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Economía | PUBLICADO EL 21 febrero 2023

Así es el negocio para traer el gas desde Venezuela

Contrato entre PDVSA y Prodata Energy traerían 25 millones de pies cúbicos diarios de gas natural a través del gasoducto José Antonio Ricaurte, inactivo desde 2015.

  • El gasoducto Antonio Ricaurte fue montado en su totalidad por PDVSA y la inversión destinada fueron US$335 millones. FOTO Cortesía.
    El gasoducto Antonio Ricaurte fue montado en su totalidad por PDVSA y la inversión destinada fueron US$335 millones. FOTO Cortesía.
  • El gasoducto Antonio Ricaurte fue montado en su totalidad por PDVSA y la inversión destinada fueron US$335 millones. FOTO Cortesía.
    El gasoducto Antonio Ricaurte fue montado en su totalidad por PDVSA y la inversión destinada fueron US$335 millones. FOTO Cortesía.
Así es el negocio para traer el gas desde Venezuela
Por: alfonso lópez suárez

Al rededor de 25 millones de pies cúbicos diarios de gas natural comenzarían a llegar al país desde Venezuela, por el gasoducto Antonio Ricaurte desde finales del presente año, gracias al contrato que firmó el gobierno de Venezuela con la empresa Prodata Energy.

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El hecho llama la atención, si se tiene en cuenta que hace pocas horas el ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo, habló de la posibilidad para traer el combustible desde el otro lado de la frontera, tesis que refrendó horas después su homólogo de Comercio, Germán Umaña, quien señaló: “Tenemos un vecino que tiene reservas inmensas de gas las cuales según el mapa están a no más de 80 kilómetros de poder surtir zonas que no tienen suficiente oferta en el territorio nacional”.

Pero más allá de poner sobre la mesa el debate de si el país necesita de estas importaciones del combustible desde el Venezuela para atender la demanda, la pregunta que queda es: ¿cómo se va a hacer este negocio?

Si bien el tema de las importaciones de gas desde Venezuela se viene ventilando desde los primeros días del gobierno Petro, la noticia se confirmó cuando se hizo público el acuerdo entre Petróleos de Venezuela S.A. (PDVSA) y la empresa Prodata Energy para traer el combustible desde el vecino país.

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Los protagonistas del negocio

De acuerdo a la agencia de noticias Bloomberg, Prodata Energy con sede en la capital Caracas, quedó autorizada para realizar los envíos a través del gasoducto inactivo Antonio Ricaurte, de 224 kilómetros, que se extiende desde los yacimientos de gas de la región occidental de Venezuela, cerca al lago de Maracaibo, hasta la Estación Ballena, en la Guajira (Colombia).

Así mismo, de acuerdo al convenio, la autorización de las exportaciones a Prodata Energy es por 30 años, y los despachos hacia el país se realizarían a través del distribuidor Energy Transitions SAS en Colombia.

Pero el hecho relevante es que luego de la finalización del proceso contractual y hasta la fecha (casi tres meses) ni el gobierno de Venezuela, ni la citada empresa del vecino país han explicado públicamente los detalles del negocio, y mucho menos por qué fueron escogidas estas dos compañías para el transporte y distribución de gas natural, una en el vecino país, y la otra en Colombia.

De acuerdo al portal venezolano armando.info, aunque el nombre de la empresa Prodata Energy es nueva en el mercado de hidrocarburos del vecino país, su quehacer operacional lleva más de 50 años en este negocio, ya que antes la compañía se llamaba Production Data Acquisition Wire Line, una prestadora de servicios petroleros fundada en 1971 con sede en el estado Zulia.

Además del cambio de nombre, que se hizo oficial en febrero de 2022, también se presentó un relevo de propietarios, directivos y de sede (al cambiar sus oficinas al Centro Lido en Caracas), justo días antes de obtener la nueva licencia de PDVSA para exportar el gas venezolano a Colombia.

Ya con Prodata Energy como nuevo protagonista en el mercado de hidrocarburos de Venezuela, trascendió que sus dueños son Bernardo Arosio Hobaica, ligado inicialmente al sector de la construcción con ATB Constructores, y Jorge Miroslav Jara Salas, un ingeniero de origen peruano con un pasado petrolero en el vecino país por sus labores en la empresa Petroalianza contratista de PDVSA.

