Las campanas de la basílica de San Pedro, y el retiro de la bandera amarilla del Vaticano, anunciaron la inesperada muerte del papa Francisco ayer en la mañana en su casa Santa Marta del Vaticano (ahora que parecía haberse recuperado de la enfermedad), a las 7:35 de la mañana (hora local de Roma), a sus 88 años de edad. Las campanas de Notre Dame, en Francia, también sonaron 88 veces en conmemoración de los años vividos del pontífice.
Horas después de que el cardenal Kevin Joseph Farrell Camarlengo de la Santa Romana Iglesia anunciara su fallecimiento al mundo entero sin especificar la causa, el certificado médico confirmó que el Papa Francisco murió por ictus cerebral, coma y colapso cardiocirculatorio irreversible y tenía antecedentes respiratorios y cardiovasculares, como neumonía, hipertensión y diabetes tipo II, según certificó el profesor Andrea Arcangeli, director de la Dirección de Sanidad e Higiene del Estado de la Ciudad del Vaticano, en el informe de defunción publicado ayer por la Oficina de Prensa de la Santa Sede.
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“Queridos hermanos y hermanas, con profundo dolor debo anunciar el fallecimiento de nuestro Santo Padre Francisco. A las 7:35 de esta mañana (ayer), el Obispo de Roma, Francisco, regresó a la casa del Padre”. Mientras tanto, la sala de prensa del Vaticano tituló la partida del Papa así: “El papa Francisco ha partido a la casa del Padre”.
Aunque su historial clínico reciente vaticinaba su posible fallecimiento, el papa Francisco se fue un día que podría describirse como poético. Jorge Mario Bergoglio, nacido en el barrio Flores de Buenos Aires, Argentina, murió el día después de dar la bendición en el Domingo de Resurrección tras una Semana Santa de apariciones sorpresa y encuentros (despedidas) con sus feligreses y el personal médico que lo atendió en el Hospital Gemelli.
El sumo pontífice incluso había participado en la celebración del Domingo de Resurrección este 20 de abril, cuando recorrió la plaza de San Pedro del Vaticano con su papamóvil para saludar a los fieles luego de su tradicional discurso desde el balcón de la Basílica.
Si bien su estado de salud había mejorado notablemente, el Papa continuaba con terapias respiratorias después de 38 días de hospitalización. Fue ingresado en el Hospital Gemelli el 14 de febrero por una bronquitis que se agravó convirtiéndose en una neumonía bilateral, presentando episodios de insuficiencia respiratoria aguda que lo llevaron a usar ventilación mecánica no invasiva.
Su mejoría fue progresiva, la Santa Sede y el Hospital Gemelli informaron cada uno de sus partes médicos, y a casi un mes de su hospitalización, allí celebró con una torta sus 12 años como pontífice, recorrido que inició en marzo de 2013 después de la renuncia del alemán Benedicto XVI.
La salud del papa Francisco
Desde febrero la salud del Papa Francisco se había convertido en un ir y venir constante. El vaticano informaba, al comienzo de su hospitalización, que tenía neumonía bilateral; un día mejoraba, al día siguiente tenía una recaída y un día más permanecía estable.
El viernes 28 de febrero sufrió un episodio de broncoaspiración tras una crisis de broncoespasmos, lo que agravó su estado de salud, y el 6 de marzo el pontífice envió un audio que se transmitió al inicio de la oración del Santo Rosario en la Plaza de San Pedro y en el que se notaba el deterioro de su respiración.
“Cuando se sufre una neumonía bilateral, los pulmones se han dañado y los músculos respiratorios también han tenido problemas”, explicó el doctor Sergio Alfieri. “La voz tardará en volver a ser la misma”, subrayó.
Durante los 38 días de hospitalización en Roma, tuvo dos “momentos muy críticos en los que su vida estuvo en peligro”, pero “nunca fue intubado” y siempre permaneció “consciente y alerta”. En concreto, sufrió ataques respiratorios agudos, uno de ellos con vómitos, y tuvo que someterse a una transfusión de sangre y a la aspiración de abundantes secreciones en sus pulmones.
Durante la hospitalización, el Vaticano solo publicó una foto de Jorge Bergoglio, sentado y un poco cabizbajo ante el altar de su capilla privada.
