Una mirada a los sectores productivos en Colombia muestra que en el financiero, en contrate con otros, hay una mayor participación femenina. Sin embargo, según lo señala la periodista Camila Zuluaga, directora de Mañanas Blu, falta mucho por hacer, aunque precisa que Colombia, a diferencia de otros países de América Latina, sí tiene una mayor participación de mujeres en el sector financiero.
En diálogo con EL COLOMBIANO cuenta detalles de los 25 pódcasts y un libro que realizó en torno a esta realidad bajo el título Banqueras, mujeres que lideran las finanzas del país.
¿De dónde viene la idea de hacer un libro y una serie de podcast con entrevistas a las 50 mujeres más importantes del sector financiero?
“El proyecto son 25 podcasts, cada uno de ellos con dos banqueras, y un libro con sus perfiles. Fue muy bonito porque fue hablar de ellas, de su vida, pero también lo que hacen desde sus oficios para generar una transformación en las mujeres. Esto obedece a una iniciativa de Asobancaria, creo yo, después de todo lo que pasó con Hernando José Gómez”.
El expresidente de Asobancaria que salió por un escándalo de acoso...
“Y la Junta de Asobancaria dio ejemplo, fue intachable al decir: el señor se tiene que ir”.
Desde 1980, cuando nombraron a Noemí Sanín, presidente de Colmena hizo carrera la tesis de que a las mujeres les ha ido bien en el sector bancario. ¿Será cierto?
“Es cierto que el sector financiero, a diferencia de otros, tiene una mayor participación femenina; y es cierto que Colombia, a diferencia de otros países de América Latina, tiene una mayor participación de mujeres en el sector financiero. Lo que pasa es que falta mucho por hacer. Uno, las mujeres están principalmente en el área de ventas, un poco ligado al tema físico, al tema del charm de las mujeres. Pero, por ejemplo, los chief economist, que son los que hacen investigación, la línea más dura, hay solo dos mujeres que son Bancolombia con Laura Clavijo y el BBVA con Juana Téllez. O las juntas directivas de los bancos y de las empresas en el país todavía no alcanzan ni siquiera el 20 por ciento de participación femenina. Entonces sí, felicitaciones, bravo, bravo, pero todavía queda mucho por hacer”.
Entre 50 entrevistadas veo en el borde superior izquierdo a María Lorena Gutiérrez, presidenta del Grupo Aval, tal vez la que más alto ha llegado en el sector financiero no sé si piensa lo mismo y cuéntenos cómo fue esa experiencia de entrevistarlas...
“María Lorena es una de las principales promotoras de este proyecto. Cuando era decana de administración en la Universidad de los Andes trabajó este tema de cómo poder incluir a las mujeres en el mercado laboral y ha vivido en carne propia desde diferentes sectores, lo que significa ser mujer en un mundo dominado principalmente por los hombres. Entonces conocer ese lado de María Lorena fue muy interesante. Saber que fue una de las mujeres más poderosas del país, cuando estaba trabajando con el gobierno de Juan Manuel Santos, y oírla decir, nosotras las mujeres tenemos otro tipo de sensibilidad y a veces en medio de una crisis lloramos, porque somos así”.
Ella le contó que lloraba...
“Exacto, que muchas veces de la rabia le pudo haber dado”.
En el imaginario de la gente hay quienes dirán si el tipo llora esto está muy grave.
“Pero eso no es símbolo de debilidad, simplemente símbolo de la diferencia que tenemos nosotras. El liderazgo femenino es muy distinto y a veces se ha querido mostrar que el liderazgo masculino, porque es al que estamos acostumbrados, es el mejor y no es cierto”.
Aunque las mujeres a veces se apropian de un rol algo masculino al llegar a estas instancias...
“Algunas de ellas manifestaban que ese es un error en el que a veces incurren las mujeres. Y es algo que pasa precisamente por el entorno en el que vivimos. Como le pasó a Margaret Thatcher, que dijo, yo tengo que asumir un tono de voz más grave para que me pongan atención. Y esa es una de las reflexiones del libro. Llegar como mujeres a roles de liderazgo no implica que tenemos que adoptar las formas de los hombres. Nosotras tenemos un liderazgo distinto y en algunos aspectos más positivo que el de los hombres. Las mujeres en su liderazgo somos mucho más cercanas, ponemos mucha más atención al tema humano de quienes trabajan con nosotros”.
