desde 2001. foto donaldo zuluaga
    Luz María Correa Vargas es la presidenta de Construcciones El Cóndor desde 2001. foto donaldo zuluaga
24 de mayo de 2015
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LLa empresa que empezó a sus 40 años el ingeniero antioqueño Jairo Correa Gómez para “entretenerse” con pequeños contratos de obra pública, luego de intensas jornadas dedicadas a la infraestructura con su firma Los Topos, a la vuelta de 36 años es otra cosa.

Se convirtió en la décima constructora más grande del país por ingresos, uno de los principales jugadores para hacer realidad las vías de cuarta generación (4G) y pionera en proyectos de alianzas público-privadas (APP).

Correa fue socio en los setenta de Construcciones El Águila, pero en su nuevo empeño quería el nombre de un ave que volara más alto: El Cóndor. Y sí que lo hizo: más de 150 proyectos de gran envergadura ejecutados como 20 puentes mayores; 12 túneles que suman 23,4 kilómetros (cinco veces el Túnel de Occidente); más de 3.000 kilómetros de vías intervenidas y pavimentadas (seis veces la autopista Medellín-Bogotá); 50 millones de metros cúbicos de movimiento de tierra y roca; hasta ocho millones de toneladas de carbón extraídas en una mina del Cesar y construcción directa de hidroeléctricas que suman 150 megavatios instalados. Hoy las obras contratadas y por ejecutar de El Cóndor suman más de dos billones de pesos.

Pero el gusto por las finanzas de Correa hicieron que El Cóndor tuviera portafolio de inversión propio. Antes de que se hablara de concesiones en Colombia, a comienzos de la década de los ochenta financió y construyó a la Gobernación de Antioquia la vía entre Narices-Puerto Nare, Magdalena Medio.

La primera obra pública nacional se dio en 1984 y en una zona de orden público: la vía Neiva (Huila)-San Vicente del Caguán (Caquetá). El Cóndor comenzó a ganarse un nombre por hacer las obras que otras firmas evitaban por distantes, dificultades técnicas o de seguridad y, eso sí, siempre con maquinaria propia.

Sin embargo, Correa tenía claro que no se podía vivir al azar de ganarse licitaciones. Antes de que se abriera la primera generación de concesiones, viendo que las firmas colombianas no tenían la caja para competir solas con las extranjeras, juntó a varios constructores y fundó en 1992 el Grupo Odinsa, en que El Cóndor tiene un 16 por ciento. Esa misma sociedad luego ganó la millonaria concesión para modernizar y operar el aeropuerto Eldorado, mediante Opaín.

También El Cóndor se abrió camino con concesiones propias. En 1994 participó en la sociedad que construyó y mantiene la autopista Bogotá-Villavicencio. Con ese retrovisor de ejecutorias, el sexagenario ingeniero Correa se retira y, luego de evaluar sucesores internos y externos, la batuta de El Cóndor pasa a manos de Luz María Correa Vargas, la única de sus cuatro hijas que está en el negocio y que se vinculó a la firma desde finales de 1982.

Camino a las APP y 4G

En su presidencia, El Cóndor entró al mercado de capitales en 2012, al democratizar el 20 por ciento de su propiedad y obtener recursos frescos para sumar capital de inversión en futuros proyectos. Además, los ingresos pasaron de 45.761 millones de pesos a los históricos 392.778 millones alcanzados en 2014, con un crecimiento anual compuesto de 17,69 por ciento.

—¿Cuál ha sido el secreto para esa expansión?

—Austeridad, eficiencia, una estructura ligera, cultivar el recurso humano, crecer la organización a la par de la facturación, controles claros y anticiparse: vivimos el presente preparándonos para el futuro —responde esta administradora de empresa, quien espera que la compañía crezca sus ingresos entre 15 y 20 por ciento al cierre de 2015.

Por eso es que la primera APP de iniciativa privada, autopista Cesar-La Guajira, la presentó El Cóndor en 2009, en el último gobierno Uribe. Superados cambios en la ley y reglamentaciones, y sin otra oferta, se le adjudicó la semana pasada a esta firma antioqueña para intervenir y operar 350,3 kilómetros de vía por 30 años, luego de invertir 388 mil millones de pesos.

A ello se suma que, a través de Odinsa, El Cóndor tiene el 11 por ciento de la APP autopista vial de los Llanos (Meta), aprobada en abril pasado y con inversiones de 1,26 billones de pesos. Otras dos APP de iniciativa privada están en fila: un sistema vial para conectar Antioquia con el departamento de Bolívar (100 por ciento de El Cóndor) y el desarrollo vial del Nus, también en Antioquia (21 por ciento).

“Tenemos en la cantera varias APP más en estudio, que se presentarán a medida que evolucione nuestro plan de negocios, pues implica una etapa grande de riesgo mientras entran a factibilidad”, agrega la presidenta de la compañía.

Así se materializa un nuevo negocio, luego de siete años de conocimiento interno y que conecta con las vías de cuarta generación (4G), en que El Cóndor ya participa en dos tramos adjudicados de las ocho concesiones de Autopistas para la Prosperidad: Pacífico II (Bolombolo-La Pintada); y Pacífico III (Antioquia con Eje Cafetero).

Uno de los aspectos críticos de estas billonarias obras es su financiación, en lo que El Cóndor hizo escuela desde Eldorado: “no basta ser buenos para construir, sino en buscar recursos para financiar con banca local, extranjera y multilateral”, concluye la ejecutiva.

—¿En las 4G, El Cóndor tiene claro cómo se financiará?

—Sí, estamos a cuatro meses del cierre financiero. Los bancos están escogidos y estamos en documentos finales de acuerdos de tasas, plazos, comisiones y demás.

—Varios analistas afirman que las 4G no son atractivas para los bancos.

—Realmente hay apetito en esta primera ola de concesiones. Tuvimos sobredemanda en los proyectos, tanto con banca nacional como internacional y hemos escogido las mejores condiciones. Las 4G están bien estructuradas, está muy claro en cabeza de quién están los riesgos y las etapas de cada proyecto.

En ese complejo ajuste de cuentas, está claro que el Gobierno pone su parte con vigencias futuras presupuestales, tanto en pesos como en dólares. En lo que hay confusión es en el rol de la Financiera de Desarrollo Nacional (FDN), llamada a entrar en tramos de los proyectos que no son eficientemente financiados por la banca y a cubrir al Gobierno en el porcentaje que le toca de reconocimiento de eventuales riesgos.

—¿Le inquieta que el Gobierno diga que si no hay venta de Isagén, entonces no están los recursos con que financie la FDN?

La FDN lo puede hacer, además hay líneas en la banca comercial que pueden ser un poco más costosas, pero que pueden cubrir ese riesgo en las 4G en proceso. Lógico que los recursos de Isagén serán importantes, pero si no se da la venta, no creo que sea la debacle para la infraestructura. Soy de la idea de que se deben buscar las alternativas financieras para que las cosas se den.

Correa es de la idea de que sí hay apetito por la nueva infraestructura, como ha pasado en otros países. Mientras tanto, El Cóndor se alista a levantar más vuelo con las propuestas en que ya tiene claro que se presentará para la segunda y tercera ola de concesiones de las 4G y así elevarse en las alturas.

$1,05
billones, los activos totales de El Cóndor al cierre de 2014.
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