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Adiós a los trabajadores y al letrero de Coltejer

La otrora gran textilera colombiana mantiene apagadas sus máquinas y avanza en la venta de sus terrenos.

  • Este es el aspecto que exhibe hoy el emblemático letrero de la textilera en Enciso, en el oriente de la capital antioqueña. FOTO Manuel Saldarriaga
    Este es el aspecto que exhibe hoy el emblemático letrero de la textilera en Enciso, en el oriente de la capital antioqueña. FOTO
    Manuel Saldarriaga
  • El letrero en la montaña, próximas a desaparecer y el perfil del edificio, que salvo el nombre no tiene ninguna relación con la textilera fueron referentes de la capital antioqueña. FOTO archivo
    El letrero en la montaña, próximas a desaparecer y el perfil del edificio, que salvo el nombre no tiene ninguna relación con la textilera fueron referentes de la capital antioqueña. FOTO archivo
  • Facsímil de EL COLOMBIANO, 27 de marzo de 1954. FOTO archivo
    Facsímil de EL COLOMBIANO, 27 de marzo de 1954. FOTO archivo
06 de noviembre de 2022
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Con binoculares desde distintos puntos de Medellín es posible aún avistar en las urbanizadas laderas orientales de la ciudad un icónico letrero, que en mayo de este año cumplió 68 años y que, próximamente, será desmontado.

Son ocho letras gigantes soportadas hoy por una oxidada estructura metálica con el nombre de una de las empresas emblemáticas de la capital antioqueña, Coltejer, que al igual que su aviso tuvo épocas mejores.

El pasado 28 de octubre la compañía tomó la decisión de vender el lote ubicado en el barrio Enciso de la ciudad de Medellín, donde están las letras que se inauguraron el 14 de mayo de 1954, entonces luminosas y que muchos recordamos encendidas en las noches de colores verde y rojo (ver facsímil).

El jueves visitamos el lote donde están anclados siete de los ocho armazones que parecen resistirse a que se los trague el urbanismo, la maleza y el olvido.

En el vecindario donde se ubican el centro de salud de Llanaditas y la parroquia La Natividad de Nuestra Señora el espacio no suscita mayor interés (ver Para saber más).

El profesor Elkin Jiménez recuerda como en la clase de educación física de la Escuela Normal Superior parte de la tarea era subir trotando hasta el aviso. “Siempre he sido delgado y llegaba entre los diez primeros, pero de allá tocaba bajar agarrado de la maleza”.

Por su parte, Ricardo Aricapa, en un texto que escribió en 2015 para Universo Centro, relata que en los años 70 la subida hasta el sitio era un paseo obligado. “La gente llevaba fiambres y se quedaba hasta las seis de la tarde para contar el tiempo que tardaban las letras en prenderse. A la esposa del mayordomo, que se llamaba María de los Ángeles, la conocían como la mamá de las letras, y a sus hijas les decían las letricas”.

La compañía reconoció que el terreno de unos 120 metros de largo ya se vendió y al parecer su nuevo propietario lo destinaría a ejecutar un proyecto urbanístico, para lo que será necesario desmontar las letras de diez metros de alto por siete de ancho cada una, y que en sus mejores momentos tubo iluminación de neón, que se apreciaba en casi todo el Valle de Aburrá.

De las telas nada

Pero la venta de este espacio es apenas el avance de una decisión que en diciembre de 2020 tomó la compañía, cuando informó que cerraría su planta industrial ubicada en el municipio de Itagüí, sur del Valle de Aburrá, y concentraría sus operaciones en Rionegro, Oriente de Antioquia.

En esos terrenos se proyecta edificar Ciudad Coltejer, un complejo inmobiliario del que harán parte inicialmente las unidades residenciales Índigo y Velvet cuya ejecución estará a cargo de Constructora Capital y Oliva de la firma Acierto Inmobiliario.

En el reporte de Coltejer publicado en la Superintendencia Financiera hace nueve días se indicó que “sus actividades se concentran en la sostenibilidad de la empresa, alivianando el pasivo y administrando los activos, algunos de ellos mediante el arriendo de bodegas y la promoción de la venta de los lotes, ambos ubicados en Itagüí”́.

