A medida que el camino hacia un mundo descarbonizado avanza, la demanda de minerales cruciales para tecnologías de energía renovable, como paneles solares, turbinas eólicas y vehículos eléctricos, aumenta. Pero también lo hacen riesgos geopolíticos y tensiones en el suministro.
Esto ha generado una carrera entre países por su explotación y procesamiento. De hecho, un episodio ya marcó la primera gran crisis por estos “minerales del futuro” desde que la invasión rusa a Ucrania sacudió los mercados globales.
Con miras a avanzar en ese camino, y reservar nuevas áreas con potencial, Colombia actualizó su propio listado de minerales estratégicos con 17 grupos considerados vitales para la transición energética, entre los que se encuentran cobre, níquel, zinc, platino, manganeso, carbón metalúrgico, fosfatos, oro, esmeraldas, silicio, caliza, yeso y cromo.
De acuerdo con la Agencia Nacional de Minería (ANM), entrar en la categoría de mineral estratégico implica que el Gobierno Nacional priorizará sobre ellos sus estudios geocientíficos y tendrá la facultad de reservar y delimitar áreas especiales con alto potencial minero, con el fin de otorgarlas a terceros.
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Una necesidad creciente
El Banco Mundial proyecta que serían necesarias más de 3.000 millones de toneladas de minerales y metales para fabricar tecnologías limpias que permitan cumplir las metas de reducción de la temperatura por debajo de los 2°C para el 2050.
Solo en el caso de Colombia, la Asociación Colombiana de Minería (ACM) estima que la generación de 2.000 megavatios (MW) de energía a partir de fuentes renovables requiere de la construcción de, por lo menos, 600 molinos de vientos o más de 6.000 paneles solares, además del fortalecimiento de la red de transmisión a lo largo del país.
El meollo es que un solo molino de viento para la producción de 3 megavatios (MW) demandaría 1.200 toneladas de concreto, 47 toneladas de cobre, 335 toneladas de acero, y 3 toneladas de aluminio. Y un carro eléctrico, por su parte, necesitaría 63 kilogramos (kg) de grafito, 53 kg de cobre, 40 kg de níquel, 24 kg de manganeso, 13 kg de cobalto y 9 kg de litio.
Además, la ACM prevé que solo para cumplir las metas del Plan Nacional de Desarrollo (2022 – 2026) se necesitarían 77.000 toneladas de cobre —cerca de 10 veces la capacidad actual de producción anual que tiene el país—, 17.000 toneladas de níquel, 56.000 de aluminio, 10.000 de manganeso, 11.000 de silicio, y más de 5.000 toneladas de zinc, cobalto y litio.
La Nación tendría un gran potencial frente a estos minerales en departamentos como Boyacá, Norte de Santander, Bolívar, Córdoba y Antioquia. Y además de tener tres franjas de roca que contienen cobre, se especula que podrían existir yacimientos de tierras raras en depósitos de coltán, un tipo mineral muy utilizado para la industria de componentes eléctricos.
Sin embargo, la manera de impulsar la extracción, producción y cadenas de suministro de esta “nueva minería” se mueve aún en el terreno de la incertidumbre.
Los cuellos de botella
América Latina posee algunas de las reservas minerales más grandes del mundo, entre estas se encuentran el primer depósito mundial de cobre y cuarto de litio en Chile, así como el tercer depósito tanto de níquel como de tierras raras en Brasil.
Pese a esto, hasta ahora no ha logrado aprovechar todo su potencial. Según un análisis de JP Morgan, en la región existen brechas considerables entre las reservas y la producción real de estos, que van desde un entorno regulatorio complejo, falta de infraestructura y baja capacidad de extracción y procesamiento.
A esto se le suma que las cadenas de suministro de estos minerales, incluyendo la extracción, pero especialmente el procesamiento, están cada vez más controladas por China.
Para Carlos Vasco, profesor de la Universidad de Antioquia, uno de los retos que tiene el país es en cuanto a la cadena de valor: desde la extracción del mineral, el procesamiento y el valor agregado.
“No nos podemos quedar solo en la primera etapa de la cadena, que es remover el suelo y extraer el mineral. O volvernos extractores para mandar el mineral a otros países y que allá sean los que lo aprovechen. Hay que pasar de ser una actividad primaria e involucrar a la industria y al sector terciario para generar valor”, comentó.
Desde la óptica de Sergio Cabrales, analista y profesor de la Universidad de los Andes, otros retos que Colombia enfrenta para explotar su potencial en minerales estratégicos como el cobre y el níquel es la incertidumbre jurídica, tributaria y la complejidad en la obtención de permisos y licencias ambientales y sociales, que desalientan la inversión.
“También la presencia de grupos armados ilegales, y la minería ilegal, representan serios riesgos de seguridad de los operarios de los proyectos”, apuntó.
El presidente de la ANH afirmó en entrevista pasada con este diario que el país primero arrancará con las subastas para fosfatos y luego vendrán las de cobre, silicio y carbón metalúrgico, por lo que están viendo cómo ser lo “suficientemente inteligentes para ver cómo jugamos, desarrollando una industria basada en los minerales estratégicos para reindustrializar la economía y avanzar en la transición, sin cerrarle la puerta a las exportaciones”.
Las áreas protegidas
Uno de los puntos álgidos, que ha generado grandes reparos, es que algunas zonas de extracción de este tipo de minerales están en áreas protegidas. Según la revista científica Nature Communications, el 73% de este tipo de proyectos se encuentran en territorios indígenas.
“Paradójicamente, el desarrollo de estos proyectos para mitigar los efectos de la industrialización histórica implicará invadir paisajes con altos niveles de integridad ecológica y cultural y formas tradicionales de tenencia de la tierra”.
Entre tanto, la organización InfoAmazonía reveló que la Amazonía alberga parte de estos minerales, atrayendo el interés grandes empresas mineras: hasta el 24 de mayo de 2024, solo en la porción que le corresponde a Brasil, identificaron 5.046 solicitudes para minería, de 807 empresas, para explorar minerales considerados esenciales para la transición.
Frente a este asunto, Pardo ha dicho que han estado en conversaciones con el Ministerio de Ambiente para examinar cómo podría extraerse un mineral que es fundamental para las energías limpias, pero que está en un área que se quiere también preservar.