Bergoglio sufrió a los 21 años una pleuresía aguda que le significó la ablación parcial del pulmón derecho, además padecía una ciática crónica que lo obligaba a cojear vistosamente, pese a esto gozó de relativa buena salud hasta 2023.
Ese año su estado se debilitó significativamente con dolores de rodilla y cadera, inflamación del colon y sus dificultades respiratorias, que lo obligaron a desplazarse en silla de ruedas, atizando los rumores sobre una posible dimisión, siguiendo los pasos de su predecesor Benedicto XVI.
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La última aparición del papa Francisco
El papa Francisco apareció por última vez en público este Domingo de Resurrección desde el balcón de la basílica de San Pedro del Vaticano. Allí, con voz débil, le deseó una “feliz Pascua” a los miles de fieles congregados por el cierre de la Semana Santa. Finalmente, el papa apareció en silla de ruedas y sin cánula con oxígeno para su tradicional bendición “Urbi et Orbi” (a la ciudad de Roma y al mundo).
Sin embargo, tuvo que recurrir a un colaborador, que leyó su mensaje, en el que repasó los conflictos en el mundo. Después, recorrió la plaza de San Pedro en el papamóvil y bendijo a algunos bebés.
Un poco antes, el sumo pontífice recibió al vicepresidente de Estados Unidos, JD Vance, en un “encuentro privado” de “unos minutos”, dos meses después de que Francisco criticara la política migratoria del gobierno de Donald Trump.
Fue la única vez desde que fue elegido en 2013 que el líder espiritual faltó a la mayoría de las celebraciones de la Semana Santa, como el Vía Crucis cerca del Coliseo el viernes y la vigilia pascual del Sábado Santo por la noche.
Con la muerte del papa Francisco, la gestión de los asuntos vaticanos quedará temporalmente en manos del cardenal camarlengo mientras se celebran los nueve días de exequias y transcurre el plazo, de entre 15 y 20 días, para organizar un cónclave que elija al nuevo papa.
El camarlengo actuará como “papa interino”, encargado de administrar la Iglesia hasta la elección del nuevo pontífice, aunque con poderes reducidos.
Mientras que en Argentina, país de origen de Jorge Mario Bergoglio, se decretaron siete días de luto nacional. El presidente argentino, Javier Milei, rindió tributo al papa Francisco, a quien se dijo honrado de haber conocido “en su bondad y sabiduría” a pesar de las diferencias entre ambos.
“A pesar de diferencias que hoy resultan menores, haber podido conocerlo en su bondad y sabiduría fue un verdadero honor para mí. Como Presidente, como argentino y, fundamentalmente, como un hombre de Fe, despido al Santo Padre y acompaño a todos los que hoy nos encontramos con esta triste noticia”, escribió Milei en la red X.
En los años previos a su elección a finales de 2023, el presidente ultraliberal argentino había expresado fuertes críticas e incluso insultos al papa, a quien consideraba de izquierda, antes de ser recibido calurosamente en el Vaticano y reconciliarse con él a principios de 2024.
Milei incluso llegó a calificar al líder espiritual como “el representante del maligno en la Tierra”, en declaraciones por las que luego pidió disculpas al papa.
El 11 de febrero, con un abrazo y palabras afectuosas, Milei pasó página a los ataques que en el pasado había dirigido a Francisco, al reunirse con él en el Vaticano.
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Vida familiar
Antes de que el mundo lo conociera como el papa Francisco, fue Jorge Mario Bergoglio, el hijo mayor de una familia de inmigrantes italianos que, como tantos otros, cruzaron el océano en busca de una vida mejor. La historia familiar comenzó en las montañas del Piamonte italiano, donde su abuelo y su padre vivieron antes de que la guerra y la pobreza los empujara a armar maletas rumbo al sur del continente americano.
Su padre, Mario José Bergoglio, nació en Portacomaro, una pequeña localidad al norte de Italia. Era contador en los ferrocarriles y un hombre de carácter tranquilo, trabajador y profundamente católico.
En 1929, viendo que el fascismo comenzaba a envolver Europa con una sombra peligrosa, Mario decidió emigrar a la Argentina con sus padres. Llegaron a Buenos Aires, como tantos italianos de la época, con lo justo y necesario: una valija, una fe sólida y una voluntad de hierro. Ya instalado en Argentina, Mario conoció a Regina María Sívori, una mujer de raíces italianas también, aunque nacida en suelo argentino.