¿Notó en sus entrevistadas alguna característica común?
“Hay un tema transversal. No importa el cargo o el origen. Todas tienen una preocupación en un momento de su vida y es la maternidad. Nos preguntamos ¿Voy a ser mamá? ¿Sí o no? ¿Ser mamá implica que voy a tener un retroceso laboral? Y luego cuando se toma la decisión de ser mamá ¿cómo logro un balance de tiempo entre mi trabajo, tener una carrera exitosa, y estar con mis hijos? Y eso solo nosotras sabemos experimentarlo, porque es raro que un hombre empiece a preguntarse ¿si tengo hijos, será que no voy a crecer laboralmente? No se les ocurre”.
¿Para algunas de verdad fue una dificultad la maternidad?
“Para todas fue una dificultad, pero lo resolvieron. Y muchas, diría yo que la mayoría, tuvieron un esposo que las apoyó. Claro, no todas, porque hay mujeres separadas. Y muchas coinciden, de las 50 que entrevisté, en que sin ese aporte y ese equipo en casa habría sido muy difícil, porque muchas tienen que viajar, y si no está el papá en la casa en el rol de esas nuevas masculinidades pues habría sido imposible”.
¿Qué otra cosa encontró común?
“Todas las mujeres del proyecto han tenido mentores o mentoras que han marcado sus carreras. Espero que el libro y los podcast sirvan de inspiración a mujeres que quieren construir una carrera exitosa y una recomendación es que tienen que buscar mentores y eso tiene una estrategia. Sobra decir que todas ellas son disciplinadas. Pero eso ya es como un cliché, porque nadie es exitoso porque le cayó el cielo”.
Y de ellas, ¿cuáles son las más destacadas?
“Además de María Lorena Gutiérrez, que ya la mencionamos, están todas las presidentas de los bancos, como María Fernanda Suárez, dos presidentas de cooperativas, una de Santander y otra del Huila, las codirectoras del Banco de la República, las economistas jefe de los bancos, hay de todo. No quisiera escoger a ninguna por encima de la otra, porque lloramos juntas en los capítulos”.
Hay quienes hacen elucubraciones alrededor de que las mujeres podrían ser menos corruptas que los hombres y de pronto por eso les confían más fácil la plata...
“No conozco ningún estudio o alguna línea estadística que muestre eso”.
¿Qué otra característica común encontró en ellas?
“Algo que es transversal en todas es que nos morimos del susto de pedir un aumento de sueldo. Siempre cuando entramos a un trabajo pedimos menos que un hombre”.
¿Las banqueras le dijeron eso?
“Sí. Todas coinciden en decir que tenemos un temor a la hora de pedir más por nuestro trabajo. Cuando llegamos a competir por el mismo cargo, el hombre siempre va a pedir más dinero que nosotras”.
El hombre se tiene más fe...
“Siempre y las mujeres tendemos a pensar que no cumplimos con los requisitos del trabajo, mientras que los hombres así no cumplan con la mitad, ellos dicen yo sí puedo”.
Mejor dicho, las mujeres que nos están escuchando empiecen a ver cómo van a pedir aumento...
“Puede que no se los den, pero sí hacer la justificación de mostrar mi trabajo vale. El hombre tiene mayor tendencia al riesgo, y decir yo pido y que me den y si no me voy. Las mujeres tenemos aversión al riesgo, decimos ‘si yo pido y me echan...’ Y eso pasa con las inversiones y con el crédito. Las banqueras me decían que las mujeres tienen tendencia a pedir menos dinero al solicitar crédito que los hombres, a pesar de tener una mayor capacidad de pago”.
Pero puede ser mejor que las mujeres no cambien, que no tomen más riesgos financieros...
“Claro, pero si usted logra incluir –y eso también lo hablábamos con muchas de ellas– a las mujeres en el sector financiero con crédito, hace un cambio cultural enorme porque nosotras vivimos la realidad de Medellín o Bogotá pero en Colombia hay territorios donde las mujeres no tienen cuenta bancaria porque el esposo no se los permite. Tener libertad económica hace que tenga también libertad como mujer”.