Llama la atención el nombre del primero por su vínculo con Walker International Dw-Llc, una intermediaria de PDVSA en la comercialización del crudo venezolano en los mercados internacionales. Arosio es un conocido del ministro Popular del Petróleo de Venezuela, Tarek El Aissaimi, funcionario muy cercano al presidente Nicolás Maduro, y quien sería el cerebro en el negocio para traer el gas natural desde el vecino país.

Así mismo, se hicieron públicas las dos jugadas que Arosio y Jara hicieron, y que venían preparando con antelación, para quedarse con la totalidad de Prodata Energy.

La primera fue el 8 de julio, cuando los dos empresarios registraron en una notaria en Caracas a Investment Holding Corp, una sociedad cuyo único fin es la “tenencia, gestión y administración de toda clase de acciones o participaciones en sociedades mercantiles”. Y la segunda fue el 5 de agosto, apenas un mes después de constituida esta empresa para adquirir la totalidad de acciones de Prodata Energy.

En el mismo Centro Lido, al lugar que en marzo de 2022 había trasladado Prodata Energy su sede administrativa desde el estado Zulia, también tenían asiento las oficinas de Investment Holding Corp, la sociedad creada por Bernardo Arosio y Jorge Jara para la adquisición.

Otro hecho relevante es que Prodata Energy, de acuerdo al citado portal, comparte sociedad con Energy Transitions, la compañía colombiana, con sede en el norte de Bogotá y que le serviría de vehículo para distribuir el gas natural venezolano en Colombia.

Para Nicolás Arboleda, asociado senior de Baker McKenzie del área de Minas y Energía, al final de cuentas el convenio energético con el vecino país es para fortalecer las relaciones políticas y diplomáticas.

“Es un beneficio económico para Venezuela porque Colombia entrará a depender como casi único demandante de ese gas. Así, el país terminaría con una interdependencia energética con Caracas, porque si no se sigue explorando y aumentando el horizonte para superar los 10 años de reservas, no se tendrá el gas suficiente para atender la demanda interna”, dijo el analista.

Distribución en Colombia

Pero la posible importación del combustible venezolano no solo era ventilado al otro lado de la frontera, también se venía abordando en Bogotá.

EL COLOMBIANO pudo establecer que en la materia no solo estaba interesado PDVSA, sino también Chevron, cuyos representantes indagaron con presidente del Grupo Energía Bogotá (GEB), Juan Ricardo Ortega, si el gasoducto Antonio Ricaurte estaba en buenas condiciones de operación, ya que este conecta directamente con el gasoducto de su filial Transportadora de Gas Internacional (TGI) en la estación Ballena (ver gráfico).

El presidente del conglomerado precisó que fue abordado por emisarios de la multinacional petrolera para informarle que estudiaban la viabilidad del proyecto, y le plantearon la posibilidad de utilizar la red de gasoductos de TGI para distribuir el combustible dentro de Colombia.

“Si van a traer ese gas desde Venezuela, tendrían que tener contratos con distribuidores y transporte. Nadie relevante ha tenido conversaciones de esa naturaleza y estos convenios toman tiempo en su maduración. Sorprende que la comercialización no la haga Ecopetrol”, dijo Ortega, cuándo se le indagó por el tema.

Así mismo, agregó que “lo que hemos leído es que Venezuela ya tiene armada una estructura del gusto del ministro Tareck El Aissami, a través de dos empresas una en el vecino país y otra en Colombia. Se ha tratado de evaluar esos riesgos y no está siendo fácil determinar si uno puede o no contratar con las empresas que mencionan los medios de comunicación”.

Condiciones del gasoducto

El gasoducto binacional Antonio Ricaurte construido por PDVSA en el 2007 con el objetivo del intercambio de gas natural entre las dos naciones está fuera de servicio desde 2015.

De los 224 kilómetros de longitud del tubo, 88 kilómetros están en territorio colombiano.

Y su infraestructura, cuya inversión para su montaje fue de US$335 millones, tiene la capacidad de transportar 450 millones de pies cúbicos diarios de gas natural. Se debe tener en cuenta que Venezuela cuenta con unas reservas probadas de 197 billones de pies cúbicos, lo que la ubica como la octava mayor del mundo.

