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Otra mirada al ajuste del salario mínimo en Colombia

  • Empresarios y trabajadores en Colombia están a la espera de que se defina el aumento del salario mínimo para 2021. Foto Colprensa
    Empresarios y trabajadores en Colombia están a la espera de que se defina el aumento del salario mínimo para 2021. Foto Colprensa
25 de diciembre de 2020
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Mientras cerca de 2,5 millones de trabajadores que en Colombia devengan el salario mínimo esperan el decreto que fije el incremento para 2021, un grupo de por lo menos 50 analistas económicos, entre exministros, dirigentes, sindicales y académicos, plantearon una serie de observaciones que consideran deben tenerse en cuenta para establecer esa remuneración.

El denominado enfoque alternativo e integral, incluye diversas dimensiones del problema del mundo del trabajo, para afrontar la crisis económica, el alto desempleo, la informalidad, la pobreza y la pérdida de ingresos laborales, que afecta, en mayor proporción, a las mujeres y a los jóvenes.

Entre las anotaciones por estos expertos figura la relación entre salario mínimo e inflación, y enfatizan: “No debería haber ninguna duda en que el punto de referencia para el aumento del salario es la inflación causada y no la esperada, tal como lo establece la jurisprudencia de la Corte Constitucional, con el fin de evitar que los salarios pierdan poder de compra, afecten el mínimo vital y continúen deprimiendo el consumo de los hogares”.

En el análisis suscrito por las exministras Clara López y Cecilia López se explica que hoy se observan bajos niveles de inflación, por debajo del 2 %, “consideramos que hay buen espacio para ampliar el debate y sacarlo del mito inflacionario, con el fin de promover un aumento salarial no limitado al IPC y activando un seguimiento detallado a los efectos de la medida, para que durante el año se puedan adoptar nuevas políticas”.

Otras anotaciones que también compartieron los exministros Camilo González y Amylkar Acosta aseveran que no hay ninguna evidencia de que el menor salario tenga impactos favorables en la productividad, ni en el empleo. “Todo lo contrario, los salarios bajos son un incentivo para no aumentar la productividad. No hay un efecto demostrable que implique sustitución de trabajo por capital, y no se trata de hacerlo, cuando el salario sube y los empresarios tienen incentivos para mejorar la productividad, pueden generar un círculo virtuoso en la economía, en la demanda agregada y en el empleo”.

Igualmente, cuestionan la medición a través de la Productividad Total de los Factores (PTF) y advierten que esta es una medida equivocada para definir el incremento del salario por lo que se debe dejar de lado, porque no tiene suficiente sustento teórico.

“Estos cálculos implican supuestos arbitrarios sobre la forma de la llamada función de producción y las variables que la componen (capital, trabajo y cambio técnico). Es una econometría densa que oscurece el debate y termina convirtiéndose en una caja negra. En lugar de la PTF se deben adoptar diversas mediciones de productividad media del trabajo. Se deben examinar las diferentes opciones (por trabajador, por hora, por monto salarial, etc.) y optar por la que se utiliza en las principales agencias internacionales y otros países, como la productividad promedio por hora, en la medida que resulta más conveniente, y a la vez sea acordada por los actores del diálogo social”.

Con respecto a la estructura de costos, el mensaje que también firmaron dirigentes sindicales como Alberto Orgulloso y Carlos Julio Días, pide revisar la estructura de costos de las empresas, pues sostienen que hay factores diferentes al salario que pueden tener mayor relevancia. Por ejemplo, si el crédito es relativamente alto, el costo del capital puede ser significativo e impactar de manera negativa la rentabilidad de la empresa. “El mismo efecto puede tener el pago a proveedores diferido en el tiempo, el cual en 2019 alcanzó 96 días en promedio en el país”.

Para el grupo de analistas bajos salarios no es sinónimo de mayor competitividad, y urgen en que más bien se deberían controlar otros costos como los altos costos financieros y el de la energía.

Otro cuestionamiento está asociado a los parafiscales, que en los últimos años han tenido una progresiva reducción y aseguran que esas menores contribuciones a entidades como el Sena o el Icbf no han aumentado el empleo.

En el mensaje también se menciona que en el país no existe ninguna evidencia de la relación entre el menor salario y el mayor empleo. “Tal vez la evidencia sea contraria, sin mencionar la calidad de los puestos de trabajo, en términos de trabajo decente”.

Con respecto al consumo, los firmantes del texto explican que los datos últimos sobre la pobreza, correspondientes al 2019, muestran que la tendencia decreciente se reversó, y que el país está experimentando aumentos en la incidencia de la pobreza. “La situación se agravará entre 2020 y 2021 por los problemas creados por la pandemia. Este panorama ha golpeado, en especial, a las personas más vulnerables. No es conveniente, entonces, empeorar su situación con incrementos bajos en el salario, porque afecta el mínimo vital consagrado en la constitución, deprime el consumo de los hogares, la demanda agregada de la economía sigue poniendo en aprietos la satisfacción de necesidades básicas”.

Tampoco están de acuerdo con reducir el aumento del salario mínimo con la presunta pretensión de generar más empleo y advierten que “un aumento paupérrimo del salario mínimo afecta la demanda agregada de la economía, lo cual impacta negativamente a otros trabajadores que no se benefician en forma directa del mismo, tal es el caso de los trabajadores por cuenta propia, que representan más del 40 % de los ocupados, quienes verían afectadas sus posibilidades de percibir un ingreso, por falta de demanda a consecuencia del bajo crecimiento de los salarios”.

Entre los argumentos de estos analistas, también se resalta la solicitud al Banco de la República para que mantenga bajas las tasas de interés para abaratar efectivamente el crédito a las empresas (en especial a las mipymes) y a los hogares, y estiman que el gobierno debería intervenir efectivamente la tasa de usura, fomentar y garantizar el microcrédito para superar las distorsiones del presta diario o el llamado “gota a gota”.

Aunque no plantean específicamente en cuánto debería incrementarse el salario mínimo para el año 2021, abogaron porque se tenga otra mirada sobre este asunto que permita acoger iniciativas de lo que llaman un nuevo pensamiento económico para la nueva época.

Las consideraciones también son respaldadas por entidades como:

Asociación de Economista de la Universidad Nacional

Asociación Colombiana de Economía Critica

Asociación Colombiana de Estudios del Trabajo

Asociación Colombiana de Educación al Consumidor

Asociación de Egresados de la Universidad Nacional

Corporación Sur

Centro de Estudios Cedetrabajo

Escuela Nacional Sindical

Grupo Socio Economía de la Universidad Nacional

Grupo de Protección Social de la Universidad Nacional

Red Colombiana de Prospectiva

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