Era devota, cálida y madre de cinco hijos, entre ellos Jorge Mario, el futuro papa. Regina fue ama de casa, pero eso no le quita mérito: manejaba la vida del hogar con la firmeza y el cariño que solo una madre de verdad puede tener. Decían que tenía carácter, que era protectora y que jamás faltaba a misa. De ella, Jorge heredó la ternura y el contacto cercano con la gente.
La familia Bergoglio vivía en el barrio de Flores, en una casa sencilla, sin lujos pero con muchos libros y aún más valores. A Jorge lo criaron entre aromas de empanadas caseras, rezos nocturnos, y frases en italiano mezcladas con lunfardo porteño -jerga originada en el Río de la Plata-. Aprendió desde chico el valor del trabajo honesto y la importancia de tenderle la mano al otro.
A veces ayudaba a su madre a cuidar a sus hermanos, o acompañaba a su abuela Rosa -su otra gran influencia- a la parroquia. Esa abuela italiana, firme y piadosa, fue quien le inculcó frases que hasta su muerte recordó: “Hay que saber vivir con dignidad y no dejarse pisotear”.
La familia vivió momentos duros, especialmente durante la crisis económica y política de mediados del siglo XX. Pero siempre salieron adelante, apoyados en la fe, el trabajo y una gran capacidad de adaptación, típica de los inmigrantes que construyeron la Argentina moderna.
Fue, además, un hombre de pasiones simples y profundas, y entre ellas destacaba una que nunca ocultó: su amor inquebrantable por el balompié y, en particular, por San Lorenzo, el club de sus amores.
Desde su infancia en Buenos Aires, el pequeño Jorge se enamoró de los colores azulgranas. No solo porque su familia compartía esa devoción, sino porque en las tribunas del viejo Gasómetro, en el barrio de Boedo, descubrió la mística de la hinchada, la fe de quienes cada semana apostaban su corazón al destino incierto de un partido.
Creció entre rezos y goles, entre misas y gritos de victoria o resignación. San Lorenzo no era solo un equipo: era un hogar, una extensión de su propia identidad.
“Recuerdo muy bien y con gusto cuando mi familia iba a El Gasómetro. En particular, el campeonato de 1946, el que ganó mi San Lorenzo. Recuerdo esos días que pasé viendo a aquellos futbolistas jugando y la alegría de los niños cuando regresábamos a casa. La alegría, la alegría en la cara de la gente, la adrenalina en la sangre”, dijo en una entrevista en 2021 para el diario italiano La Gazzetta dello Sport.
Aun cuando su vida lo llevó lejos de Buenos Aires, primero como sacerdote, luego como arzobispo y finalmente como papa, Francisco nunca renegó de su condición de hincha. En entrevistas y audiencias, con mandatarios y fieles, siempre hubo un momento para hablar de fútbol, para recordar a su San Lorenzo y para resaltar los valores del juego: la solidaridad, el trabajo en equipo, la nobleza de la competencia.
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El papa Francisco como jefe de Estado
El papa Francisco no solo fue el líder espiritual de más de mil millones de católicos, sino también una figura clave en la política internacional. Como jefe de Estado del Vaticano, ejerció una diplomacia activa, mediando en conflictos como el deshielo entre Cuba y Estados Unidos y promoviendo el reconocimiento del Estado de Palestina.
Su papel como jefe de Estado se fundamenta en que el Vaticano es un Estado soberano, y la Santa Sede, como sujeto de derecho internacional, mantiene relaciones diplomáticas con más de 180 países.
Francisco combinó su liderazgo religioso con una influencia política significativa, abordando temas globales como el cambio climático, la pobreza, las guerras y la justicia social, y participando en foros internacionales como la cumbre del G7.
Así pues, líderes políticos mundiales lo despidieron y le rinden homenajes. El Gobierno de izquierdas español decretó tres días de luto oficial por su muerte, anunció el ministro de Presidencia, Félix Bolaños, destacando que su pontificado supuso un “impulso renovador y reformista para la Iglesia Católica”.
“El Pontificado de Francisco ha supuesto un impulso renovador y reformista para la Iglesia Católica, que dejará un legado para la historia”, dijo Bolaños en la declaración institucional, en la que anunció “tres días de luto oficial” por la muerte de “un hombre bueno y de un gran papa”.