Además, como el tubo lleva casi ocho años fuera de servicio, los técnicos de PDVSA adelantan en la actualidad las inspecciones para establecer la inversión para las reparaciones y reactivación del tubo.

“Es indispensable hacer, con carácter urgente, una evaluación técnica y económica de los 224 kilómetros de infraestructura que conectan al gasoducto entre Venezuela y nuestro país, y el tiempo necesario para ponerlo al 100% en condiciones operativas seguras que garanticen la confiabilidad del suministro”, señaló Daniel Medina, presidente de la Asociación Colombiana de Ingenieros (Aciem).

El líder gremial resaltó también que, se debe evaluar el montaje de otro gasoducto, con sus respectivos costos y tiempo de construcción, en caso “que el primero no fuera viable por el posible estado de deterioro en que se encuentra el tubo”.

Por su parte, Luz Stella Murgas, presidenta de la Asociación Colombiana de Gas Natural (Naturgas), resaltó que al estar el gasoducto fuera de servicio desde el 2015 se necesitarían grandes inversiones para su readecuación.

“Colombia no ha importado gas de Venezuela. Por el contrario, nosotros le exportamos el combustible al vecino país durante el período 2007 a 2015 en virtud de un contrato pactado en 2004 entre Ecopetrol y PDVSA, convenio que ya se terminó y liquidó. Esta exportación se realizó a través del tubo Antonio Ricaurte”, dijo Murgas.

Suministro de respaldo

Para analistas consultados por EL COLOMBIANO, si bien el gas importado desde Venezuela es bienvenido, este solo debe tomarse como respaldo, ya que la prioridad es la producción del combustible en suelo nacional.

“Colombia tiene muchas oportunidades con fuentes locales para garantizar su autosuficiencia y soberanía energética en materia de gas. Fuentes tales como la exploración y producción en cuencas como el offshore del Mar Caribe, el Pidemonte Llanero, el Valle inferior del Magdalena, la Cuenca Sinu San Jacinto y la Cuenca Cordillera”, explicó Julio César Vera, presidente de la Fundación Xua Energy.

El analista señaló además que si el país estudia la importación de gas desde el vecino país, debe darle prioridad a las entradas del combustible por la planta de regasificación del Caribe o inclusive una futura planta de regasificacion en el Pacífico.

“La opción del gas desde Venezuela no es muy clara en cuanto a la infraestructura disponible y su estado actual, y si habría disponibilidad del energético en Venezuela para abastecernos, no por un tema de reservas, sino de infraestructura y de disponibilidad en la zona. Por ello, se ve más como un tema de interés político que energético, pero es una alternativa más que el país puede explorar, pero lo importante es que sea con rigor técnico, económico y comercial”, dijo Vera.

Además, el consultor en temas de hidrocarburos, subrayó que, ante un escenario, como el actual, de precios internacionales de los hidrocarburos, hay que averiguar si Venezuela está dispuesta a enviar al país gas natural a precios similares a los que le entregó Colombia, entre 2007 y 2015, y que fue de menos de US$5 por millón de BTU.

En la misma línea, Inés Elvira Vesga, partner en Holland & Knight, resaltó que la construcción del gasoducto hacía parte de un plan de interconexión energética entre los dos países y se consideró estratégico para que Colombia tuviera una fuente de respaldo en caso de desabastecimiento, y una infraestructura para exportar si se encontraban nuevas reservas de hidrocarburos.

“El primer interesado en traer el gas es Venezuela, pero no hay que olvidar que el propósito de tener una alternativa de abastecimiento tiene sentido si la exploración en Colombia fuese infructuosa, es decir, si la dependencia energética es por causas reales y no por decisiones políticas que nos vuelvan un país dependiente energéticamente”, dijo Vesga.

La analista subrayó que, ni el sector industrial, ni los hogares, podrían afrontar el incremento en la factura del gas, ni la dependencia del energético de una nación políticamente inestable como Venezuela.

“El gobierno del vecino país ya incumplió el acuerdo, ¿qué hubiera pasado si Colombia estuviera dependiendo de ese gas desde 2016 cuando Caracas no inyectó al tubo los volúmenes que debía haber enviado?”, dijo Vesga.

Infográfico
Alfonso López Suárez

Periodista de economía de El Colombiano. Lector de Gabo, adicto a la música de los 80´s y amante del buen periodismo.

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