La ejecución de oficios que implican el cuidado de sí mismo o de otras personas es una parte de la economía que poco se mide, pero que para 2017 equivalió a 20 % del Producto Interno Bruto (PIB) de Colombia, de acuerdo con las cifras del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane).
A esto se le conoce como economía del cuidado e incluye actividades como el “mantenimiento de la vivienda, los cuidados a otras personas del hogar o la comunidad y el mantenimiento de la fuerza de trabajo remunerado”, según la Ley 1413 de 2010.
En Colombia, justamente la última medición realizada de economía del cuidado tuvo lugar en 2017 y el hallazgo más relevante es que estas actividades no remuneradas tuvieron un valor económico de 185,72 billones de pesos, siendo el suministro de alimentos la actividad que más valor generó, con un total de 55,93 billones de pesos, seguido de la limpieza y mantenimiento del hogar, con 47,18 billones de pesos (ver Gráfico).
Entre estos se encuentra la organización, distribución y supervisión de tareas domésticas; preparación de limentos; limpieza y mantenimiento de vivienda y del vestido; cuidado, formación e instrucción de los niños, lo que incluye el traslado al colegio y ayuda al desarrollo de tareas escolares; el cuidado de ancianos y enfermos; realizar las compras, pagos o trámites relacionados con el hogar; reparaciones al interior de este; y servicios a la comunidad y ayudas no pagadas a otras viviendas de parientes o amigos.
El dinero que representan estas actividades amerita que economistas como Cecilia López consideren que deban cobrar un mayor protagonismo en las discusiones de política pública, y más teniendo en cuenta que la estructura de estas actividades dan fe de que 76,7 % de la economía del cuidado es atendida por mujeres y solamente 23,3 % se le atribuye al género masculino.
Lo que plantea López es que todas estas labores se están dejando en manos de mujeres que entregan este servicio prácticamente en forma de subsidio y que se limita su autonomía económica y su capacidad de ingresar al aparato productivo de la sociedad. Por ello, la experta asegura que debería ser una responsabilidad del Estado y del mercado.
Con esta iniciativa, las tareas enlistadas en la cuenta satélite del Dane que actualmente se mueven como un oficio no remunerado en el que, principalmente, las mujeres gastan su tiempo, pasarán a otras manos o deberán ser mejor recompensadas.
Algo que apunta el Observatorio Fiscal de la Universidad Javeriana es que como se maneja hoy en día “esta situación está lejos de ser ideal, pues reduce las posibilidades de la mujer frente al hombre en diversas dimensiones, dificultando la equidad y la eficiencia en el trabajo, la educación, la salud, el poder de negociación dentro del hogar y el uso del tiempo”, teniendo presente que 74 % de las horas que se dedican a estos oficios son de mujeres.
De esta manera, lo que indicó la experta es que para que haya un trato más justo de estas labores “lo que el Estado tiene que hacer es estimular al mercado para que haga guarderías, sitios donde tener a los ancianos y para que tenga desarrollo tecnológicos en este segmento de la economía”.
Adicionalmente, Natalia Moreno Salamanca, economista que ha estudiado este fenómeno, dijo que “se ha naturalizado la idea de que cuando las mamás son amas de casa quiere decir que no trabajan”, apuntando que esto es una muestra de que los oficios propios de la economía del cuidado han sido entendidos no como un trabajo sino como un deber, normalmente asociado con la mujer.