El presidente Gustavo Petro reaccionó a su fallecimiento asegurando que ‘se le fue’ un “gran amigo”, al tiempo que confesó sentirse “algo solo”.
El rey Carlos III de Inglaterra también confesó estar “profundamente entristecido” por la muerte del papa Francisco, que sirvió al mundo con “devoción durante toda su vida”.
Carlos III dijo que su “corazón apesadumbrado” estaba “algo aliviado” por el hecho de que el papa haya podido el domingo “compartir un mensaje de Pascua con la Iglesia y el mundo al que sirvió con devoción durante toda su vida”. El monarca, jefe de la Iglesia de Inglaterra, agregó que estaba “muy conmovido” por haber podido visitar a Francisco en el Vaticano el 9 de abril.
El presidente ucraniano Volodimir Zelenski rindió también un homenaje al papa Francisco quien “rezó por la paz en Ucrania”, invadida por Rusia desde hace más de tres años.
“Supo dar esperanza, aliviar el sufrimiento por medio de la oración y favorecer la unidad. Rezó por la paz en Ucrania y por los ucranianos”, dijo en la red X, horas después del anuncio del fallecimiento del sumo pontífice. “Con los católicos y todos los cristianos, estamos entristecidos”, añadió.
El secretario ejecutivo de la ONU Clima, Simon Stiell, lo describió como un “inquebrantable defensor de la acción por el clima” que aunó “las poderosas fuerzas de la fe y la ciencia”.
“Gracias a su incansable defensa, el papa Francisco nos recordó que no puede haber prosperidad compartida hasta que no hagamos las paces con la naturaleza y protejamos a los más vulnerables, en un momento en que la contaminación y la destrucción del medio ambiente llevan a nuestro planeta cerca del ‘punto de ruptura’”, declaró Stiell en un comunicado transmitido a AFP.
El presidente Donald Trump también envió un mensaje por su muerte en la red social Truth: “¡Descanse en paz Papa Francisco! ¡Que Dios lo bendiga a él y a todos los que lo amaron!”, expresó el mandatario.
El vicepresidente estadounidense, JD Vance, que es católico y se reunió con el pontífice este mismo domingo, declaró que su “corazón está con los millones de cristianos” del mundo.
A su vez, el expresidente Joe Biden se despidió del Pontífice con un sentido mensaje en redes sociales junto a una fotografía de ambos.
“El Papa Francisco será recordado como uno de los líderes más trascendentales de nuestro tiempo, y me siento mejor por haberlo conocido. Durante décadas, sirvió a los más vulnerables de Argentina y su misión de servir a los pobres nunca cesó. Como Papa, fue un pastor amoroso y un maestro desafiante que se acercó a diferentes religiones. Nos instó a luchar por la paz y a proteger nuestro planeta de la crisis climática. Abogó por los que no tenían voz ni poder”.
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El Papa de “las primeras veces”
Desde su elección en 2013 el Papa Francisco emprendió un camino de transformaciones que marcaron un antes y un después en la historia de la Iglesia Católica, pues con una visión de apertura, justicia y renovación, tomó decisiones que ningún otro pontífice se había atrevido: reformas financieras, cambios en la liturgia, nombramientos inéditos y un fuerte compromiso con la transparencia y la inclusión fueron algunas de las más destacadas.
Uno de los cambios más simbólicos y trascendentales fue la modificación de los rituales funerarios de los pontífices. En noviembre de 2024, Francisco aprobó un nuevo protocolo que eliminó la tradición de enterrar al Papa en tres ataúdes (de ciprés, plomo y roble), optando por un único ataúd de madera.
Este cambio representó un quiebre con siglos de protocolo y simbolizó su visión de una Iglesia más austera y cercana al pueblo. Además, el papa expresó su deseo de ser inhumado en la Basílica de Santa María la Mayor en Roma, en lugar de la Basílica de San Pedro, una decisión que evidenció su desapego a las formalidades y su conexión con la Virgen María, a quien tenía gran devoción.
“Queremos que la sencillez sea el signo de nuestra fe”, aseguró él mismo en una audiencia general. También, Francisco promovió activamente la inclusión de mujeres en roles de liderazgo dentro de la Iglesia, desafiando una estructura que históricamente había estado dominada por hombres: en enero de 2025, nombró a la monja italiana Simona Brambilla como prefecta del Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, convirtiéndose en la primera mujer en liderar un organismo vaticano de tal envergadura.