En ese contexto, fuentes de la textilera manifestaron que están pendientes de ejecutar la venta de más lotes en esa localidad del sur del área metropolitana, pero el ambiente luego de las elecciones presidenciales y el actual entorno político han frenado esos potenciales negocios.

Y es que aunque se han tenido acercamientos y algunos inversionistas han manifestado interés por adquirir los espacios, hasta el momento solo se han suscrito los contratos con Constructora Capital y Acierto Inmobiliario que ya ofrecen apartamentos con precios que oscilan entre $429 millones y $455 millones.

Sobre el traslado de la operación textilera a Rionegro, en la vereda Cimarrona en la vía antigua a Marinilla, se explicó que las máquinas en buenas condiciones ya están instaladas y listas para ponerse en marcha, pero esta determinación no ha sido adoptada por el principal accionista de la compañía, el empresario mexicano Rafael Kalach (ver Protagonista).

En este punto, vale anotar que el 15 de julio del año pasado Coltejer anunció la suspensión de las operaciones asociadas a la producción de la línea de “no tejidos” debido a la afectación ocasionada por el contrabando, la pandemia y los paros, y desde entonces no ha vuelto a producir ni un metro de tela.

En ese aspecto las noticias no son alentadoras por la posición de la empresa: “En cuanto a la producción, no se vislumbra la reactivación de esta en el mediano plazo, por los altos costos que ello implica”, se lee en el más reciente informe.

Así que las posibilidades de retomar las actividades aún no se ven, y la idea es sanear las cuentas laborales y financieras de la compañía, para intentar ese reinicio.

“Al encontrarse la maquinaria en paro productivo, la compañía realiza trabajos de mantenimiento preventivo con la finalidad de conservarlas en condiciones de inicio una vez se comience el plan productivo”, se lee en el balance financiero de la empresa a junio de este año, aunque sin mencionar cuándo se daría esa reactivación.

Es así como ese reporte de resultados correspondiente al primer semestre de este año también da cuenta de que las ventas de la compañía sumaron $1.002 millones y se contabilizaron pérdidas por $37.828 millones.

No obstante, la administración de la textilera insistió en que “dentro de la expectativa razonable de continuidad de negocio, la compañía no ha tomado la decisión de liquidarse ni disolverse” (ver Opinión).

Es así como se reitera que se ejecutan diversas actividades que tienen como finalidad prolongar la existencia de la sociedad buscando la disminución de costos y gastos, y seguir avanzando en la propuesta inmobiliaria, mediante la venta de tierras.

¿Y los trabajadores?

Tras el cese de las operaciones productivas en julio del año anterior, otro de los pasos dados por Coltejer en mayo de este año fue solicitar ante el Ministerio del Trabajo una solicitud de despido colectivo.

En ese momento la textilera argumentó que llevaba más de 120 días con las actividades suspendidas, y aseguró que el valor de las liquidaciones de las acreencias laborales serían suplidas con los recursos de la compañía soportados en sus activos fijos, y que no se evidenciaba un impacto económico importante al ser menos de 54 empleados.

Desde entonces han sido innumerables los requerimientos que ha atendido la empresa, sin que se conozca todavía un pronunciamiento de fondo. “Respecto al trámite de la solicitud de despido colectivo de los trabajadores se informa que el mismo está en proceso de la emisión del concepto técnico y económico por parte del Ministerio del Trabajo”, se anotó.

Pero, ese escenario no ha sido obstáculo para que se adelanten una serie de arreglos voluntarios entre la empresa y los empleados, quedando hasta la fecha solo unos diez contratos de trabajo vigentes, es decir que de la planta de personal que en el pasado superó los 3.000 colaboradores hoy apenas hay una decena en la nómina.

Rigoberto Sánchez Guzmán, presidente de la subdirectiva de Sintracontexa Itagüí-Rionegro, comentó que “todo se acabó, y prácticamente Coltejer llegó a su fin”, y añadió que el viernes se debió llegar a un acuerdo con quienes seguían contratados.

