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Treinta años después de su muerte, la pelea por la memoria de Pablo Escobar está más viva que nunca. Todos quieren un pedazo de esa mina de oro que es “la historia verdadera” del excapo del Cartel de Medellín. Foto: Esneyder Gutiérrez -
Escritores, directores de cine, cantantes, comerciantes, empresarios. Incluso la misma familia se ha embarcado en sendas peleas por quedarse con la herencia más grande que les dejó Escobar: el mito de su historia. Foto: Esneyder Gutiérrez -
El único que parece desentendido, que actúa como la madre que finge demencia ante el actuar del hijo calavera, es el Estado colombiano, que este año perdió otra buena oportunidad para hacerse cargo del relato de uno de los personajes que más ha marcado su historia. Foto: Esneyder Gutiérrez -
En enero pasado la Sociedad de Activos Especiales (SAE) le entregó a la empresa de entretenimiento D´Groupe la explotación comercial de la finca La Manuela, en Guatapé, que fue propiedad de Escobar, por los próximos 25 años. Foto: Esneyder Gutiérrez -
A pesar de que preguntamos, ni la SAE ni D´Group quisieron revelar (por ahora) el valor del contrato del arrendamiento del predio de 80.000 metros cuadrados, ubicado en una de las zonas más privilegiadas de Guatapé, Antioquia y Colombia. En internet se ofrecen lotes de 1.000 metros cuadrados a la orilla del embalse por $500 millones. Foto: Esneyder Gutiérrez -
Escobar empezó a construir La Manuela a mediados de los 80, cuando ya la represa había inundado el viejo Peñol. La nombró en honor a su hija, que nació por la misma época. El mito dice que ese iba a ser su regalo de 15 años, pero antes de que eso ocurriera, en la noche del 17 de febrero de 1993 (el mismo año de la muerte de Escobar), los Pepes dinamitaron y quemaron la propiedad. Desde entonces, la casa principal, la de huéspedes, las caballerizas, la piscina, la cancha de fútbol, de tenis, quedaron abandonadas a merced del agua, el sol y la maleza. Foto: Esneyder Gutiérrez -
Una claridad: cuando la finca fue dinamitada, todavía no la había inaugurado. Ya Juan Pablo, el hijo de Escobar, hacía fiestas en la piscina y en los establos dormían los caballos más caros del país con todas sus comodidades, pero en la casa principal, para Escobar, su esposa e hijos, todavía no estaba amoblada. “Yo creo que Pablo ni siquiera alcanzó a dormir ahí, yo sí”, cuenta una de sus hermanas. Foto: Esneyder Gutiérrez -
El tour empieza y termina por la zona náutica de donde salen y llegan las embarcaciones. De ahí suben a las ruinas de la casa familiar que nunca estuvo amoblada y a la cual no se puede entrar porque entre las bombas y los buscadores de guacas la tienen con riesgo de colapso. Foto: Esneyder Gutiérrez -
Mientras caminan, los guías, a veces en español y otras veces en inglés, hacen un recorrido como de Jardín Botánico. “Si Nápoles era la casa de los animales, esta es la de los árboles”, dice Estela mientras señala los corchos barbados de tallo alto y pálido, o un pino extraño que dice llamarse Araucaria chilena, o una palmera mediana que guarda siempre agua en las hojas, que se llama Viajera de Madagascar. Al frente de la casa principal hay una piscina con azulejos que, dice Estela, fueron pegados de a uno. Foto: Esneyder Gutiérrez -
El mensaje de cierre de los guías es algo así como que el narcotráfico, la violencia y la guerra no sirven para nada. Prueba de eso es la casa en ruinas que acabaron de recorrer, cuyo propietario apenas conoció, pues, así dice la hermana de Escobar, los mafiosos mueren de plomonía. Foto: Esneyder Gutiérrez
Finca La Manuela, que fue de Pablo Escobar, ahora recibe a turistas con tours guiados
Desde enero de este año, la SAE le entregó a una empresa de entretenimiento la operación de la finca durante 25 años.