Pero este nombramiento no fue un caso aislado. A lo largo de su pontificado, Francisco incorporó a mujeres en puestos de alto nivel en la Curia Romana, incluyendo la Secretaría de Estado y el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida.
En 2022, por ejemplo, designó a la economista francesa Nathalie Becquart como la primera mujer con derecho a voto en un sínodo de obispos, un hecho sin precedentes en la historia de la Iglesia.“Las mujeres aportan una visión fundamental al corazón de la Iglesia”, declaró en una entrevista con Vatican News, destacando su intención de abrir mayores espacios de participación para ellas.
Uno de los aspectos más cuestionados en la Santa Sede fue su gestión financiera, históricamente envuelta en escándalos de corrupción y falta de transparencia. Francisco se propuso reformar el sistema financiero del Vaticano desde los primeros años de su pontificado, estableciendo estrictas regulaciones para evitar el lavado de dinero y el mal manejo de fondos.
En 2025, el Papa ordenó la creación de una comisión de alto nivel para fomentar la transparencia económica y abordar el creciente déficit financiero del Vaticano, que alcanzó los 83 millones de euros en 2024. También promovió auditorías externas y supervisión de los recursos económicos de la Iglesia, buscando eliminar cualquier rastro de corrupción.
En este sentido, uno de los cambios más importantes fue la centralización de las finanzas vaticanas en la Secretaría para la Economía, con la intención de unificar la contabilidad y evitar malversaciones. Su firmeza en este tema se reflejó en sus propias palabras: “No se puede predicar la honestidad sin practicarla”. Por supuesto, estas medidas provocaron resistencias dentro de la Curia, pero Francisco se mantuvo firme en su determinación.
También luchó contra los abusos sexuales en la Iglesia Católica. Desde el inicio de su pontificado, Francisco enfrentó con determinación la crisis de abusos sexuales dentro de la Iglesia, un problema que había minado la credibilidad de la institución durante décadas.
En septiembre de 2024, durante una visita a Bélgica, instó a denunciar y juzgar estos casos sin encubrimientos, asegurando que la Iglesia no debía proteger a los culpables: “No podemos callar ante el dolor de las víctimas”, enfatizó en uno de sus discursos más contundentes sobre el tema.
Igualmente, implementó medidas sin precedentes para abordar esta problemática: en 2019, estableció la obligación de denunciar cualquier abuso ante las autoridades eclesiásticas mediante la promulgación del motu proprio Vos estis lux mundi, un documento que reforzó los protocolos de actuación ante casos de abuso.
También creó una comisión especial para la protección de menores, con el fin de supervisar la implementación de medidas preventivas en las diócesis de todo el mundo.
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Dos de sus gestos más significativos sobre el tema fueron, su decisión de reunirse en múltiples ocasiones con víctimas de abusos sexuales, escuchando directamente sus testimonios y pidiendo perdón en nombre de la Iglesia; y su decisión en 2022 de destituir a varios obispos y cardenales acusados de encubrimiento, dejando claro que no toleraría la impunidad dentro de la institución.
“La justicia y la reparación son esenciales para sanar las heridas de quienes han sufrido”, expresó en una de sus alocuciones.
Si bien sus acciones no eliminaron por completo la crisis, marcaron un antes y un después en la forma en que la Iglesia enfrentaba este problema. Lo cierto es que su valentía para abordar este tema con transparencia y determinación le valió tanto elogios como críticas dentro de los sectores más conservadores del clero.
Otro de sus temas más álgidos fue el de su postura sobre la población LGTBQ+ y la Iglesia. En diciembre de 2023, el Papa aprobó la declaración Fiducia supplicans, un documento histórico que permitió a los sacerdotes impartir bendiciones a parejas en situaciones irregulares y a parejas del mismo sexo.
Aunque el documento dejó en claro que estas bendiciones no equivalían a un reconocimiento sacramental del matrimonio, representaron un paso importante hacia una Iglesia más inclusiva.
El Papa enfatizó que estas bendiciones debían darse de manera espontánea y pastoral, y que la Iglesia no podía cerrar las puertas a quienes buscan a Dios con un corazón sincero.
“Dios bendice a todos sus hijos”, dijo Francisco en defensa de esta medida. Si bien la decisión generó críticas dentro de algunos sectores conservadores, también fue aclamada por quienes defienden una Iglesia más abierta y compasiva.