“A casi todos nos fueron llamando y nos acogimos al acuerdo voluntario, pues había algunos con problemas de salud y para otros la situación económica era tan compleja que hubo que aceptar”, señaló el dirigente sindical, quien firmó la terminación de su contrato el pasado 28 de octubre, luego de 35 años de servicio.

Entre los planes de la empresa de volver a encender sus telares y los anuncios del Gobierno de establecer un arancel de 40% para las importaciones de confecciones, Sánchez confía en que pronto él y algunos de sus compañeros sean llamados para retomar las operaciones de la empresa.

“Con ese panorama estamos en manos del doctor Rafael Kalach, él es el gran inversionista y es quien decide”, agregó el ahora extrabajador de la compañía, quien reconoce que los negocios del mexicano tampoco están bien.

“Una empresa como Coltejer, ponerla a producir como en el pasado, cuesta muchísimo. Tengo datos de que solo ponerla en funcionamiento valdría unos $70.000 millones, y esa es una cifra bastante alta en la coyuntura actual”, dijo.

Curiosamente, este es el segundo retiro que sufre Sánchez en Coltejer, pues en 2008 cuando la Organización Ardila Lülle negoció con Kaltex, él también debió renunciar a su contrato por lo que fue indemnizado, pero evita hablar de las cifras.

Fue así como en julio de 2008 se definió el que sería un nuevo futuro de Coltejer. Para ese momento Kaltex asumió el compromiso de aportar $200.000 millones, lo que le permitió tomar el control de la empresa paisa. Sin la vinculación de Kaltex, se dijo entonces, Coltejer habría entrado en liquidación inmediata.

Con todo lo que ha acontecido, Sánchez concluyó que “con quienes he tenido la oportunidad de conversar, todos me cuentan que salieron contentos”.

Negocios flojos

Un intento de Coltejer por concretar una oportunidad de negocio es aprovechar la central de energía y vapor que funciona con carbón, ubicada en Itagüí, pero esto tampoco se ha concretado, por lo que no se descartaría el eventual desmonte de esa planta.

Pero este no es más que otro tropiezo de la compañía y su dueño el Grupo Kaltex que también encara serias dificultades en México, por lo que este año ha tratado de ejecutar un proceso de reestructuración financiera.

Justo el viernes, Kalach en un comunicado de prensa emitido en México, anunció que luego de una larga negociación firmó convenios con Bancomext y un grupo de tenedores de pagarés para el refinanciamiento de estos, los cuales debieron ser cancelados en abril.

“Lamento profundamente las molestias que el valor predeterminado del pago del 11 de abril pudo haber causado a cualquiera de ustedes. El proceso de negociación tomó más tiempo de lo que esperábamos ya que Bancomext y el grupo de tenedores tenían requisitos individuales que logramos cumplir con éxito”, expresó el empresario.

Con este camino despejado, el principal accionista de Coltejer se declaró confiando en que la refinanciación permitirá a Grupo Kaltex salir de la pandemia en una posición financiera más sólida y mantenerse como la empresa textil líder en México. “Por último, me gustaría darle las gracias por su paciencia y por su confianza en nosotros”.

El nuevo contrato suscrito por Kaltex en México incluye un préstamo de largo plazo con Bancomext por un monto de US$100 millones y un acuerdo de canje con los tenedores de los pagarés a tres años.

Adicionalmente, se precisó que estas transacciones no tendrán ningún impacto adverso en los empleados, clientes o proveedores, y que todas las operaciones diarias de la compañía continuarán como de costumbre, incluido el pago de los salarios y beneficios de los empleados.

Y si en Colombia los terrenos son la carta fuerte que Kalach se juega para sacar adelante a Coltejer, en México la opción es semejante, pues los acuerdos suscritos allá con los acreedores estarán garantizados por terrenos, edificios y maquinaria que comprenden los activos utilizados en el negocio textil de esa compañía.

Desde esa óptica es entendible que la reciente venta del lote que por casi siete décadas exhibió el letrero de Coltejer en Medellín, es la alternativa de su dueño para tratar de salvar sus inversiones.

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