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Economía del cuidado, ¿cómo lograr el balance?

Tres cuartas partes de los oficios del hogar son resueltos por mujeres. Estas son las consecuencias.

  • Ilustración sstock
    Ilustración sstock
15 de diciembre de 2020
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La ejecución de oficios que implican el cuidado de sí mismo o de otras personas es una parte de la economía que poco se mide, pero que para 2017 equivalió a 20 % del Producto Interno Bruto (PIB) de Colombia, de acuerdo con las cifras del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane).

A esto se le conoce como economía del cuidado e incluye actividades como el “mantenimiento de la vivienda, los cuidados a otras personas del hogar o la comunidad y el mantenimiento de la fuerza de trabajo remunerado”, según la Ley 1413 de 2010.

En Colombia, justamente la última medición realizada de economía del cuidado tuvo lugar en 2017 y el hallazgo más relevante es que estas actividades no remuneradas tuvieron un valor económico de 185,72 billones de pesos, siendo el suministro de alimentos la actividad que más valor generó, con un total de 55,93 billones de pesos, seguido de la limpieza y mantenimiento del hogar, con 47,18 billones de pesos (ver Gráfico).

Entre estos se encuentra la organización, distribución y supervisión de tareas domésticas; preparación de limentos; limpieza y mantenimiento de vivienda y del vestido; cuidado, formación e instrucción de los niños, lo que incluye el traslado al colegio y ayuda al desarrollo de tareas escolares; el cuidado de ancianos y enfermos; realizar las compras, pagos o trámites relacionados con el hogar; reparaciones al interior de este; y servicios a la comunidad y ayudas no pagadas a otras viviendas de parientes o amigos.

El dinero que representan estas actividades amerita que economistas como Cecilia López consideren que deban cobrar un mayor protagonismo en las discusiones de política pública, y más teniendo en cuenta que la estructura de estas actividades dan fe de que 76,7 % de la economía del cuidado es atendida por mujeres y solamente 23,3 % se le atribuye al género masculino.

Lo que plantea López es que todas estas labores se están dejando en manos de mujeres que entregan este servicio prácticamente en forma de subsidio y que se limita su autonomía económica y su capacidad de ingresar al aparato productivo de la sociedad. Por ello, la experta asegura que debería ser una responsabilidad del Estado y del mercado.

Con esta iniciativa, las tareas enlistadas en la cuenta satélite del Dane que actualmente se mueven como un oficio no remunerado en el que, principalmente, las mujeres gastan su tiempo, pasarán a otras manos o deberán ser mejor recompensadas.

Algo que apunta el Observatorio Fiscal de la Universidad Javeriana es que como se maneja hoy en día “esta situación está lejos de ser ideal, pues reduce las posibilidades de la mujer frente al hombre en diversas dimensiones, dificultando la equidad y la eficiencia en el trabajo, la educación, la salud, el poder de negociación dentro del hogar y el uso del tiempo”, teniendo presente que 74 % de las horas que se dedican a estos oficios son de mujeres.

De esta manera, lo que indicó la experta es que para que haya un trato más justo de estas labores “lo que el Estado tiene que hacer es estimular al mercado para que haga guarderías, sitios donde tener a los ancianos y para que tenga desarrollo tecnológicos en este segmento de la economía”.

Adicionalmente, Natalia Moreno Salamanca, economista que ha estudiado este fenómeno, dijo que “se ha naturalizado la idea de que cuando las mamás son amas de casa quiere decir que no trabajan”, apuntando que esto es una muestra de que los oficios propios de la economía del cuidado han sido entendidos no como un trabajo sino como un deber, normalmente asociado con la mujer.

Una mirada en el tiempo

De acuerdo con López, esta discusión se inicia con la Revolución Industrial, época en la que se demarcan dos espacios diferentes, uno correspondiente al hogar y otro en el que se llevaban a cabo las labores.

Sin embargo, la pandemia volvió a juntar ambos espacios, razón por la que la discusión se retomó. Ahora, más que nunca, el lugar de trabajo es el mismo de vivienda, puesto que salir de casa puede significar aumentar el riesgo de contagio.

Pese a esto, organizaciones como la Comisión Económica Para América Latina y el Caribe (Cepal) aún denuncian que “este trabajo sigue siendo invisibilizado, subestimado y desatendido en el diseño de políticas económicas y sociales en América Latina y el Caribe”.

De esta manera, y con la pandemia como contexto, la Cepal afirma que “la construcción de sistemas integrales de cuidados, a la par que un factor fundamental para el logro del empoderamiento, la autonomía de las mujeres y la igualdad de género es un elemento clave” puesto con ello se puede lograr una creación directa de empleo y mejora en los ingresos de las familias.

No obstante, Maribel Castillo Caicedo, directora del programa de Economía de la Universidad Javeriana de Cali, indicó que hay que incluir a la población que quiere desempeñar estos trabajos. La manera de hacerlo es a través de una remuneración que “debe darse desde el sistema de protección social puede ser a través de transferencia o de una renta básica”.

Castillo Caicedo insistió en la importancia de incluir estas actividades en las cuentas nacionales para “apoyar a las personas que, en los hogares, no están cobijadas en el sistema de protección social”.

En la necesidad de transformación coincidió ONU Mujeres, en voz de su directora regional, María Noel Vaeza, quien manifestó, de cara a la reactivación, que “esta crisis es excepcional y requiere de cambios profundos y la ampliación de la protección social, lo que implica nuevos contratos sociales. Es hora de tomar en serio la inversión pública en salud y creación de empleo con un enfoque de género y derechos”.

Y es que en la crisis, las mujeres, ejes de la economía del cuidado, han sido una de las poblaciones que más se ha visto afectada. Por ejemplo, la tasa de pobreza de ellas aumentará este año 37,4%, un 22% más que en 2019, es decir, 118 millones de mujeres caerán en est situación de vulnerabilidad en la región en 2020, de acuerdo con la Cepal. En Colombia, la brecha de desempleo entre género creció con la pandemia (ver Paréntesis).

76,7 %
de actividades de economía del cuidado fueron hechas por mujeres en 2017: Dane.
23,3 %
de la economía del cuidado se llevó a cabo por hombres, según reporte del Dane.
Infográfico
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