Por otro lado, la crisis climática fue una de las principales preocupaciones del Papa Francisco, quien dedicó gran parte de su pontificado a concienciar sobre la necesidad de cuidar el planeta.
En 2015, publicó la encíclica Laudato si’, un documento sin precedentes en la Iglesia que abordó la crisis ambiental y exhortó a los líderes mundiales a tomar medidas urgentes.
En este texto, Francisco habló del “cuidado de la casa común” y condenó la explotación indiscriminada de los recursos naturales.
En 2023, reafirmó su compromiso ecológico con la exhortación apostólica Laudate Deum, en la que criticó el negacionismo climático y pidió acciones más concretas contra el calentamiento global.
Cabe mencionar que durante su pontificado, promovió iniciativas dentro del Vaticano para reducir el impacto ambiental, como el uso de energías renovables y la disminución del uso de plásticos.
“No podemos destruir la casa común que Dios nos ha dado”, advirtió el Papa en repetidas ocasiones, dejando claro que la responsabilidad con el planeta era un deber moral para todos los cristianos.
Francisco tenía una conexión profunda con la naturaleza, tan abundante y diversa en América Latina. No es coincidencia, pues las comunidades latinoamericanas suelen ser las más afectadas por la degradación ecológica.
Creó el documento para una “conversión ecológica” y a una economía que sirva al bien común, en una región biodiversa pero afectada por la explotación de recursos.
El primer papa latinoamericano
La primera vez que el papa Francisco se sentó en el trono de San Pedro en la basílica romana marcó un precedente: en 2013 se convertía en el primer pontífice jesuita y de origen latinoamericano.
El padre Diego Uribe, docente de la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia Bolivariana, explicó a EL COLOMBIANO su cercanía con este territorio, asegurando una conexión profunda del Pontífice con Latinoamérica.
La elección de un papa proveniente de Argentina, el país considerado el “fin del mundo”, como él mismo lo describió, rompió con siglos de tradición europea en el liderazgo de la Iglesia Católica, trayendo una perspectiva fresca de la Iglesia Católica, centrada en las periferias y en aquellos marginados por la sociedad.
“El papa Francisco fue un hombre que conocía muy bien la realidad de este continente. Vivió etapas muy duras y complejas en su país (como la dictadura militar entre 1976-1983), pero también fue un participante activo en todas las acciones pastorales de América Latina, en el Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam) y en diversas tareas apostólicas.
Supo aportar nuestra manera de hacer las cosas, mucho más cercana a la gente y al pueblo de Dios”, explicó el padre Diego Uribe.
Desde el inicio de su pontificado, Francisco abogó por la necesidad de una Iglesia pobre y para los pobres. Su liderazgo se centró en la esperanza, como aseguró el padre Uribe: “Una de las palabras clave de su pontificado fue la esperanza. Sus documentos y mensajes siempre contenían esa invitación a no dejarse vencer por la desesperanza, a recordar que no estamos solos. Era un Papa que piensa con corazón de padre y que se preocupa profundamente por quienes se sienten excluidos”.
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Una de las iniciativas más significativas de su papado fue el Sínodo para la Amazonía en 2019. Este encuentro buscó nuevos caminos para la evangelización y la protección del pulmón del planeta.
El sínodo abordó temas como la deforestación, la explotación minera y la situación de los pueblos indígenas, resaltando la necesidad de escuchar y empoderar a estas comunidades en la toma de decisiones que afectan sus territorios.
La exhortación apostólica Querida Amazonía (2020) reflejó estos anhelos y desafíos.
El padre Uribe señaló que la Iglesia ha sido un lugar esencial para los procesos de evangelización y para los momentos de crisis y violencia en Latinoamérica. El papa Francisco siempre estuvo conectado con esas dinámicas sociales y sus problemáticas.
“La presencia de la Iglesia ha sido clave en los procesos políticos y sociales de América Latina. Ha estado presente en los momentos de crisis, y ha ofrecido esperanza y fortaleza a quienes más lo necesitan”, expresó.
La elección de un papa latinoamericano fortaleció la identidad del territorio y promovió la voz de la iglesia en la región, permitiendo una mayor conexión con las realidades locales.
