El Consejo Privado de Competitividad (CPC) y la Universidad del Rosario le tomaron el pulso a las 32 capitales del país. En este sentido, ayer se dio a conocer el Índice de Competitividad de Ciudades (ICC) en el que Bogotá obtuvo el primer lugar con 7,49 puntos de 10 posibles, seguido por Medellín y el área metropolitana (AM), con 7,05 puntos, y Manizales AM, con 6,6 (ver Paréntesis).
¿Y cuáles son las razones para que el Aburrá ocupe el segundo lugar en la medición? El hecho de que haya sido primero en el pilar de innovación y dinámica empresarial con una calificación de 7,55, y que obtuviera la segunda casilla en índices como infraestructura y equipamiento, salud, tamaño del mercado y, sofisticación y diversificación, todas con más de 6,5 puntos.
Pero, pese a este buen balance con el que el área metropolitana se mantiene segunda en competitividad en el país al igual que sucedió en el 2019, hay retos que atender en frentes como educación básica y media, en el que estuvo en el puesto 20, sostenibilidad ambiental, caso en el que fue décima, y en menor medida en mercado laboral, ítem en el cual fue quinta.
Clara Inés Pardo, coordinadora temática del Centro de Estudio para la Competitividad Regional (Score) de la Universidad del Rosario, explica que en el caso de la educación hay dos variables claves para trabajar: la cobertura neta en primaria (en el que sumó 4,38 puntos) y la deserción escolar (6,28 puntos).
“Estos son los dos renglones en los que tiene puntajes más bajos, y la Secretaría de Educación tendrían que entrar a analizar el tema para ver cómo mejora los indicadores”, explica la experta.
Además, añade que en calidad de la educación se observa que los puntajes en Pruebas Saber 11, en especial de los colegios oficiales, al igual que en la relación entre estudiante y docente, hay notas bastante bajas.