También sirvió como puente entre el Norte y el Sur global, promoviendo una comprensión más profunda de las injusticias y desafíos que enfrentan los países en desarrollo. Finalmente, inspiró a líderes religiosos y laicos a involucrarse más activamente en la promoción de la justicia social, la defensa del medio ambiente y la construcción de sociedades más equitativas.
La visita del papa Francisco a Medellín
El recorrido del papa Francisco por el aeropuerto Olaya Herrera de Medellín es una de las imágenes inmortalizadas para quienes pudieron verlo en su visita a la ciudad, el 9 de septiembre de 2017.
Allí, el pontífice comenzó la esperada agenda en la capital antioqueña, donde los fieles lo esperaban con fervor y donde lo recibieron entre aplausos y lágrimas.
Allí, en medio de una multitud, 1’300.000 personas de distintas partes del país según los datos oficiales, el pontífice ofició una eucaristía en medio de una mañana fría, precedida por una noche lluviosa que no fue impedimento para que los creyentes se desvelaran esperándolo.
Quienes estuvieron en el Olaya Herrera recuerdan la tensión causada por la espera. Aunque el papa ya había aterrizado en Rionegro, tras llegar de Bogotá, tuvo problemas, por las condiciones climáticas, para abordar el helicóptero que lo trasladaría hasta Medellín.
Entonces, tuvo que bajar en carro. Pero la espera también estuvo acompañada de la alegría de los feligreses mirando cada movimiento del pontífice, transmitidos por medio de las pantallas gigantes instaladas en el lugar.
Y cuando se le veía cada vez más cerca del aeropuerto, los gritos dominaron con los cánticos paisas, colombianos, con los que querían expresarle el afecto al papa: “¡Francisco, amigo, Medellín está contigo!”, gritaba la multitud a la llegada del líder católico, que llegaba a Medellín luego de tres décadas de la última visita de un papa a la ciudad: la de Juan Pablo II, en 1986, en ese mismo lugar.
La llegada de Francisco fue apoteósica. Los asistentes se arremolinaban esperando que los mirara, que los bendijera, que los abrazara, tan solo verlo mientras pasaba montado, saludando sonriente, en el papamóvil en las vías que dejaron libres ese sábado en el Olaya.
La eucaristía marcó el inicio de una jornada en la que también conversó con la gente. En un mismo espacio del aeropuerto se encontró con jóvenes de la Fundación Scholas Ocurrentes, que trabaja para solucionar problemas sociales de la juventud y que él mismo creó en Argentina antes de ser papa.
También conversó con religiosos y estudiosos del Seminario del Sagrado Corazón de Jesús, y visitó la sede de Boston (Centro) de Hogares San José, una fundación con más de 100 años de historia, donde atienden a niñas, niños y jóvenes, quienes también lo esperaban ansiosos.
El encuentro fue con alrededor de 300 menores de edad: le dieron flores, le cantaron, lo escucharon. Posteriormente, el pontífice estuvo en el centro de eventos La Macarena, donde tuvo un encuentro con obispos, sacerdotes y religiosos en general, donde puso fin a su agenda en Medellín, la penúltima jornada que tuvo en su visita a Colombia ese septiembre de 2017.
Pero el papa también causó conmoción y alegría en las calles de la ciudad por las que tuvo que pasar para movilizarse de un sitio a otro. Siempre sonriente, saludando desde la ventanilla del carro, su imagen quedó en la memoria de miles de antioqueños que pudieron verlo o saludarlo.
La visita de Francisco a la capital antioqueña tuvo un fuerte significado personal para él, porque fue el lugar donde la jerarquía de la iglesia de América Latina decidió en 1968 comprometerse con la causa de los sectores populares, la llamada “opción preferencial por los pobres”, que es hoy en día la prioridad de Francisco, el primer papa latinoamericano.
El legado de Medellín, que Pablo VI reconoció con su visita a Colombia, la única a la región en 1968, por décadas fue negado y de alguna se revitalizó con el papa Francisco.
Curar las heridas del conflicto, ponerse del lado de las víctimas, exigir “verdad y justicia” de manera de lograr reconciliación y una paz duradera tras más de medio siglo de enfrentamiento del Estado con guerrillas, paramilitares y narcotraficantes, fueron el hilo conductor de la visita de cinco días del jefe de la iglesia católica a Colombia, que culminó en Cartagena el domingo siguiente.
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